<<Estás preciosa así, aunque en realidad estas hermosa lleves, lo que lleves. Simplemente eres hermosa, ¿lo sabías?>>. Hiciste que me riera, pero luego te miré. Estabas serio. Te miré con una señal de asombro.
“- Eres hermosa, lo digo enserio.
- Sabes que es mentira. No soy tan linda como ellas…
- Eso es porque no saben ser como tú, te tienen envidia y por eso insisten en intentar ser superiores a ti, cuando en realidad no lo son.
- ¿Envidia? ¿Por qué iban a tener envidia de una chica patosa, fea, torpe, callada, pesimista, negativa, introvertida, insegura, solitaria y marginada?
- No eres ninguna de esas cosas que crees ser.
- Entonces Ari… ¿Qué soy?
- ¿Enserio me lo estas preguntando?
- Sí, contéstame que tengo una gran curiosidad por ver como son de extrañas tus ocurrencias – dije con sorna. - Eres una chica hermosa, asombrosa, inteligente, terca, valiente, decidida, curiosa, con gran sentido del humor, servicial, perspicaz, ocurrente…
- Lo pintas de esa manera porque eres mi mejor amigo, no tienes opción, una de tus obligaciones como mejor amigo, es mostrarme las cosas mejor de lo que realmente son.
- Puede, pero eso no significa que lo haga siempre, además, te miro y siento que puedo tener el universo entero entre mis manos. – dijiste poniendo mi cara entre tus manos. Hiciste que me encendiera como unas luces de neón. - Oh, eso no lo sabía…” Bajé la cabeza por la vergüenza que me hiciste sentir. Te reíste y me dijiste <<Ay, mi niña linda>> juntando tu frente contra la mía. Hice lo que creí correcto en ese preciso instante.
“- Gracias, Aristóteles Valdez, por ser el mejor amigo de esta chica marginada y por ser mi chico de oro, ¿me harías el favor de serlo para siempre?
- ¿Creías que iba a dejar de serlo? ¿Me ves capaz de dejarte sola? – Miré hacia arriba, con un aire de culpabilidad –
¡No me lo puedo creer! ¡¿Enserio te lo estás pensando?! ¡Me ofendes Nash! Jamás te dejaré sola, dalo por hecho. – Sonreí.
- Te quiero, mi chico de oro. - Te quiero mi chica linda.”
Te di un beso en la mejilla y en ese momento fuiste tú el que se encendió como una luz de neón…
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