Su mirada era capaz de cautivar a cualquiera aunque no se lo propusiese. Tan solo con contemplar sus hipnotizantes ojos de color esmeralda te quedabas atrapado durante horas en su interior, perdido en su dulzura, atrapado en su magnetismo, en toda la energía y seguridad que transmitían. Todo lo que sucediese a partir de entonces era lo único que importaba en el mundo y cuando dejabas de verlos solo te podías preguntar cuándo sería la próxima vez que los ibas a encontrar. Uno se podría preguntar qué pasaría si algún día llegase a ser consciente de la capacidad de su poder, de su carisma, de su cautivadora presencia y la usase para fines propios. Podía ser capaz de hacer realidad cualquiera de sus ideas tan solo convenciendo a la gente para que le ayudase, pues sus ojos eran irresistibles y una vez caías en sus redes no podías negarte a nada de lo que te pidiese. Conociéndola tan solo pediría cosas buenas como la paz, la igualdad, el fin de la violencia y, sobre todo, chocolate ¿Pero y si usase sus poderes para el mal? ¿Y si lograse crear una nueva religión para adorarla o un ejército con el que imponer sus ideas a los demás? Las posibilidades eran infinitas. Y la decisión era suya. En realidad no lo sabíamos, pero estábamos completamente en sus manos. Ella tiene poder sobre nosotros.
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