"¡Tue, tue, tue!"
Mientras el reloj marcaba las doce y los tallarines de ayer emergían humeantes del microondas, el estudiante Javier recordaba con pánico el día en que debía rendir su certamen:
"Alarma definida para dentro de dos horas y veinticinco minutos desde ahora"
La garganta se le apretó como el tosco hilo ahorca a la huma, sus globos rojizos y sus desparramadas ojeras se fueron a blanco, y su reseca boca amarga se volvió aún más amarga.
–Por la chucha... –Exclamó, y su hueca lata de Mapu Energy resbaló de sus decrepitas manos.
Si no se hubiera levantado a arrojar violento la lata contra el marco de su ventana, no habría notado nunca al turbio pájaro que se posaba en las ramas calvas del árbol que nacía en frente de la casa que arrendaba.
Mechón y ave cruzaron miradas, por un momento el zorrón pensó que aquel monstruoso pajarraco negro le miraba lo suficientemente fuerte como para profanar hasta su alma, sus recuerdos, su mente, sus pecados.
–¡Tue! –Exclamó imponente el ave, y un chillido irreconocible fue la respuesta del estudiante.
Presto un plumón de pizarra fue arrojado contra el vidrio, causando este un efecto campana que agitó violenta a la ventana; alas oscurecidas se abrieron ante el resonar, y negro al negro, la imagen del pajarraco se perdió sutil en la noche.
–Déjanos tranquilos, Totué, y pasa mañana a por tu sal.
Las firmes palabras de la veterana nana Maulina nunca habían traído tanto alivio al joven Javier como en ese preciso momento; como si se hubiera borrado de este mundo, el ave negra no volvió a aparecer frente a la ventana.
–Ya le hemos hecho el trato, volverá en la mañana...
–¡¿Volverá?! –Las rodillas del estudiante le temblaban como palillos, sus manos se habían hecho prestas con un cutter que reposaba sobre el escritorio, y ahora lo blandían temerosas hacia la ventana.
–Guarde eso, que se puede cortar; los brujos cumplen su palabra al sellar un trato, ahora debemos cumplir con la nuestra. –La señora Maricela recogió entonces la lata de energética en el suelo y se dirigió fuera de la pieza para tirarla.
–¿Un brujo?, ¡¿Qué hueá está diciendo?! –Javier dejó de lado su arma y clavó una mirada suplicante en la nana.
–Los brujos son sirvientes del diablo, mijo, son sus agentes en la tierra, encargados de traer la calamidad a los hombres de poca fe...
Las palabras de la anciana no calmaban al mechón, quien se tocaba la cara y caminaba en círculos.
–Los brujos tienen el poder de separar las cabezas de sus cuerpos y brotar alas de estas, en esa forma se llaman Totué, Chonchón, terminan tomando la forma de un horrible pájaro y salen en las noches a atormentar a los débiles de espíritu, buscan tomar las almas de quienes no creen en su existencia ni se amparan bajo el ala del señor...
–Esa huea es mentira... son puros cuentos, seguro que ese pájaro era un puro Treile... si, debió ser eso. –La señora por su parte no parecía impacientada, sus labios arrugados habían mantenido una cálida sonrisa en todo momento.
Javier se detuvo su balbuceo para meditar un poco, con la boca rodeada por su mano y los ojos completamente abiertos, entonces, como si se tratara de un perro al que le hacen sonar el plato, un sonido de cascabel atrajo su mirada hacia la nana.
–Le prestaré mi rosario esta noche, Javiercito, aunque sé que usted no reza y tiene mucho que estudiar... quiero cuidarlo, es lo que le prometí a su mamita.
El joven bajó la mirada y tomó un respiro hondo, la nana salió de su pieza, cerrando con cuidado la puerta.
Sus pupilas miraron al árbol en donde el ave se había posado, por todo lo que quedaba de noche, atento como lince hasta que sus ojos se rindieron, aunque ni el sueño fue capaz de borrar su incertidumbre, su duda, y por sobre todo, su miedo.
. . .
El humo grisáceo se esparció presto por toda la calle, subiendo tan placido como para ser llevado fácil por el viento, Archer volvió a poner la boca de su arma en alto y arrebató un cigarro suelto de su casco.
–Maestra Katlyn, no puedo detectar con claridad, ¿Capta señales de magia ahí abajo? –Dijo el robusto espíritu mientras depositaba su cigarrillo en sus suaves labios.
"¡No te confíes, ellos aún están vivos!"
El alarido telepático de la británica sacudió la cabeza de Ñamku, y una gruesa ráfaga de brillantes proyectiles le hizo soltar el cigarro, el experimentado guerrillero no tardó emprender la retirada con un enorme salto que le llevó a otro tejado.
–¡Rider, cázalo!
