Esta clase de mundo es meramente una fachada, todo sonrisas, que esperan tu aprobación para satisfacer sus codiciosos deseos. Creen que el dinero y el poder les darán lo que buscan, pero para ello se acercan a los que ya tienen poder. “A quien buen árbol se arrima, buena sombra le cobija” dice el refrán y ellos se lo toman al pie de la letra. Un mundo podrido y perdido por el dinero, pero yo también soy como ellos, con una máscara oculto mi verdadero yo y les sonrío para complacerles. No me hace diferente y, por ello, nunca podré decir mis pensamientos en alto. Seria hipócrita si hablara de ser pobre o de lo que viven por debajo de la clase acomodada. Yo, nacida en el seno de una familia de linaje adinerado y poderoso, solo soy un peón más en el juego de ajedrez que mueven los más adultos. Siento que por mucho que crezca nunca los podré alcanzar para librarme de ser ese títere que obedece. Conseguí una vez romper aquellos hilos que me ataban, ser libre de cierta forma y aun así… Aquí vuelvo a estar de nuevo, presa de estas rayuelas de las que no me dejan salir. Salto a salto me guían a donde les interesa. Las altas esferas están aisladas de la realidad, viven su vida sin prestar atención a sus pies y los que sufren sus movimientos son los que los mantienen en el pedestal del poder.
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