Hola, mi nombre es (...) y he vuelto.
Vaya, ha pasado mucho tiempo. Pensaba que no iba a volver, que todo esto estaba en un pasado que se quedaría tranquilo como un recuerdo que te enseña a valorar lo que de verdad importa en la vida y te ayuda a apreciar lo que realmente te hace feliz. Pero me equivocaba, no... no he podido estar más equivocado que en el momento en el que pensé que estas situaciones se pueden dejar sin vigilancia. No digo que no ayuden a estar mejor o a tomar perspectiva, pero no se pueden olvidar o pensar que se acabaron.
La escalada sigue, eso no va a terminar hasta el final, porque así es la vida. Podremos, en cierta medida, decidir la montaña que vamos a escalar, pero el camino continúa nos guste o no. En parte por eso es conveniente elegir la montaña, si a pesar del esfuerzo no disfrutamos de las vistas... mal vamos. Ya de por sí es duro el trayecto, ya de por sí somos individuos humanos y por ende complicados, ya de por sí nos hacemos la vida más difícil de lo que es, ya de por sí... pues eso, que he vuelto y aquí estoy.
No estoy en el mismo lugar que hace tantos meses, ni soy el mismo. He podido aprender, incluso mejorar en aspectos que no hubiera imaginado posibles hace un año. Sin embargo, hay algunos elementos de mí que continúan precisando de trabajo, búsquedas que precisan de una conclusión y vacíos que no pueden tener solamente aire en ellos. En momentos en los que no tenemos objetivos ese puede ser uno que, al menos, sostenga un caminar menos errático y dirigido a lo que podamos querer ser o nos haga felices. Aunque ahora mismo no soy capaz de imaginarme de esa manera.
Es curioso, las vivencias nos aportan certezas de aquello a lo que podemos llegar, sensaciones que somos capaces de experimentar, pero no siempre dejan claro el camino para llegar a ellas. Es normal, no podremos volver a sentir lo mismo porque nunca somos el mismo río, ni llegamos al mismo mar. Al menos tenemos la seguridad de que algo similar puede volver a nuestra vida.
He vuelto, gracias por aceptarme cuando yo no lo hago, gracias por perdonarme cuando no me lo permito, gracias por darme la oportunidad de transmitir aquello que temo pensar en las noches claras o en los días oscuros y gracias por no pensar como yo. Tal vez esa sea la mayor riqueza que puedan aportar los demás a nuestras vidas, una diferente manera de pensar y de actuar; pues cuando aquello que hacemos no logra lo que buscamos nos sirven de referencia.
Creo que ya me he extendido demasiado y mis pensamientos aún requieren mucha meditación, por eso lo dejo hasta la próxima sesión. Mientras continúe siendo un juguete roto acudiré a vosotros que con respeto me escucháis y, en gran parte, dais sentido. También hay algo que no quiero dejar de lado, un nuevo enfoque que quiero probar... pero eso ya lo veréis.
Muchas gracias.
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