Los días y las semanas fueron pasando, olvidando el percance con el hermano de Alice, volvimos a la rutina aunque muy ocupados. Solo nos veíamos a las mañanas, cuando Alice me dejaba cerca del instituto y por las noches cuando los dos volvíamos, yo de la sesión de fotos, y ella tal vez de la empresa o de alguna sesión de fotos para alguna revista. Mis exámenes hicieron que estuviera en aquel piso más tiempo, adaptándome a él. Por suerte, también pasó esa tormentosa etapa.
- Ahora que acabo de abrir la nevera…- empezó a decir Alice frente a la nevera- ¿Al final le llevaste un trozo del pastel aquel que hicimos al jardinero?
- Sí, se lo di al día siguiente a cuando lo preparamos- respondí sin moverme del sofá.- Tengo pensado hacer otro entero para él y su esposa.
- Ya veo, eso está bien- se dejó caer en el otro sofá mientras miraba también hacia la tele.- ¿Qué miras?
- El tiempo. Aunque no aciertan mucho que digamos…
- ¿Y eso? ¿tienes planeado ir a algún lado?
- Estamos terminando con los preparativos para la semana cultural.
- ¿Semana cultural? ¿Qué es eso? ¿una excursión?
- No. Es una semana que hacemos cosas relacionadas con la cultura de diferentes países. Y los dos últimos días preparamos lo que más nos gusta en la clase, bueno, más que lo que gustara, sería lo que vote la mayoría… Y cada clase tiene que tener temáticas diferentes. El viernes es el día de puertas abiertas.
- Vaya parece interesante, ¿así que el viernes podría ir?- dio un sorbo al refresco que había traído de la nevera.
- Claro, está abierta al público…- respondí inconscientemente, y en darme cuenta, Alice ya estaba soltando una sonrisa maléfica.- ¿¡No me digas que realmente piensas venir!? ¿No estás muy ocupada?
- Puedo hacer un hueco tranquilo- sonreía.
- Miedo me das… Y ¿vendrás como la Alice modelo o como la Alice friki?
- Ah, será sorpresa- y soltó una leve carcajada.
Seguro que Adrià estará encantado de conocerla, pero no sé qué pensarán los demás. Aunque tampoco tendría que darle muchas vueltas, no somos nada… Eso me hizo sentir un peso en el pecho, realmente no sabía cómo habría de presentarla a los amigos y a los que conozca.
El viernes llegó como quien no quiere la cosa. Nuestra clase estaba en el primer piso al final del pasillo. Habíamos elegido como temática, una cafetería inglesa antigua, por lo que todos íbamos vestidos de mayordomos, los chicos, y de ama de llaves, las chicas. Eran trajes simples por falta de presupuesto, manteles de papel blanco, vajilla de plástico a excepción de la tetera que trajo la delegada, las paredes estaban decoradas con cuadros antiguos y habíamos colocado cortinas en las ventanas para dar un toque más antiguo a caserón. La mitad de la clase era el lugar de mesas y sillas para los clientes, mientras la otra mitad, que estaba dividida por una larga y alta cortina blanca, era donde preparábamos tés y otras bebidas disponibles, también había algunos aperitivos como galletas y bizcochos. Yo preparé tarta de manzana, porque alguien ya se había adelantado y se había adjudicado las galletas de jengibre y los cupcake.
No había mucha clientela por lo que nos turnábamos para atender a los clientes. Aproveché mi turno de cambio para ver las demás clases. Los de primero se lo tomaban con mucho entusiasmo y dedicación, los de segundo parece que también, pero según subías de curso se veía que tenían menos ganas de estas cosas porque muchas aulas estaban vacías o mal preparadas. Paré en el segundo piso donde escuché, de Adrià, que había una clase que había elegido Francia, allí comí algunos macarons, que la verdad parecían un poco pasados. Cuando iba por los pasillos miraba de lado a lado para ver si, por algún casual, veía a Alice, pero nada. Eso no sabría decir que me aliviaba o me entristecía. Llegué de nuevo a mi clase para relevar a mi compañero y mientras me estaba arreglando el traje empecé a oír mucho bullicio fuera. Poco a poco parecía acercarse y cuando me asomé desde la cortina blanca vi que las mesas se habían llenado. Andrea, mi compañera de clase, se acercó a mí con la libreta de pedidos en la mano y con voz agitada me habló.
