El aire era fresco y el aroma a hierbas medicinales inundaban el ambiente, un ardor cosquillaba su espalda haciendo que se estirara levemente dejando al descubierto su tersa y delicada piel, abrió poco a poco sus orbes color miel, para saber que era lo que estaba pasando, hacía solo un segundo se encontraba rodeada de seres malignos y de pronto estaba en un campo verde recubierto casi en su mayoría por hermosas flores de tonos azules, el pasto rodeaba su cuerpo frotando de forma dulce sus mejillas, intento apoyar sus brazos para poder levantarse pero el dolor era tan fuerte al moverse que la paralizaba, dejándola caer pesadamente de nuevo al suelo.
_No deberías moverte tanto Sango –Le susurraron desde sus espaldas, ella conocía esa voz, la conocía mas que bien.
_¿Excelencia? –Susurro en voz baja, pues aun no podía siquiera profetizar alguna palabra.
_Pensé que ya no volvería a escucharte bella Sango –Dijo el mayor tan bien de forma baja, la paz envolvía el ambiente, la suave briza que recorría el campo acariciaba el torso desnudo de la morena haciendo que su piel enrojecida se erizara un poco, claro que no se escandalizo demasiado, después de todo al estar boca abajo dejaba a la imaginación sus atributos y aunque se exaltara no podría moverse de todos modos.
De repente algo la hizo dar un pequeño salto, sintió como unos dedos paseaban suavemente por su piel desnuda recorriendo el camino de la espina dorsal, se arrastraban con algo de lividez dejando tras de si un dulce aroma a hierbas que creaban un suave ardor, hasta aterrizar en la herida que fue causada en combate, arrebatando un suave pero doloroso quejido.
_Ngh… -Ese dulce suspiro hizo que el monje abriera sus ojos algo sorprendido, nunca espero que aquel suave quejido de dolor penetrara sus oídos y se encarnara en su piel haciendo que su cuerpo se detuviera en seco, sus labios comenzaban a inquietarse, sus manos se paralizaron y no pudo evitar mirar con detenimiento el cuerpo de la menor, claro que la había apreciado en varias oportunidades en el pasado sin embargo esto fue diferente, como si un impulso se explayara hacia el exterior, su piel comenzaba a calentarse poco a poco, de pronto una tenue voz rompió el silencioso incordio que lo invadía.
_¿Excelencia? ¿Qué le sucede? –Pregunto algo confundida la joven exterminadora después de todo el monje se había detenido en seco y sudaba de forma leve.
_¡Eh!¡Ah!... No… No es nada Sango, tu descansa ¿Si? Deja que me ocupe de tus heridas –Lo intentaba sin embargo su voz se quebraba al momento de recuperar el aliento, un sentimiento que nunca antes había experimentado con tal fuerza comenzaba a invadirlo, bajo sus delicados dedos poco a poco de forma precavida después de todo aquel impulso lo dejo anonadado por varios segundos y tener perdida la mente de esa manera no era un buen plan en ese momento, menos si les seguían el paso.
_Vamos Miroku…Concéntrate no puedes dejarte llevar ahora… -Repetía por sus adentros dándose fuerzas para no desembocar en algo de lo que luego se arrepintiera, sin embargo hacia tanto tiempo que no compartía un momento a solas con la morocha que aquellos pensamientos comenzaron a revelarse contra el-
_ Hace tanto que no estamos solos… No hemos tenido la oportunidad de charlar o siquiera de preocuparnos por nosotros que estar en esta situación en este momento me pone un tanto nervioso –decía para si mismo-
A medida que se perdía en sus pensamientos sus manos acariciaban de forma inconsciente la piel de la exterminadora haciendo que esta mordiera sus labios tornándolos de un rojizo vibrante, sus mejillas estaban muy sonrojadas, apretaba con fuerza sus manos pues las hierbas eran un tanto ásperas para rosar su herida, sin embargo el monje no se había percatado de esto logrando (tal vez de forma inconsciente) que la joven soltara un quejido aun mas voraz que el anterior siendo casi un gemido.
_¡Ahhh!... Exelen…cia –dijo en voz baja aferrándose a sus ropajes que le hacían de manta para que no tuviera contacto con el frío suelo-
_Sango… -A pesar de aquello la mente del monje había viajado muy lejos dejando atrás solo los impulsos mas primitivos de un hombre deseoso que pierde fácilmente el control frente a la mujer mas deseada de su vida, poso su cuerpo con cuidado sobre la joven, dejando sentir de forma suave su peso sobre su espalda y acerco su virilidad al cuerpo de la contraria, haciendo que esta se exaltara.
