This is me praying that... this was the very first page, not where the storyline ends...
My thoughts will echo your name... until I see you again.
-Taylor Swift (Enchanted).
Cuando iba a la secundaria inferior en Japón… Hubo un verano, uno muy especial que marcó un antes y un después en mi vida. No siempre supe que era gay, y no siempre el primer amor es perfecto como lo enseñan en las películas. Había más obstáculos de lo que pudiese imaginar, y yo… yo solo era un niño de quince años que creía tener el mejor enamoramiento de su vida, cuando solo estaba comenzando una terrible pesadilla.
No por él, ni por mí… ya verán de lo que hablo… pues todo comenzó cuando estaba con mis amigos de la infancia en la playa pasando el rato, dejando que el sol quemará mis pálidas mejillas. Sabía que mamá me regañaba luego, ella odiaba que yo saliera tanto, de hecho en ese momento yo creía que ella detestaba que yo tuviera amigos. Siempre pensé que mi madre quería guardarme en una cajita de cristal encerrado de por vida, no entendía porque ese era su comportamiento. Porque yo no podía tener la libertad que “tenía” mi hermano mayor, Qiang.
—¡Omg! Chicos, chicos, allí vienen los “CHICOS”. —comentó mi amiga, Yuki, emocionada. Tanto así que nos daba empujoncitos desesperados. Me estresa bastante su actitud, ya que yo estaba tranquilo sobre la arena dibujando en un cuadernillo las olas que rompían a lo lejos de la orilla. —Dios, Haruki está ahí con ellos… Akane, ¿me veo bien?
—Amm.. yo creo que te ves… ¿Cómo siempre? —murmuró mi otra amiga sin saber que decirle entre risitas nerviosas, pues allí en ese grupito de chicos, también se encontraba el chico que le gustaba. Pero Akane, a comparación de Yuki, siempre ha sido más tímida y menos evidente. —Podrías preguntarle a Mao, él es un chico también después de todo…
Quise asesinarla en ese momento, pero no la culpo, Yuki es tan hormonal y ruidosa que… estresa, estresa muchísimo. Pero incluso así, la queremos mucho. Tanto Akane como yo jamás seriamos capaces de decirle que nos molesta cuando se pone así porque es nuestra amiga y nunca la haríamos sentir así de mal. Ni siquiera hablamos mal de ella a sus espaldas, pero con Akane podemos conectar con solo vernos los ojos cansados de oír chillidos sin parar por diferentes chicos.
No se si un día llegare entender cómo se siente Yuki, nunca me he sentido atraído por una chica y si, varias se han confesado y he salido con algunas en pequeñas citas inocentes. Pero… joder, ni siquiera he dado mi primer beso, no me siento listo, aunque siento que el tiempo vuela de mis manos así como el puñadito de arena que tomo para conectarme con el mar. ¿Algún día el mar me arrastrará a las profundidades de un amor?
—¡Oigan! Yo también soy un chico. —se quejó Issey.
—Si, bueno, pero Mao es mucho más guapo, y entre niños guapos deben entenderse. —remato Yuki mirándome con ojitos de perrito esperando una respuesta por mi parte.
—Oh pues… yo creo que te ves bonita, siempre lo estas… —murmure entre avergonzado y nervioso por la presión. Pero luego cerré los ojos exasperado al oír otro chillido más.
—¡ESTÁ VIENDO HACIA ACÁ!
—No jodas Yuki, están super lejos… ¿Cómo puedes estar tan segura de que nos están viendo a nosotros? Además, hay mas gente a parte de nosotros. —dijo Issey cansado, acostándose sobre la manta donde estábamos sentados.
Entonces me atreví a ver con curiosidad aquel grupo de chicos que ella tanto mencionaba, si mi vista no me fallaba eran cuatro chicos. Se veían altos, creo que son más grandes que ella, bueno, mayores que todos nosotros. Dos tenían el cabello oscuro, y dos destacaban por tenerlo más claro de lo normal, aunque todos tenían la apariencia de delincuentes, o así diría mi madre.