- Madre mía, ¿ves la de gente? Fue entrar esas dos chicas y que esto se llenara en nada- comentó mientras disimuladamente señalaba fuera- Hay que espabilar, hay muchos pedidos que llevar a mesa. Ayúdame.
Dos de mis compañeros, que había allí conmigo y también Andrea, nos pusimos a preparar las ordenes lo más rápido posible. Incluso llegaron unos cuantos más de mis compañeros a echar una mano en ver el aula tan llena. Salí a llevar los pedidos a las mesas correspondientes. Andrea me dio la orden de la mesa cuatro, que era donde estaban aquellas dos chicas que tanta atención atrajeron a la clase. Una era Alice, claramente, vestía informal: pantalones pitillo y blusa azul oscuro. Su acompañante, me parecía conocida, era de piel bronceada y cabello rubio vestía un corto vestido blanco que hacia resaltar más su tonalidad bronceada y unos tacones de infarto.
- Muy buenas señoritas, aquí les traigo su té negro con galletas- me moví lo más elegantemente que pude pues todos los presentes e incluso desde fuera asomados en la puerta miraban hacia ellas.- y Lady Grey con un trozo de tarta de manzana. Si necesitan algo más, háganmelo saber.
La gente susurraba lo salida de película que era la escena. No solo hablaban de lo guapas que eran las dos chicas de la mesa sino también de mí, allí sirviéndoles las bebidas y los aperitivos. Cuando ambas empezaron a degustar lo servido, se notó más sus excelentes modales en la mesa. Entonces la chica le comentó algo a Alice que parece que nadie de los presentes entendió:
- Hei, Alice. Denne teen er god.
- Dice que le ha gustado el té- tradujo Alice hacia mí. Entonces se inclinó un poco para que solo yo la oyera- Ves, no he venido sola. Así no te enfades, ¿bien?
No dije nada y me retiré donde estaban las bebidas.
- Enserio, son Alice y Yessica. ¡Qué fuerte!- comentaba Mirian a Andrea.
- Creo que les voy a pedir que se hagan una foto conmigo ¿Qué dices?
- ¡Ey, tío!- apareció Adrià detrás mío- Esa es la Alice con la que vives. Jesús, que suerte tienen algunos.- comentó eso en voz baja para no llamar la atención- Menos mal que me ha dado por volver rápido, sino me hubiera perdido verla en persona.
- ¡¿Qué hacéis ahí todos parados?!- se alarmó la delegada- ¿No veis la de gente que hay y la de cola de espera que tenemos?
No estoy seguro de que forma pero al final conseguimos que todos los clientes fueran atendidos y que la cola desapareciera. Algo más vació fui a hablar con Alice que me había llamado.
- Te sienta genial el traje de mayordomo- comentó.
- Ulalá, ojo, que aun te hará vestirte así en casa- comentó Adrià apareciendo a mi lado.- Me presento, soy el mejor amigo de Axel, me llaman Adrià.
- Mucho gusto, soy Alice y soy la tutora legal- comentó levantándose, me dolió un poco que se presentara así.- y esta es Yessica, una compañera de trabajo. No controla aun del todo el idioma.
- Hei, jeg er Jessica.- dijo la chica acabándose el té.
De pronto, una chica entró en clase corriendo llamando a Adrià. Era Aina, su hermana. Su clase había elegido Japón y se habían adueñado de un trozo del patio para hacer un espectáculo, pero al parecer la persona de la clase que había ensayado para ello se había lastimado en el último momento y no podía actuar. Cuando Aina tenía un problema iba de inmediato a contárselo a Adrià, y este lo solucionaba en un momento, pero esta situación era muy difícil de solucionar. El espectáculo empezaba en quince minutos y el público ya se estaba sentando en las sillas disponibles. Adrià se rascó la nuca, nervioso, no se le ocurría nada en ese momento, pero entonces Alice dijo que se encargaría ella, cosa que sorprendió a todos, a excepción de Yessica que no estoy seguro de que entendiera que estaba pasando. A Aina le valía.
Adrià me empujó a ir con ellas. La delegada nos dio permiso porque trabajamos mucho cuando estaba lleno así que rápidos fuimos al patio a ver cómo iban las cosas. Aina no nos dejó entrar en el vestuario pero nos dio buenos asientos en segunda fila. Yessica estaba a mi lado.