La rotunda orden de Contreras rasgó imponente la humareda, y en un fugaz despegue, Lord Cochrane se elevó glorioso como el rapaz que despliega sus alas y cayó junto a decenas de disparos contra el Sirviente de Lady Katlyn.
El tiempo pareció frenado, para la mente del Alejo que Archer fue en vida, las estruendosas descargas de la pólvora significaron un desconcertante terror al inicio, y un maravilloso aliado en el final.
"Como el fusil, como el corcel..."
Hace mucho tiempo atrás, en una tierra profunda y llena de verdor, el niño de dos mundos caminaba sobre suave hierba y lanzaba pequeños pedruscos sobre las aguas caudalosas del rio, vestía una cinta tejida de cálida lana, hecha con calma y destreza entre los marcos de un humilde telar.
Cuando la tierra entregaba sus bendiciones, la machi salía a agradecer a los ancestros, seguida por cien almas, sus ofrendas y licores; la cosecha era abundante, los animales, sanos y longevos, las lanzas habían dormido por tanto tiempo dentro de las rucas que los guerreros habían recordado lo que era sentirse niño, poder descansar bajo los árboles y coger piñones en otoño.
Los huincas habían dejado de venir hace tiempo, ya no montaban sus orgullosas bestias, ni portaban sus brillantes corazas, sus mágicos artilugios ya no rugían en las praderas, ni abrían profundas heridas en la carne por arte de brujería.
Su madre le contaba que los hombres del norte ya no cruzaban el rio, porque se habían asentado en una gran fortaleza al otro lado del Mapu, una ciudadela de piedra y empalizadas a la que habían nombrado Concepción.
Quien diría que al abrir los ojos nuevamente después de un eterno sueño, Ñamku se encontraría a el mismo dentro de esta ciudad, otra vez, para su mal recordar, de pie y refrescado por la aliviadora brisa de un aire acondicionado goteante; la mujer alta de furiosas cejas negras fue a la primera persona que vio tras su despertar, esta, impávida y furiosa como el hombre que hace frente a perros salvajes, se mantenía de pie en frente a sus soporíferos ojos, aparentemente molesta e impaciente, la Magi alzó su puño, presentando a los tres sellos rojizos trenzados sobre el dorso de su mano.
"¡¿A qué esperas, bestia?, respiras ante Katlyn Van Houber, sexta cabeza de la familia Van Houber, hechicera de la torre del reloj y tu nueva maestra!"
Alejo suspiró con una sonrisa mientras se daba cuenta, había recordado una escena tan ridícula y sin sentido con un marinero volador cayendo sobre él, solo para reírse por un momento.
"¡Alejaos, animales, Don Juan de Zúñiga os expulsará a vuestras selvas!
Alejo había soltado una silente carcajada al entender de qué mala hierba nunca muere, aun casi cuatrocientos años después de sus tiempos, algunas cosas simplemente no cambiaban, ni tampoco lo harían a futuro.
"Sí que os gusta luciros eh... que remedio"
Los brazos de Archer se extendieron en lo alto, trenzados con elegancia como haría un bailarín de ballet, sus piernas de movieron con una ligereza comparable a la del vuelo de un gorrión, y así, todo su cuerpo se vio sumido en una espiral de movimientos gráciles; así fue como alejo esquivó cuatro tiros provenientes de las pistolas de Rider.
El aterrizaje de las balas levantó entonces el polvo, los brazos de Alejo fueron extendidos, como los de cristo al unirse a la fatídica cruz; su arma colgaba a su espalda, sujeta por la fina correa de cuero y su firme cabello azabache brincaba grácil al ser cargado por la gentil brisa salada.
Cochrane cruzó sus brazos, rodeando sus decorados hombros con ambas armas, listo para asestar un torbellino violento de mazazos a la cabeza de su oponente al caer sobre este; sus brazos, templados como el acero, se abrieron ya frente a Alejo, cuando ambas pistolas oscilaban alrededor del uniforme.
"Entonces Archer respondió"
La culata del mosquete de Ñamku se alzó fugaz hacia Thomas, serpentina, flagrante y precisa, la madera perforó la guardia de Rider y viajó ininterrumpida hacia la mandíbula de este, al estamparse contra aquel mentón de piedra, ambos cuerpos ejercieron tanta fuerza el uno sobre el otro como para trizar el suelo que yacía bajo ambos.
Y en cuanto el golpe traspasó todo el impacto provocado por tan furioso choque, un verídico crujido estalló ante las estrellas.
"¡CRACK!"
La despiadada arma de Archer, la estoica quijada de Rider, ambas se fracturaron con la misma crueldad, en cuando los contrincantes dieron un paso atrás y se soltaron el uno al otro tras el impacto, sangre y astillas reventaron frente a frente.