El chico de cabello corto y rubio, ¿¡me acababa de sonreír!? Dios, aparte la mirada avergonzado. No entendía porque pero me sentí muy abochornado e incluso unos latidos extraños abundaban mi corazón. Preferí ignorar esa reacción rara y tratar de no seguir viendo, pero la curiosidad comía mi vientre y de a momentos no me aguantaba las ganas de reojear donde estaban los chicos. El rubio al parecer me estaba atravesando la cabeza y uno de los que tenían cabello oscuro se sumó a la tarea de ponerme nervioso. ¿Acaso querían meterse conmigo? No, no lo creo, no hice nada para ofenderlos… además… el rubio… él me sonrió de ese modo extraño.
Yuki por otra parte, no dejaba de hablar y mirar a los chicos de manera NADA disimulada. Me canse tanto que trace mi propia condena al sugerir…
—Deberías acercarte a él, ¿no? Viéndolo de lejos no ganaras nada? No lo sé, en plan amigos…
—Pero es que me pone muy nerviosa…
—Pero si no tenemos contacto con él no sabremos si le gustas o no, y vivirás con la incertidumbre.
—Mmh… ¿y si vamos uno de nosotros? —murmuró Issey. —Yo no, no me veo muy amistoso mhhh… Quizás ¿Akane?
—¡Por supuesto que yo no! —se quejó la chica, y de un momento a otro los tres posaron su mirada sobre. Oh no, pensé. Maldición, porque debía ser el que se veía más amistoso y ser una persona complaciente que le daba pena negarse.
—Mmh… más tarde podría intentarlo.
—¡No, no! Más tarde no, que sea ahora… no sabemos cuando los volveremos a cruzar. —me suplico Yuki ansiosa, y yo… yo no podía encontrarme más ansioso y nervioso que ella, como si estuviera a punto de enfrentarme a mi enamorada. —¡Vamos, vamos! —exclamó ayudándome a levantarme de la manta y por un segundo me sentí valiente, pero tan pronto como mire en dirección a aquellos chicos abracé mi cuerpo muerto de miedo.
—Ah… yo, al menos… uno debería acompañarme ¿no?
—Si serás gallina… —se quejó Issey levantándose a regañadientes para tomarme del brazo y llevarme en aquella dirección. Oh no, dios no puedo…
—¿Sabes cual es el que le gusta a Yuki? —susurre tembloroso al ver que nos acercamos cada vez más a los chicos que de repente clavaron la vista hacia nosotros.
—Es el rubio oxigenado… el alto. —me respondió empujándome frente a los chicos para luego simplemente ABANDONARME, no sin antes decirles. —¡Oigan muchachos! Él está interesado en conocerlos.
¡Mierda! ¡No! Me las pagaras Issey…
El silencio incómodo se instaló entre nosotros y yo no pude hacer más que jugar con los puños de mi chamarra buscando las palabras correctas para iniciar la conversación.
—Es bonito… —murmuró uno de los chicos con cabello oscuro ganándose un codazo de uno de los rubios.
—No asustes al niño, estoy cien porciento seguro que lo obligaron a venir aquí… —regaño a su amigo antes de enseñarme a mí una mirada comprensiva y amistosa, y aunque en parte eso me dejó tranquilo, la mirada intensa del “rubio oxigenado” seguía haciéndome temblar las piernas. —Entonces… ¿Cómo te llamas?
—Mao… Soy Li Mao…
—Mh… ese nombre me suena, ¿eres el hermanito de Qiang? —me preguntó el otro chico de cabello oscuro que anteriormente me había visto a lo lejos. A lo que yo asentí en respuesta.
—Y ahora dinos… ¿Por qué te enviaron aquí? ¿Quién es nuestra nueva enamorada? —dijo el rubio amistoso tomando de mi brazo para acercarme más a ellos y rodear mis hombros con uno de sus brazos. Los cuatro eran mucho más altos que yo, pero estoy seguro que deben tener diecisiete o… ¿dieciocho?
—¿O enamorado? —susurro en un tono ronco el pelinegro que antes me llamo bonito.
—Animal, deja de querer acechar a este pequeño gatito. —sentí como el brazo del anterior era retirado para ser reemplazado por dos manos que me paralizaron por completo. A pesar de estar vestido la conexión traspasó los harapos y pude sentirlo, era él, el rubio oxigenado. —No tengas miedo, juro que somos inofensivos aunque quizás nuestra apariencia no nos juegue a favor.
