Hola, mi nombre es (...) y no me veo libre.
Es una sensación extraña, inefable en muchos casos e incoherente en otros. Tristemente estoy encerrado en un ciclo que mi mente hace girar, en una jaula cuyos barrotes forjo yo mismo sin darme cuenta o sin ser capaz de evitarlo. Perder el control sobre uno es algo que nos llena de vergüenza y de una sensación de terrible desasosiego, no importa quien sufra las consecuencias de ello.
Nos debemos mucho, creo. Al menos lo suficiente para no hacernos algo tan sumamente doloroso y traicionero. Si viéramos en una película a alguien hacer a otro lo que nos hacemos... lanzaríamos una piedra contra la pantalla, para gran sobresalto de quién esté en la sala con nosotros. No darnos la cancha que necesitamos es un error que nos perdonamos a menudo, cuando hay otros mucho menos graves que nunca nos permitimos olvidar.
¡Qué hipócritas somos! Con tantas necedades que realizamos no somos dignos de ser llamados seres inteligentes y, sin embargo, eso somos. Empleemos debidamente nuestras virtudes y dejemos de cultivar tanto nuestros defectos, que esos ya crecen solos sin que los reguemos. Es la realidad que podemos ser, que podemos vivir, que nuestro corazón desea y que nosotros merecemos.
No paremos de romper las cadenas o las cerraduras que nos encierran donde no podemos ver la luz, seamos artífices de nuestra libertad y no sus verdugos. Debemos dejar de ponernos tantas trampas y echarnos una mano para sorprendernos algún día con aquello que fuimos, con la sonrisa de aquel que ha llegado a ser su mejor yo. No sé si debo decirlo pero, se lo merecen y tú también, tal vez incluso más que ellos.
Sentir sin las restricciones que ahora el temor me impone, actuar con la tranquilidad de un anciano y la energía de quién tiene una fuerza superior a su carga. Puede ser... ¿es eso lo que anhelo?, ¿sería esa la forma última de mi ser?, ¿aquella a la que aspiro?
Oh, vaya... casi se me olvida que aún soy un juguete roto. Pero lo soy y prometo que, aunque así deba ser el resto de mi vida, no pienso seguir con mis alas cortadas. Puede que no sea algo próximo, ni que lo sienta posible, simplemente es una certeza que, de algún modo, se hará realidad.
Muchas gracias.
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