Katlyn retorció su rostro con solo oír tan cruento ruido, perdiendo de vista por un momento a su enemiga, al darse cuenta de esto en una milésima de segundo, Van Houber pudo sentir el cómo cada gota de sudor le susurraba a su rostro.
–Desapareciste en un momento...
Alejo sabia de que la constitución de la clase Rider forjaba a espíritus heroicos con una resistencia sumamente elevada ante el daño físico, el golpe que había asestado sin duda habría sido capaz de asesinar a cualquier ser humano corriente, destrozando la totalidad de la cabeza y, posiblemente, cercenándola del cuerpo.
Pero Thomas no había flaqueado en ningún momento, contrario a retroceder por el golpe recibido, el paso atrás que este dio le brindó el tiempo suficiente para alcanzar una pistola de emergencia, oculta bajo su cinto.
Archer notó vibrante el cómo este artilugio se levantaba entre los dedos de Cochrane, y sabiendo de que la distancia que compartía con este último le haría casi imposible esquivar, solo atinó a cruzar sus brazos, preparándose para recibir el tiro.
La hechicera de Inglaterra cubrió sus hombros con los puños cerrados, resaltándose los sellos de comando en su diestra, Katlyn respiró profundamente, y al abrir sus ojos fervientes, los circuitos mágicos de su cuerpo se activaron, decorando sus manos y cuello con brillantes líneas celestes, venas espirituales que bombeaban maná hasta la punta de sus dedos.
Extendiendo los brazos hacia sus lados, la maga conjuró:
–Scan.
Los ojos de Katlyn brillaron al color de sus circuitos, y por un instante su rostro pareció desprenderse de su cuerpo; el hechizo le permitió ver hacia todos los ángulos a su alrededor, su cerebro reconoció la distancia entre su cuerpo y cada pared, objeto o ruido, en menos de diez segundos, la maga ya había identificado siete posibles vías de escape, doce posibles puntos desde los que podía recibir un ataque, ocho locaciones a las que podía moverse para esquivar, tres espacios en los que podía ponerse a cubierto ante disparos o explosiones...
Laila no sentía el más mínimo deseo de esperarle hasta que terminara, después de todo pensó:
"¿No se supone que debo derrotarle?"
La maestra de Rider comprendió que su rival había optado por escanear en trescientos sesenta grados, en vez de enfocarse en una dirección concreta, esto permitiría que Katlyn cerrara cualquier posible punto ciego en caso de ser atacada, el problema residía en que el rango de su Scan había sido limitado por esta decisión, y con solo encontrase a un metro de distancia del rango del hechizo, Laila era técnicamente imperceptible para Katlyn.
–Still –La maestra de Rider cogió un objeto en su mano y comenzó a cargar este con maná.
Archer, por su parte, se dejó caer contra Cochrane, al cruzar sus brazos sobre su rostro, su diestra había alcanzado a un pequeño puñal oculto entre las alas de su yelmo.
–¡Jagd! –El alarido de una pistola detonó estruendoso, un ave violeta rasgó alta la noche, un grito quebró el silencio y dos ojos se cerraron en calma.
–¡Gyaaaagh! –Gimió la mujer en turbación, saliendo de golpe de su mente y encontrando a su carne sumida en un horrible tormento, al bajar la vista hacia su dolor, la maga encontró con asco al responsable de su agonía.
–¿un lápiz, un jodido lápiz?! –Espetó furiosa Van Houber, estando al borde que divide a un grito del bramido de una bestia, conteniendo a duras penas el llanto; la hechicera contempló la herida con repugnancia y dolor, un lápiz lila claro había perforado su mano de los sellos, empalando corazón, índice y nudillo.
–¡Oh!, ¿sabes un dato?, se llama policromo, y es un gran lápiz para colorear, aunque falla a la hora de realizar detalles finos... algo como tu tratando de eliminarme, por lo que veo.
Katlyn hacia caso omiso a la emocionada palabrería de Laila, estaba más preocupada de acallar su hemorragia, a pesar de que jalar el lápiz fuera de su carne no fuera una opción inteligente, ciertamente.
–Conque tú eras... –Van Houber levantó la mirada y posó la ira de sus orbitas sobre la maga que se le aproximaba, relajada, de fatigado rostro y con el lente derecho hecho trizas, en un momento de hecho, aquellos dedos de largas uñas negras se escurrieron entre el cabello que cubría su frente y surgieron nuevamente llevando un afilado pedazo de vidrio que, al parecer, había estado ensartado en su frente.
"Goth Rommel"
Ambas se miraron meticulosamente, era tal la carga de los acontecimientos, que ni siquiera la aparición espontanea de sus Sirvientes, quienes luchaban a puño limpio el uno contra el otro y trizaban paredes con cada golpe perdido, fue suficiente motivo como para que estas se quitaran los ojos de encima la una de la otra.
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