Sin mucho tiempo para idear un plan detallado, decide utilizar un señuelo, unas pequeñas castañas que le había obsequiado el pequeño de Shippou serían una gran distracción en ese momento, aplicó un poco de presión sobre estas y activando el sello las aventó con fuerza dejando que la magia ilusoria del pequeño zorro hiciera lo suyo. Se transformaron en bellas aldeanas que corrieron velozmente hacia las afueras del bosque atrayendo a los youkais más débiles casi en su totalidad, dejando al descubierto al más poderoso de ellos quien como era de esperarse no calló en el truco.
_SUÉLTALA!!!!-Grito con suma molestia el menor mientras se aventaba sobre el espectro para intentar inmovilizar el brazo que empuñaba el arma que irónicamente era similar a la suya.
Mientras tanto en las cercanías podía divisarse la figura cansada de un joven monje quien había estado caminando sin rumbo intentando encontrar la famosa aldea que contaban las leyendas sin embargo no había podido dar con ella, por lo que resignado decidió volver donde sus compañeros pero no encontró a nadie, camino por los alrededores sin tener éxito alguno, al parecer las cosas estaban sucediendo mas rápido de lo que éste había imaginado,luego de unos minutos se escuchó a lo lejos un grito de dolor, él conocía a la perfección esa dulce semblante de voz.
_¿Sango?- Algo le decía que las cosas no iban bien, no dudó ni un segundo en correr lo mas rápido que pudo hasta el lugar guiado por el sonido que emitió la exterminadora _¿Q-Que habrá pasado?!, tiene que ser algo muy fuerte para que ella sea lastimada de gravedad, seguro esto es obra de Naraku de alguna forma...
-Tras correr unos minutos se vio con un escenario algo perturbador, un ser idéntico a Kohaku y varios Yokai peleando contra el auténtico hermano de la exterminadora y ella yacía en el suelo con una herida profunda, se acercó rápidamente a socorrerla-
—Sango, esa herida que tienes es profunda, ya estoy aquí y te ayudaré a ti y a tu hermano, no me preocupes de esa manera, una cosa es no verte por un rato y otra diferente es no verte jamás. -Reincorporó su vista y se posó al lado de Kohaku para intentar acabar con los enemigos presentes-
—Has llegado antes que yo, te lo agradezco Kohaku...Parece ser que esto es obra de Naraku.
-La joven exterminadora había sido socorrida tan velozmente por su pequeño hermano y su pareja que las palabras de agradecimiento serían muy vagas para hacerles saber lo feliz que estaba de verlos, intentó reincorporarse sin embargo la herida era tan profunda que no paraba de borbotar en florecimiento desde el interior de su cuerpo la sangre, que poco a poco escurría fuera de ella, haciendo que tanto su pecho como la fina vestimenta de su excelencia quedaran comprometidas-
_¡Ngh!.... Si... Esto... Continua moriré... -Profetizó unas débiles palabras que terminaban por quitarle lo poco y nada de energía que le quedaba-
Debían pensar en algo rápido, los youkai comenzaban a posarse en las copas de los arboles e incrementaban su numero a medida que pasaba mas tiempo. Sin duda ese youkai no era normal, tenía la extraña habilidad de transformarse en las personas y de copiar sus armas y técnicas, derrotarlo no sería nada sencillo sin mencionar que no estaban en la mejor posición para defenderse o atacar después de todo la pobre Kirara estaba ya demasiado cansada para pelear
<¡Lo sabía... Sabia que vendrías si lastimaba a tu linda hermanita Kohaku>
_Es verdad ese demonio hizo que llamara a Kohaku ¿Acaso Naraku está tras mi hermano? ¿Quiere matarlo? ¡No...No se lo permitiré! ¡Primero me verán muerta antes de tocar a Kohaku!- La joven exterminadora se encontraba ya al borde del colapso no les quedaba mas opción que escapar, su excelencia podría ser una buena opción al momento de enfrentarlos pero con el panal de abejas activo el revoloteante zumbido que comenzaba a escucharse por todo el lugar era insoportable, si llegara a usar su Kazaana las abejas lo matarían, Naraku siempre sabía como acorralarlos.
_¡Exce...Lencia... Kohaku... Debemos Huir!
<¿Piensan huir? ¿creen que será tan fácil?, Estas media muerta exterminadora y ellos son pan comido para mí, sin el Hanyou aquí no tienen oportunidad> - Reía a cada palabra saboreando con paciencia su ventaja.
