Menos mal que las ventanas estaban abiertas. Todos los presentes en la sala nos abalanzamos hacia las susodichas a mirar hacia afuera. Hay dos personas fuera de la valla de la academia acorralando a un pobre chaval. Los tres llevan nuestro uniforme, así que son alumnos. Aunque, yo conozco ese pelo lila y ese pelo largo rojo intenso demasiado bien. ¿No serán...?
—¡V... voy a avisar a los profes!
Ah, la delegada Nereida siempre tan mona y tan confiable. Su largo pelo oscuro como la noche estrellada, ligeramente ondulado en las puntas (¡que no me había fijado antes!) y el flequillo cortado recto; esos ojos marrones que harían envidiar a cualquier árbol; esa sonrisa de punta a punta de la cara que alegra hasta la más profunda penumbra... todo aderezado con ese lacito tan mono.
—¡Alicia!
De repente, vuelvo al mundo de los vivos. ¡Si es que me empano cada vez que veo a la delegada!
—¿Mhm?
—Corvin y yo vamos a ir a pegarles a esas palurdas. ¡Les debo una! —Minka buscando ganas de bronca.
—Oye, ¡espera...!
Entiendo que te preocupe, Finn, pero esos dos solo entrarán en razón a base de hostias. Especialmente Minka. Déjalos que se desahoguen...
No pasa mucho rato hasta que Nereida, mi preciosa muñequita de porcelana, vuelve con la decana Andrade. Se asoma por la ventana y suspira.
—Ah, es Minerva.
—¿Minerva? —pregunta Nereida, extrañada— ¿Minerva Altamira?
—Veo que te has aprendido los nombres de tus compañeros, buen trabajo —la decana acaricia la parte de arriba de la cabeza de la delegada y ella sonríe levemente. Qué envidia—. Sus madres son las directoras de la Fundación Altamira, una entidad que financia la escuela. Si le ponemos un dedo encima nos cortan el grifo del presupuesto.
Finn, Nereida y yo nos quedamos de piedra con el personaje.
—Le hicimos repetir el primer curso este año porque su actitud era nefasta con el personal, lo que provocó la ira de la Fundación. Si volvemos a hacerle ni aunque sea algo más a Minerva ya podéis dar por cerrada la academia. Lo que pagáis al mes no cubre ni la mitad de los gastos.
Esto es increíble. Una protegida niña de mamá(s) va haciendo lo que quiere con la gente solo porque no la pueden tocar. Bueno, tocar pueden tocarla, ni que fuera un fantasma. Me refiero a que no pueden castigarla.
—Mirad —continúa la decana Valira—, id a jugar un poco con ella y ya se cansará. Pero no metáis a los profes en esto y hacedlo fuera del perímetro de la Arcadia. Y si os hacéis daño id a enfermería a que Iam os cure. Hala, hasta mañana.
Y tal como vino se va. O sea, básicamente, que nos espabilemos. Pues qué bien.
—¿Qué hacemos? —admito que estoy un poco indecisa.
—Yo voy a bajar al menos a lanzar Corazas y Efluvios a la gente que lo necesite —aporta Finn.
—Um... Bajaré a la armería a buscar mi pistola evocadora y dispararé desde lejos. Igual viene bien una arcoíris en combate.
—Perdona —respondo perpleja a Nereida—, ¿qué es eso de arcoíris?
—¡Ah! Es que puedo dominar los seis elementos. ¡Ji, ji!
Qué pasadote. No en vano la considero perfecta. ¡Y lo es hasta en la magia!
—¡Qué guay! Bueno, pues nosotros vamos tirando. Te vemos afuera —le comunico.
Al salir al exterior vemos un pequeño grupo de gente enfrentándose a aquellas dos. Definitivamente son Minerva y Petra. Petra tiene cogido a un chiquillo de pelo verde clarito y una corona de rosas que, francamente, parece que esté haciendo cosplay de un personaje de anime. ¿Es de nuestra clase? Alguien tan variopinto estéticamente hablando tiene que haber resaltado, ¿cómo no me he dado cuenta?
Nos acercamos al alumno que tenemos más a tiro para saber cómo va el tema: un chico muy delgado, pero mucho mucho, castaño, con el pelo corto y, lo poco que tiene, echado hacia un lado de la cara. Tiene facciones muy suaves, en ese sentido me recuerda un poco a Finn. Sin embargo, los pelitos de su barba muestran que, aunque parezca un yogurín, es todo un hombre.
—Perdona, ¿cómo está la cosa? —pregunta el peliazul.
—Estamos intentando acercarnos pero Minerva tiene puesta una barrera que anula toda la magia. Petra repele a todo el mundo que se acerca con lanzamientos de sombra. ¿Tenéis alguna idea?