- Esto ser bueno- conseguí entender en su mala pronunciación y yo le asentí.- Ella de Japón, Geisha.
Aina subió al improvisado escenario y se puso en medio, la primera vez no se la oyó, tuvo que alzar la voz más y la pudimos escuchar.
- Ahora haré una introducción al espectáculo.- respiró y cogió aire, todos estaban en silencio aunque se oía alguno que otro murmullo.- Nihon Buyou que significa Danzas Tradicionales Japonesas. – sonaba nerviosa, al girar un poco la cabeza vi el porqué. El lugar duplicaba las expectativas, estaba lleno y la mayoría del público estaba de pie.- Este estilo de danza nacido hace más de 300 años en Japón, posee ciertas características que definen a la cultura nipona. La sensualidad del espíritu japonés se expande cuando mediante la danza, logra atravesar la discreción que impone el kimono. Sus orígenes se encuentran en las danzas ceremoniales de la Corte (Bugaku), en las danzas con sentido ritual (Kagura), en los bailes y festejos populares y en las danzas budistas llamadas Ennen. Posteriormente el teatro Kabuki terminó por definir el estilo de lo que se califica como danza japonesa “tradicional”.- A la pobre le temblaban hasta el papel que estaba leyendo por lo que rápidamente añadió un: La música para esta danza es de flauta de bambú, shamisen y tambores de mano. – bajó aliviada por fin del escenario.
El escenario no estaba muy alto y al final del todo había una gran cortina azulada. Detrás estaba el vestidor improvisado. De aquella cortina salió Alice vestida con un ligero Kimono negro con estampados de flores en las mangas. Llevaba dos abanicos de madera en las manos y un ligero maquillaje que hacían resaltar sus labios pintados de rojo. El pelo lo llevaba del todo recogido con unos adornos florales. Se puso en medio del escenario agachada y quieta. La clase de Aina se apuró a encender la música que traían en CD y que empezó a sonar por los altavoces proporcionados por la escuela. Delicadamente empezó a levantarse y a moverse con pasos cortos y siguiendo la música. Y como si no hubiera nada más allí que ella en el escenario, todos los presentes se sumaron a un enorme silencio donde solo se oía la música y los ligeros crujidos de los pasos de Alice por el escenario. Aquello no podía pasar en anonimato porque muchas personas estaban grabándola incluso Yessica. Pero no era lo mismo, aquella belleza danzando con movimientos tan lentos y solemnes. A parte que de que ella era increíblemente profesional, los recursos que le dieron eran más bien escasos y baratos pero aun así Alice estaba logrando hacer un baile impecable. La música cesó en el mismo instante en que ella se dejó de mover. Hubo un momento de silencio general donde nadie pareció moverse y de golpe se empezaron a alzar los aplausos. Aplaudía hasta los de la clase de Aina. Entonces Alice se volvió a mover e hizo media reverencia antes de abandonar el escenario tras la cortina del improvisado vestidor.
Poco a poco el patio se fue librando, Yessica se levantó y fue hasta el vestuario, nadie le dijo nada puesto que Alice le estaba indicando que entrara, que ahora salía ella. No tardó en salir de allí con la ropa normal. Me acerqué a ella, que estaba hablando con la hermana de Adrià.
- ¡Ha sido increíble!- comentaron a coro los de la clase.
- Solo teníamos una tela de kimono, unos abanicos baratos, un CD y cuatro pinturas faciales. Y tú con eso has hecho esa maravilla. En nombre de toda a clase te doy las gracias.- comentó Aina.
- No os preocupéis no ha sido nada. Ni siquiera lo he hecho tan bien. A ojos de experto se habrían visto los fallos.
- Ya, pero no todos pueden hacer lo que tú- añadió Adrià.
- Det begynner å bli sent. Se på den tiden.- señaló Yessica su reloj.
- Cierto, ya es tarde.- asintió Alice- Bueno, me alegro de haberos ayudado. Ahora si nos disculpáis nos marchamos.
- Claro, muchas gracias. Te debemos un enorme favor.
Alice les dedicó una de sus sonrisas de modelo y se marchó junto a su compañera. Después de todo aquel alboroto, Adrià y yo volvimos a la clase para acabar de ayudar y después limpiar y ordenar todo.
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