—Es verdad, Haru tiene razón. —confirmó el rubio amable.
—Por cierto, yo soy Haruki… pero ya ves que me dicen Haru. —se presentó finalmente el protagonista de mi misión imposible.
—¡Oh! Y yo soy Neji. —finalmente los dos “rubios” tenían nombre.
—Yoichi… —murmuró el castaño.
—Puedes decirme Tetsu, chiquito. —se presentó el último de manera más coqueta, a lo que sentí que Haruki se aferró más a mi anatomía. —Ahora dinos… me muero de intriga por saber porque han dejado al corderito con los lobos.
—Bueno… —hablé en un tono suave intentando ocultar mis nervios, sintiendo como Haru acariciaba sutilmente mis hombros como dándome apoyo y contención. —Tengo una amiga…
—Oh que pena… —Tetsu me miró decepcionado y se sentó en la banca que tenían detrás poniendo más atención a su teléfono.
—No le hagas caso, cuéntanos… —me tranquilizo Haru con su voz buscando un lugar a mi lado pasando su brazo por mis hombros.
—Bueno… a mi amiga, a ella bueno… le gusta uno de ustedes y pues… le da mucha vergüenza acercarse entonces…
—Entonces enviaron al niño más bonito a hablar con nosotros. —gruñó desde su lugar Tetsu que al parecer seguía atento a mis palabras.
—¿Y en quien está interesado? —preguntó Neji.
—¿Cómo se llama? —interrogó Yoichi.
—Bueno… si no estoy equivocado, a ella le gusta Haruki. —todos se quedaron en silencio y me miraron, inclusive Tetsu. —No diré su nombre aún, seguro que si revelo quien es va a matarme.
—No hace falta que nos digas, estoy seguro de que todos sabemos de quien hablas… pero fingiremos que no lo sabemos. —me respondió Yoichi con una amable sonrisa, pero a mi costado pude escuchar un suspiro por parte de Haruki. El no se veía muy contento, pero cuando nuestras miradas se encontraron, el volvió a dedicarme una sonrisa como anteriormente.
—¿Y qué hay de ti, Mao? ¿Te gusta alguien? —soltó Neji. A lo que nuevamente volví a ser el centro de atención de los cuatro.
—No, bueno… creo que aun no me gusta nadie.
—¿Cuántos años tienes, Mao? —preguntó Haruki muy interesado.
—Quince… tengo quince.
A partir de ese entonces, comenzamos a hablar mucho más, es decir, seguí respondiendo más dudas que tenían sobre mí, y ellos continuaron dándome información personal de sí mismos aunque yo no les preguntará. De un momento a otro terminamos hablando de cosas meramente triviales y no sé cuánto tiempo ha pasado… pero Tetsu coronó la conversación informando que mis amigos me habían abandonado. SE HABÍAN IDO. Neji dijo que él también debía volver a la casa o su madre comenzara a ponerse algo pesada, entonces Yoichi se ofreció a ir con él.
—Yo… creo que también debería ir a casa, si se hace muy tarde… mi mama me castigara. —susurre aquello último con cierto pudor. Pero deben comprender, era más joven que ellos. Y antes de que Tetsu dijera algo, Haruki lo interrumpió ofreciéndose como tributo para llevarme a mi casa sano y salvo. No voy a negar que me emocione al saber que estaría a solas con él, pero el bichito de la culpa comenzó a picar mi mente, aun no entendía bien porque estaba experimentando todo esto. Es decir, ¿por qué sentirme culpable por un chico? Si ni siquiera me gusta… ¿no? Claro, mi yo inocente de ese entonces pensaba así porque no sabía que se había enamorado. Un tonto enamoramiento a primera vista… como de películas adolescentes.
Yoichi y Neji arrastraron a Tetsu con ellos, como si pretendiese dejarme a solas con Haruki. Este último tomó su patineta y se montó en ella deslizándose lentamente para seguir mi andar. El silencio inundó gran parte del camino, pero no me importó, me sentí cómodo en todo momento con su compañía. Cruzamos miradas en varias ocasiones, mi estómago estaba completamente alborotado y mi rostro acalorado.