—De momento solo ayudar, gracias. Por cierto, ¿puedo saber tu nombre? El mío es Finn Snowgale.
—Nick Steinwender. Mucho gusto —le extiende la mano y la estrechan. Qué caballeroso todo.
Nota mental: no voy a saber escribir o pronunciar ese apellido.
¿Y ahora qué? No sé mucho de luchas, pero no parece que la cosa esté muy movida. Justo en la salida, donde está la puerta corredera que cierra el campus, han puesto una barrera de unos tres metros de alto. Se ve claramente que no es algo normal: es como un cristal, que brilla cuando le toca la luz, pero hace una especie de aguas. No es sólido como un cristal... pero es como un cristal. Argh. ¡Esto aún no ha salido en el temario!
Cerca de la barrera enorme esa están Minka y Corvin, además de otro chico de estatura corta y pelo negro muy corto. Ninguno de los tres parece superarlos y, en efecto, como dice Nick, cada vez que alguno se acerca, una oleada oscura los obliga a retroceder.
Al lado de la puerta al edificio, por donde hemos salido, está sentada en el suelo una chiquilla de media melena y ojos verdes. Parece distraída; está anotando en una libreta y murmurando a sí misma. Me suena haberla visto antes...
Hay dos chicas más y un chico. El chico está rellenito, tiene el pelo rapado al uno con algunas entradas y lleva unas gafas negras de pasta. Ah, también tiene barba. Da la impresión de ser un buen zagal. Las chicas... una de ellas es peliturquesa con el pelo recogido en una cola de caballo. Está mirando algo muy atentamente con el móvil en posición horizontal. ¿Un vídeo de YouTube, quizás? La otra es castaña oscura, con el pelo largo como yo, pero liso. ¿Lleva unas... orejas de gato? Definitivamente son un accesorio, puesto que parecen inertes. ¿Una diadema, acaso...? Tiene un cuerpo muy... femenino. Sobre todo por la parte de arriba. Qué envidia...
Para que nos entendamos: hay doce personas y solo conozco a siete.
—Hacedme un hueco, ¡que voy hacia allí!
Alguien más se apunta a la fiesta. ¿Tendrá una solución a esta debacle? Sale corriendo de la academia y se planta de un salto en medio de los tres que no conozco. Vale, igual he exagerado un poco. Así en cuanto a movimientos parece Minka en chica cis: movida y con mucha energía. Tiene rasgos asiáticos, sobre todo en los ojos. Iba a decir que es pelirroja, pero su pelo apenas se mueve. Debe ser una peluca. ¿Por qué llevaría alguien una peluca a clase? Están locos estos asiáticos.
—¡Recordad mi nombre! ¡Soy Akai Meiko-san, la furia escarlata del lejano Este!
Venga ya, ¿cómo podría olvidarme de una entrada tan dinámica en escena?
—Jinsei no Geemu!
De su mano lanza una carga de maná como las que hemos aprendido a lanzar hace algo más de una hora. La tira bien lejos, por encima de la extraña barrera. Al llegar encima de Minerva y compañía, Meiko-san chasquea los dedos y la carga estalla en mil trocitos de maná de varios colores que caen encima de las atacantes, de Minka y de Corvin.
Pero al terminar el arte, la chica de la entrada dinámica se arrodilla, exhausta.
—Estoy bien, estoy bien —me aclara para que no me preocupe—. Solo necesito reponerme. Mi habilidad ancestral usa todo el maná de golpe...
De igual manera, Minerva Altamira y Corvin también flaquean; ella, poniéndose la mano en la cabeza como si tuviese fiebre. La barrera palpita como si estuviese a punto de desvanecerse. Al contrario, Minka parece rebosar ahora de energía. ¿Es acaso ese tal Jinsei no Geemu un hechizo que mejora a unos a cambio de otros?
—Tengo una idea —oigo que Finn le dice a su compañero Nick—. ¿Quién de aquí domina el agua?
El yogurín parece haber entendido que mi amigo de pelo azul tiene la clave para la victoria, así que evita hablar alto. No sé qué dice, pero señala discretamente con el dedo a la chica de las orejas de gato y al zagal rechonchete.
—Vale, pues... —El resto de la frase no la oigo desde aquí.
¿Sabes qué me parece raro? Que la delegada aún no ha venido. ¿Quizá no ha podido sacar su pistola de la armería? ¿Y a mí cuándo me toca entrar en acción...?
Finn, Nick, la chica de las orejas de gato y el chico rechonchito están creando una immensa bola de agua, así como de un metro de diámetro. Los cuatro con las manos en alto, debajo de la esfera.