_¿Pero… Que?...¿Que hace excelencia?- La joven intento dar un giro para apreciar el entorno después de todo no estaba comprendiendo el silencio repentino del mayor ni el por que de pronto siente su cuerpo tan cerca del de ella, pero al intentarlo fue sorprendía por las fuertes y masculinas manos que entorpecieron sus movimientos dejándola boca abajo por completo _¡Excelencia! ¿¡Que esta haciendo!?
Sus replicas eran en vano después de todo a esta altura era imposible ocultar un deseo palpitante que no solo se dejaba ver en la mirada libidinosa del mayor sino también de forma física haciendo que su cuerpo respondiera al de la joven, a medida que la inmovilizaba acercaba cada vez mas su eréctil miembro a su cuerpo, a pesar de tener el ropaje puesto este se hacia sentir sin problemas al presionar entre los muslos de la joven, esto la hizo exaltar en demasía después de todo jamas había pasado tal cosa, nunca fue mas que una mano traviesa o una simple mueca solo para molestar, pero ahora las cosas habían cambiado, no era un trato común de alguien con el que se podía razonar, era un intento serio de tocar su cuerpo e incluso de acercarse mas de lo que ella se sentiría cómoda, intento forcejear pero era inútil, estaba herida y su cuerpo se movía con mucha dificultad, las manos del contrario apretaban con fuerza sus hombros dejando algunas leves marcas de tono carmín, solo podía intentar hacer reaccionar al monje por lo que grito con fuerza.
_¡Aléjese de mi monje pervertido! –Salio como una bala desde su interior, gritando con todas sus fuerzas, llamando así la atención del mayor-
_Monje pervertido… ¿Eh? –Su mirada había cambiado por completo, sus manos cambiaron el trato de inmovilizarla de forma física a someterla de forma mas intima, pudo sentir la mirada del monje posarse sobre ella, una mirada que la desnudaba, una mirada que acariciaba su cuerpo y se posaba en los lugares mas íntimos apenas expuestos, el contrario acerco sus labios a la espalda de la joven haciendo que esta se encorvara no por que los labios de este le sorprendiera, sino por que le habían provocado un escalofrío que la sometía al sentimiento de placer, intentaba no suspirar, intentaba no gemir, intentaba e intentaba desesperadamente sin embargo de cierta manera la situación la tenia deseosa, deseaba un poco mas.
_Ahhh…Exce…len… ¡No! ¡No! –De pronto su mente regresó, dando un fuerte manotazo hacia atrás con la esperanza de zafarse pero su intento fracaso al verse envuelta por los musculosos y fuertes brazos ajenos que la tomaban por el cuello haciendo que su espalda se doblara un poco mas hacia atrás, despegándola un poco mas del suelo, e inmovilizando su ultimo intento, el cual le había consumido mucha energía, pero antes de siquiera poder pensar sintió como algo rosaba su columna, algo que la hizo dar un pequeño gemido. _...Ah… Q…Que…- De pronto lo volvió a sentir, la tibia lengua del mayor se hacia un festín de placer con su piel, repasaba su tes dejando una estela tibia y húmeda de sensaciones, que arrancaban de ella lo que no quería demostrar.
_Sango…Mhfm… -Entre eróticos suspiros el monje apoyo de forma mas firme su miembro el cual ya se encontraba erecto en su totalidad, restregaba un tanto cada vez el cuerpo de la menor, mientra que con su mano libre comenzó a acariciarla, al tener el cuerpo un tanto elevado del suelo se dejaba ver con claridad sus pechos, eran mas de lo que su excelencia podía haber siquiera imaginado, eran grandes, tersos y firmes, llevo su mano suavemente sobre uno de ellos, haciendo que la joven diera un repentino salto, pero esto no lo detuvo quería disfrutar del placer que le profería la contraria sin importar lo demás, se tomo su tiempo, paseo su mano desde su abdomen hasta subir lentamente por su pecho hasta llegar a su pezón, era suave con un tenue tono durazno en la punta, primero paso su indice jugueteando un poco con el, mientras mordisqueaba su espalda con algo de fuerza, dejando pequeñas marcas, a estas alturas la joven no podía hacer nada mas que sentir como su cuerpo era asaltado sin reparo.
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