Salimos al balcón y te subiste a la barandilla del balcón. Me diste la mano y me dijiste: <<Ven, quiero mostrarte algo.>>. Me subí a la barandilla, y te sujeté la mano. Me preguntaste: << ¿Lista?>>. <<Yo siempre estoy lista, Ari>>, te dije. Y saltamos de la barandilla, sentí la tu mano fuertemente apretada a la mía al saltar. <<Cierra los ojos Nash, no le quites la emoción al asunto ¿vale>>. Cerré los ojos y dejé que me guiaras por las calles. Seguía teniendo los ojos cerrados, cuando tocamos tierra firme. <<No abras los ojos aún ¿entendido>>. Asentí la cabeza en señal de respuesta. Note hierba bajo mis pies. Estábamos en un parque, de eso estaba segura. Sentí que tu mano se desprendía de la mía. Te pusiste detrás de mí, y me dijiste: <<Ahora sí, abre los ojos>>. Abrí los ojos poco a poco, esperando que mis ojos se acostumbraran a la luz. Cuando ya pude ver con claridad, me quedé asombrada por lo que vi. Estábamos en el Retiro, en la Rosaleda. Esta estaba iluminada por un pequeño farolillo que había encima de una mesa, la mesa estaba con un mantel rojo (mi color preferido), y encima de ella había un paquete envuelto en un papel de regalo negro, decorado con un trabajado lazo blanco. Al lado de la mesa había dos pufs, una lona blanca, un proyector y una caja llena de dulces. Me giré, te miré y me dijiste:
“-Feliz cumpleaños, Nash.
- ¿Por qué has hecho todo esto solo por mí?
-Porque eres mi mejor amiga, porque es tu cumpleaños, porque eres la mejor y como nunca habías estado en un cine al aire libre pensé que te gustaría.
-Esto es… asombroso, Ari. Gracias”
Y te abracé. Miré a mi alrededor, era todo tan bonito, tan perfecto. No podía creérmelo. Me miraste y luego miraste el regalo que había sobre la mesa. Me fui hasta el, y lo cogí con cariño. Empecé a desenvolver el regalo con cuidado. Era un sobre amarillento cerrado con un sello de lacre negro con la imagen de un pájaro y en la otra parte del sobre se encontraban mi nombre y apellido escritas en una bonita caligrafía de tinta negra. <<Nash Lancrew>> ponía en el sobre. Y junto a él se encontraban una libreta con el título de << Las historias invisibles de una chica más>> y una pluma de tinta negra. Te miré y en una sola mirada me dijiste <<Abre el sobre, te sorprenderás>>. Abrí el sobre, y saqué su contenido. Una pequeña foto vieja, sacada con una polaroid antigua, en la que salíamos tú y yo con la nariz manchada de helado con 8 años; y una carta doblada que ponía <<para mi mejor amiga>>. Desdoblé la carta y me dispuse a leerla:
“Querida Nash:
Hoy, día 17 de julio, cumples 15 años. Una edad estupenda. Hace ya, 9 años, desde que te conocí en el colegio. Desde entonces se me hace imposible imaginar una vida en la que no te encuentres tú. Me has oído decir locuras, barbaridades, sandeces… y aun así me sigues queriendo. Puede que no sea la persona más detallista, ni la más inteligente, ni la más cuerda, ni la más observadora. Pero si quiero que tengas una cosa presente. Eres mi mejor amiga. Te quiero. Sería capaz de mover cielo, tierra y agua solo para hacerte sonreír. Sería capaz de enfrentarme a todo el mundo, con tal de protegerte. Haría todo lo que estuviera en mi mano para que fueras feliz. Algún día escribirás historias muy buenas y yo estaré ahí para disfrutarlas contigo. Eres la mejor.
Te quiere,
Ari Valdez”
Sentí las lágrimas en los ojos, a punto de rodar por mis mejillas. Y viniste a abrazarme. <<Shh, vale, vale, ya sé que soy fantástico, pero no hace falta llorar>>. Me reí. Unas cuantas películas, y media caja de dulces después, acabamos sentados en los pufs con la cabeza apoyada en el hombro del otro mirando a las estrellas que iluminaban la ciudad.
Comments (0)
See all