–¿Por qué vas tan lejos, Calisa, sólo por un capricho?—reprochó entre dientes Delsha acercándose —.Tenemos decenas de mis vástagos entre…
Ella posó su dedo en los labios de él, invitándolo a callar.
—Aquella vez, a pesar de que yacía otra mujer junto a ti, no apartaste tus ojos de los míos. —dijo mirándolo con los ojos húmedos—. ¿Sabes? Nunca pude olvidar tu mirada…penetrándome. Estabas haciéndome el amor a mí. Fue nuestra primera vez. Burka fue el resultado de nuestro deseo. Es mío — Rió juguetona.
Delsha suspiró molesto.
—Por ese niño Argón te visitará cada noche, se me parte el alma de pensarlo— dijo tomándola de los brazos, enfrentándola—. Las noches de Luna llena ya eran suficiente castigo.
—Lo sé mi lobo, a mí también se me parte el alma — dijo acariciando el rostro del guerrero, sonriendo con amargura—. Pero ya sabes, un Lobo no puede tocar a su Luna y el fuego consume mi cuerpo desde aquel día. ¿Me odiarías si confieso que las visitas del rey son un bálsamo para esto que me pasa?
Delsha se alejó con bronca dándole la espalda. Calisa Se acercó por detrás apoyándose en el.
—Tranquilo, mi Lobo —susurró y las lágrimas brotaron al fin, impotente de estar tan cerca y tan lejos de su amor.
—Señora, la cena estará lista en un momento— Interrumpió su sirvienta.
Delsha giró sobre sí mismo apartando a la mujer que lo sostenía, no la miró y caminó hacia la naciente noche. La dama se quedó allí, mirando a la nada.
—Muchas gracias Nilé.
—Escuché voces afuera por eso decidí intervenir, si alguien los viera de esa forma, así sean lobos o sirvientes del rey…
—Ya lo sé— Dejó escapar una carcajada—. No es como si no se supiera, después de todo, Argón aprovecha los beneficios de que desee a otro.
—Aún así mi señora, es un juego peligroso el de ustedes..ya sabe, la ley —dijo abriendo los ojos.
La “Luna sagrada” sonrío con desgano, revoleando los ojos. Se apoyó en la baranda de la escalera y miro a su sirviente.
—¿Alguien lo comprobó? Ningún espíritu de la tierra me ha hablado de ello jamás, no conocen nada al respecto.
—Mi gente siempre ha dicho que si un lobo alcanza la Luna la tragedia nos abrazará.
—¿Sabes Nilé? — comenzó a subir los peldaños—.Si no fuera porque temo por mi pequeña no me importaría morir mañana, con tal de abrazarlo libremente.
Avanzaba por las afueras de la residencia ensimismado. Debía tragarse los reclamos, ya que, como el perro que había aceptado ser, no tenía derechos. Él entendía perfectamente por lo que atravesaba su dama. Lo padecía cada día en carne propia, pero como su sangre de lobo negro era un negocio ancestral, nobles de todo el reino solían traer a sus lobas para hacerse con un descendiente suyo y eso, además de permitir que el rey forje amistades convenientes, presentaba una oportunidad para poder calmar su instinto, más no la fiebre de su corazón.
Miró hacia el cielo con melancolía, una tímida luna menguante le iluminó, apenas, el rostro.
—¡Líder de la manada!— Lo detuvo un grito.
Delsha se giró sorprendiéndose de no haberse percatado que tenía compañía. Era peligroso seguir distraído así.
Un par de los soldados del castillo del Rey se acercaron a él. Era raro que ya entrada la noche unos simples humanos, se atrevieran a cruzar los límites del territorio que le correspondía a la residencia de la luna. Si bien la estancia se encontraba dentro de los muros del fuerte, que rodeaban el castillo del Rey, el territorio le pertenecía a los hombres lobos.
Los observó, estaban siendo guiados por uno de los guardias. Los increpó con la mirada.
—¡Señor! Vienen en nombre de la corte, tienen el sello del prín..—fue interrumpido
—¿Qué los trae por Aquí? El rey acaba de partir de regreso —No disimuló su desagrado
—Lo sabemos, es que éste no es un asunto que discutir con el Rey. Nos envío el príncipe Gal para pedir prestado alguno de sus hombres.
Definitivamente odiaba a Ergón por ser dueño de su señora, por utilizarla para tener la tropa de lobos, por usar a los lobos para ganarse el respeto de las diferentes colonias, por haberse obsesionado con su sangre; pero debía reconocer que su hijo mayor Gal, era un muchacho ejemplar. A pesar de ser muy joven ya se había ganado dirigir una de las tropas principales luego de participar en una de las conquistas del reino más importante y haber vuelto victorioso, tan sólo con su “horda de humanos”, como los veía Delsha. El príncipe jamás había recurrido a la jauría, por eso ésta intromisión llamaba fuertemente su atención
—¿Para qué los quiere el príncipe?
Los soldados se miraron entre sí y rieron.
—Para salir a cazar algo grande— dijo enfatizando la palabra el muchacho, de no más de veinte años.
La naturaleza del lobo ardió.
—Estupendo, justo estaba aburriéndome. Yo los acompañaré.
Comments (0)
See all