—¡Ya! ¡Lanzadla como hemos quedado! —exclama Finn— ¡Hidrovolea!
La esfera es lanzada a toda velocidad contra la barrera pero, antes de impactar contra ella, pierde su forma mágica y estalla su contenido contra Minerva y Petra.
—¡Argh! ¡Está helada! ¡Qué frío! —se queja la del pendiente y septum mientras su compañera de fechorías se cubre con los brazos por el repentino cambio de temperatura. La barrera mágica se desvanece al mismo tiempo que la del pelo carmesí intenso estornuda.
La moza de la cola de caballo de color turquesa pasa como si nada entre las dos atacantes y se para un segundito entre ellas.
—Toc toc, ¿Minerva y Petra? Toc toc, ¿Minerva y Petra? Toc toc, ¿Minerva y Petra?
—¿Qué? —pregunta Minerva, extrañada, no entendiendo lo que dice.
—Blizzaga.
La de la pregunta rara congela todo el agua que habían lanzado cerca de ella. El congelamiento llega hasta las piernas de Minerva y Petra, fijándolas al suelo e impidiendo su movimiento.
—Hala, hasta lueguins, piradas.
—Qué tía más rara, ¿no? —comento hacia el grupo que había lanzado la bola de agua.
—Es May Terranova, mi vecina —explica Nick Stein... lo que sea—. Bueno, insiste en que la llamen "Terra". Es un poco rara. Dicen que ve cualquier vídeo de YouTube e immediatamente sabe lanzar ese hechizo.
Aunque, vaya, yo no llamaría a eso ser raro, sino a tener una capacidad de retención de datos espectacular. ¡Ya me hubiera gustado ser así en Bachiller! Me hubiera ahorrado dos años de hincar el codo como una empollona.
De repente Minka me toca en el hombro.
—Hey, Alicia. Voy a vengarme de lo de la hora del recreo con lo que aprendido esta mañana en clase de combate. ¡Échale un ojo!
Vaya peligro. A ver con qué me sorprende...
Minka se va hacia la puerta del edificio, toma aire y se impulsa a toda velocidad hacia Minerva. Pero antes de llegar y aprovechando el impulso, se desliza por el suelo rodeada de magia de viento, parecida a una segada que hacen los jugadores de fútbol.
—¡Rasante bajo!
El golpe no solo rompe el hielo que May había lanzado antes, sino que además la tira al suelo y es en ese momento que Minka la gira y le pone los brazos en su espalda, immobilizándola.
—Maldito Patriarcado... —se queja la immobilizada.
—¡Ahora, Gilbert y Corvin! —grita la atacante hacia los dos chicos— ¡Aprovechad!
Ah, así que el mozo bajito de pelo negro se llama Gilbert. Los dos asienten y corren hacia Petra, placándola y derribándola al suelo y después immobilizándola como a la otra atacante.
—¡Corre! ¡Lárgate! —le grita Corvin al peloverde de la corona de flores.
Ese chaval lo duda unos instantes; después, empieza a correr en dirección al pueblo.
—Aguántala, Corvin —le dice Gilbert al del tupé—. Lo acompañaré a su casa.
—¿Estás bien? Hemos oído gritos y ruidos afuera...
—Nada importante, papá —le respondo, cerrando la puerta de la entrada de casa, minutos después de que todo el jaleo terminase—. Dos de mi clase buscaban jaleo y entre unos cuantos les han dado una tunda.
—¿Y tú? —pregunta mamá, con el mono de trabajo desabrochado y suciedad en la cara.
—Nah. No tenía claro qué hacer...
Y es que es verdad. Todo el mundo parecía tener una función allí. Primero, la asiática del pelo carmesí con su extraña magia; después, el grupo de Finn, Nick y los otros dos con su gran esfera de agua para mojar a Petra y Minerva y que perdieran la concentración; la tal Terra y su extraña broma sacada de The Big Bang Theory; y para terminar, Minka y Gilbert noqueándolas y haciendo que el secuestrado huyera. No había sitio para mí ni para nadie más en una acción tan bien coordinada que no parecía que se hubiese pensado en el momento.
Quizá sea esta una prueba de que si nos unimos nadie podrá vencernos, incluso si es nuestro segundo día blandiendo magia. Me emociona pensar cómo terminaré el curso si ya empieza así.
Subo las escaleras hacia mi habitación.
Pero lo más importante: ¿es normal que haya una persona immune a la disciplina en una institución aparentemente seria? ¿Por qué no se ha denunciado esto? Esto es un poco grave.
Mira, ¿sabes qué? Paso. Voy a ver si me miro algo chulo en Netflix, a ver si así consigo olvidarme de las movidas de hoy.
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