Perseguimos la criatura por la colina en cuya cima se alzaba el Castillo de Guimarães. Sin embargo, a medio camino, junto a una pequeña capilla allí construida, Susana me agarró por un brazo.
- Espera. Este demonio es muy fuerte. Normalmente, no pueden escapar de esa manera. Voy a buscar unas cosas para hacer una emboscada y acorralarlo en esta capilla. Lleva mi tableta, va detrás de él y trata de empujarlo hacia aquí.
Antes de que pudiera responder, ella colocó la tableta en mis manos y me volvió las espaldas. En la pantalla, aún pasaban todo tipo de imágenes religiosas.
Respirando profundamente, empecé a correr por el camino de tierra que llevaba a la cima de la colina y a las ruinas del castillo, donde el demonio había entrado.
Al ser la fortaleza más famosa de Portugal, yo ya la había visitado más de una vez, por lo que la conocía bien y podía concentrarme en encontrar a la criatura. La torre del homenaje, la cual había sido restaurada, era el único edificio que aún se encontraba en pie, pero estaba cerrada, por lo que no había muchos sitios en los que el demonio se podía ocultar. A menos, por supuesto, que tuviera algún truco que yo desconociera.
Tratando de sostener mi linterna de bolsillo y la tableta delante de mí al mismo tiempo, empecé a buscar en todos los rincones, desde detrás de los escombros hasta lo que restaba de las chimeneas.
Después de unos momentos, vi una sombra pasar a mi lado. Cuando apunté a luz hacia allí, sin embargo, no encontré nada. Podía haber sido sólo un gato, pero, por alguna razón, presentí que era algo más, por lo que lo perseguí.
Finalmente, cuando llegué a una esquina sin salida, vi al demonio y extendí la tableta en su dirección. Como yo bloqueaba la única ruta de escape, un estrecho pasaje entre la muralla y la torre del homenaje, la criatura, intentó, desesperada, usar las garras para trepar por la muralla. Sin embargo, al ver que no lo lograba, cargó contra mí, gritando con una mezcla de dolor y odio. Una vez más, fui incapaz de detenerlo, y él pasó por mí, tirándome al suelo. Afortunadamente, me recuperé rápido y lo perseguí.
Corriendo lo más rápido que pude, traté de mantenerme cerca de él y, con la tableta, conducirlo a donde Susana lo esperaba. A pesar de que él se desvió una o dos veces del camino más directo, logré llevarlo hasta la pequeña capilla.
Junto a la puerta de esta, se encontraba la demonóloga, que sostenía otra tableta y, entretanto, había construido un paso delimitado con altavoces emitiendo la mezcla de cantos y oraciones y una pantalla enorme que conducía hacia el interior.
Al darme cuenta de su intención, traté de conducir el demonio hacia la trampa. Este intentó escapar, pero, con la ayuda de la demonóloga y de su segunda tableta, conseguí llevarlo para el pasaje y para el interior de la capilla.
Tan pronto la criatura pasó la puerta, Susana la selló con el enorme monitor donde pasaban imágenes similares a las de la tableta. Después, activó las columnas que había en el interior del edificio sagrado. El demonio empezó a gritar. En primer lugar, se tiró contra las paredes, como si quisiera derribarlas, después, se cargó en dirección a la puerta.
Detrás de la pantalla, la demonóloga sacó de la mochila un curioso objeto que parecía ser una pistola de agua, como las usadas por los niños, pero pintada con tinta plateada y cubierta con símbolos sagrados. Así que el ser se quedó a alcance, ella disparó el arma. Varios chorros de líquidos volaron en la dirección del demonio.
Cuando estos le acertaron, el demonio comenzó a gritar aún más violentamente. Susana, sin embargo, continuó disparando. Me di cuenta, entonces, que la criatura comenzaba a derretirse, como si hubiera sido bañada por un ácido. Poco a poco, desapareció, hasta que todo lo que quedaba de ella era un charco rojizo en el suelo, la mayor parte del cual se infiltro en las grietas entre las losas funerarias que cubrían el suelo de la capilla.
- ¿Qué tienes en esa arma? - pregunté a Susana, sorprendido y curioso.
- Agua bendita, aceite ungido, agua de ríos sagrados, agua del pozo de Zamzam, cosas de ese tipo - explicó ella. - Ahora es mejor salirnos de aquí antes de que los guardias del palacio recuperen y vengan detrás de nosotros.
Así lo hicimos. La ayudé a llevar el material a la furgoneta y volví a mi coche, pero no antes de que ella me diera su contacto. Aquella investigación podía no haberme dado nueva información sobre las Brujas de la Noche, pero me había traído un nuevo aliado en mi misión de encontrarlas y detenerlas.
Pocos lo saben, pero, debajo de nuestras ciudades, en medio de los bosques y montañas y hasta bajo el océano, hay otro mundo, un mundo lleno de magia, lugares fantásticos y criaturas mitológicas e imaginarias. Por casualidad, me enteré de él, y mi curiosidad me llevó a explorarlo.
Hoy, me arrepiento de no haberme controlado, de no haber ignorado ese conocimiento y continuado con mi vida normal. Porque, aunque haya visto cosas increíbles más allá de la imaginación de la mayoría de las personas, conocí también a las Brujas de la Noche y las terribles verdades sobre la condición humana y el lugar de la humanidad en el universo que trajeron con ellas.
¿Cómo volver a una vida normal después de todo lo que vi? No sé si es posible, pero este relato es un intento de paliar los terribles efectos de este conocimiento, un primer paso en dirección a la normalidad. Tal vez compartir todo lo que descubrí, la simple idea de que este conocimiento no es sólo mío, me pueda ayudar.
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