Hola, mi nombre es (...) y he fallado.
Es algo normal, todos nos equivocamos en algún momento de nuestra vida. Cometer errores es tan natural como respirar, debería de haber acudido a mis sesiones las últimas semanas pero no lo he hecho. Ello ha motivado que otros desastres hayan convertido mis últimos días en un infierno; me he descontrolado en lo que no debía potenciando malos hábitos de nuevo. Sé que no estoy diciendo nada nuevo o sorprendente.
Lo siento, pido disculpas por mis errores. No importan las razones, aunque me justifiquen quiero asumir la responsabilidad de no haber sido capaz de mantener mis promesas. Sin duda es un punto muy importante en cualquier proceso, tanto la humildad de reconocer lo que se ha hecho mal como la capacidad de perdonarnos a nosotros mismos.
¿Cuántas veces hemos sido los primeros en perdonar a otros y los últimos en hacerlo con nosotros mismos? ¿Acaso somos dioses perfectos que no pueden errar en ningún momento de su existencia? No, pero como nos gustaría serlos pues nos aplicamos los mismos baremos... ¡Qué necios somos!
Pero no ha sido en vano, he aprendido de ellos y tengo más conocimiento de la realidad ahora. Mientras sigamos levantándonos y siendo capaces de entender las enseñanzas de cada uno de los fallos cometidos en el camino, sin duda estaremos dirigiéndonos correctamente a estar mejor.
Seguiré equivocándome, pero tal vez algún día deje de ser un juguete roto. Diría más reflexiones, pero hoy ya no tengo fuerzas.
Muchas gracias.
Comments (0)
See all