—No hablas mucho, ¿verdad?
—No bueno… es que no se que decir.
—No importa, es lindo… —susurro él bajándose de su patineta para tomarlo con uno de sus brazos, y entonces tomar de mi mano. Me dio miedo sudar, y no entiendo por qué me decía eso.
—No digas tonterías… —me queje a la defensiva por mi vergüenza.
—Oh, así que también sabes insultar… —ronroneo cerca de mi oído en tono coqueto alterando todas mis células.
—¡Yo ah…! Puedes… dejarme aquí, vivo a dos casas… —me trabe con mis palabras, y mis sentimientos. No deseaba soltar su mano, él tampoco quería, por la manera en que se aferró a ella… pude verlo incluso en sus ojos. Pero entonces vi que a lo lejos… Qiang pasaba por ahí y tuve que soltar bruscamente la mano de Haruki. —Cof… mi hermano. —dije lo suficientemente alto como para que me escuchara, y como si yo tuviera la peor peste de todas tomó distancia de mi cuerpo. Me sonrió, y se despidió de mí… aunque claro, hubiera deseado perder más que solo minutos a su lado.
Esa noche no pude pegar el ojo fácilmente, mi corazón no dejo de relatar a cada rato lo mucho que se emocionó al enamorarse por primera vez de alguien ajeno a mi universo. En mi mente varias voces gritaban, algunas cuestionando mi sexualidad, otras mis sentimientos y otras las consecuencias. Cuando apenas había llegado a mi casa, como si mis amigos tuvieran cámaras en ella, enseguida me enviaron mensajes para saber como me había ido con los chicos. Akane y Yuki son las más interesadas en saber, yo no sabía que contarles de todo lo que me informaron, pero lo poco que dije logro dejarlas satisfechas.
—¿Me puede gustar un chico? —le pregunté a la pared de mi habitación, al encontrarme acostado intentando por milésima vez conciliar el sueño. Entonces la sonrisa de Haruki otra vez sacudió mi corazón, su toque… sus pequeñas palabras. Muy en el fondo, sabía que estaba encantado de conocerle, me había revolucionado el mundo en un segundo… pero claro, preferí negarlo. Nada de otro mundo, tenía quince años, ¿Qué pueden esperar de mi?
Al dormir, él se presentó en mis sueños, no recuerdo mucho de lo que vivimos en mi subconsciente pero si recuerdo el dulce sonido del mar. Había olor a playa, había olor a amor.
—Mao, Mao, Mao… —suspiro mi madre agotada con Lixue en brazos. —Te dije que me traigas la mermelada…. Dios mío hijo, andas muy distraído últimamente.
—Seguro anda enamorado… —se burló Qiang mientras yo me aferraba al bote de miel que traje por error.
—¿Será que mi campeón ya tiene novia? —le siguió mi papá, a lo que mi mamá le fulminó con la mirada.
—¿Será Akane? —preguntó Qiang. —¿O Yuki?
—Si mi pequeño tuviera novia probablemente yo sea la primera en estar enterada.
—Eres muy sobreprotectora mujer, así no dejaras que Mao sea un hombre.
—¡Basta! —exclame alterado, no quería que sigan hablando. —No tengo novia, no me gusta nadie… solo… solo… terminé de leer una novela hace poco y sigo pensando en ello. —mi padre suspiró decepcionado y mi madre sonrió triunfante mientras seguía con sus cosas.
Un golpeteo me dejó mudo, y me ofrecí a atender la puerta. Por alguna extraña razón mi sexto sentido se activó, y me sentí más ansioso de lo normal. No entendía muy bien, pero estaba seguro de que no quería que mi madre atendiese.
—¡Voy yo! —grité a la par que abría cuidadosamente la puerta encontrándome a Haruki con su bicicleta en mano, su cabello húmedo y ese fuerte perfume juvenil que perforó mis neuronas. El me sonrió de inmediato cuando me vio, y sacudió su mano para decirme “hola”, pero antes de que pudiera hacerlo le cerré la puerta en la cara alterado.
Comments (2)
See all