No era capaz de pillarlo y mira que era sencillo, pero tenía unas ideas tan ajustadas sobre lo que creía que quería que no era capaz de ver más allá. Y en el fondo sus ideas no dejaban de ser un “más de lo mismo” de lo que llevaba toda la vida haciendo. Era todo exactamente igual, basado en conceptos idénticos, una y otra vez. Lo tenía tan asimilado que todo aquello que se saliese de esos cimientos pensaba que tenía que ser una basura, sin pararse a razonarlo. Se había olvidado de cómo había empezado todo, cuando era pequeño, cuando descubrió un nuevo mundo lleno de posibilidades gracias sobre todo a la potencia de su imaginación. Los juguetes no eran gran cosa por sí mismos, era su propia mente la que los convertía en una experiencia nueva cada vez. A partir de ahí, como todo el mundo, empezó a seleccionar aquellas que más le llenaban y se centró en ellas dejando todas las demás de lado. Por el camino puede que se centrase en lo que más feliz le hacía de manera más rápida pero también se había olvidado de la emoción de descubrir experiencias nuevas que sí, al principio serían desafiantes y extrañas, pero que con un poco de esfuerzo -el mismo que había hecho cuando era niño- podían llegar a ser más gratificantes. Porque al final lo importante era aquello que lo había empezado todo: la diversión.
Comments (0)
See all