-Solo les quedaba una opción utilizar todas las bombas de humo que tenían Kohaku y ella para hacer una gran distracción aun que no durara por mucho almeno les daría tiempo para intentar escabullirse de los insectos y así poder utilizar el kazaana para escapar sin que los sigan-
_¡Kohaku ya sabes que hacer... Papá siempre nos entrenó ...para esta situación es mejor...ngh... no enfrentarse al ejército!
Mientras el monje y el exterminador acababan con tantos yokai como podían, sin embargo no parecían tener fin aniquilaban tantos como podían, varios al mismo tiempo incluso pero estos no dejaban de llegar. Las cosas se pusieron un tanto difíciles cuando comenzaron a integrarse yokai grandes y pesados a la batalla,pero no era nada que el menor de los exterminadores no pudiera manejar, dio un gran salto haciendo una pirueta para lograr caer sobre la cabeza de uno de los enormes monstruos y así amarrar su cadena al rededor del cuello para después saltar a otro repitiendo la acción. Acto seguido jalo con todas sus fuerzas haciendo uso de la gravedad y de ese modo derribo a ambos, para después cortarlos por la mitad con su poderosa Oz.
Aun que su victoria duro poco ya que al fondo se veían muchos más enemigos y eso era algo que no podrían manejar en esa situación mucho menos con la herida que su hermana había sufrido.
_Excelencia.... Mi hermana tiene razón usted sáquela de aquí y yo me encargo del resto, kirara prepárate para correr! -Dicho esto el joven pelinegro tomó todas sus bombas de humo y se preparó para salir todos juntos de ahí.
_AHORA! -Dio la orden y el monje se preparó con suma velocidad-
El pelinegro lanzó todas las bombas de humo al mismo tiempo esperando que eso fuese suficiente para aturdir a todos o al menos a la gran mayoría de los yokai y así poder huir y tratar la herida de la mayor, aprovechando la confusión su excelencia se montó sobre la gata para poder absorber tantos Youkais como le fuera posible, claramente era una enorme cantidad de energía maligna y aun que esta estrategia comprometía peligrosamente su salud la adrenalina que corría ferviente entre sus venas inundando su cuerpo no le permitían sentir dolor alguno, su "mujer" necesitaba de él y soportar ese dolor no era nada con tener que enfrentar una vida sin volver a apreciar su rostro y su sonrisa por las mañanas.
_¡KAZAANA! -Giró con fuerza desato su rosario y desencadeno el caos, los árboles, la tierra y hasta las mismísimas nubes tormentosas eran absorbidas, poco a poco el escenario iba despejándose hasta que un punzante dolor recorrió su brazo desde la palma hasta la cintura entumeciendo por completo sus músculos _Ngh!...
Debido al exhaustivo dolor que recorría sus entrañas comenzó a encurvar su cuerpo sujetando con fuerza su brazo casi como si este se le fuese a salir del torzo, la exterminadora lo observaba de forma impotente y sin poder mover demasiado su cuerpo, giro hacia el para dedicarle algunas palabras de alivio_ ¡Excelencia! ¡Mireme!_ -Claro que el mayor estaba sufriendo tanto que pasaba por alto el desesperado tono de voz de la pelioscura-_¡Miroku!_- dijo al fin atrayendo así la atención del monje.
_¡Mireme! ¡Debe concentrarse en el ejercito de youkais no en el dolor!... Nosotros…-Dio un largo suspiro tratando de recuperar algo de aliento y agrego-
_Yo…Lo necesito conmigo… necesito su atención en mi…
Aquellas palabras eran como éxtasis para su oídos, de pronto el coraje y el orgullo invadieron su ser desatando un voraz gruñido que provenía desde lo mas profundo de su ser, levantando con todas sus fuerzas de nuevo su brazo desato el caos nuevamente pero esta vez de mayor magnitud pues a medida que absorvia a los seres malignos la herida obscura y cavada de su mano se tornaba cada vez de mayor tamaño a medida que mas y mas demonios eran absorbidos, dejando detrás de si grandes grietas sanguinarias que bajaban a lo largo del brazo del mayor haciéndolo gemir de forma dolorosa.
La exterminadora solo lograba ver de forma borrosa la mullida silueta en guardia del mayor parada enfrente de ella, protegiéndola a toda costa, parecía casi un ángel guardián y de alguna manera al tenerlo allí con ella su cuerpo y mente se relajaron, dejándose así perder el conocimiento poco a poco haciendo que todo a su alrededor se volviese negro,
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