Notas del Autor:
Hola a todos, y bienvenidos a esta nueva historia que arranca el día de hoy, que será la primera de una serie de entregas que conformarán una saga a la que he titulado en conjunto Harmonía. ¿Por qué? Ya lo verán a su el tiempo. Pero bueno, ¿de qué se tratará? Bien, he aquí algunos puntos importantes a saber antes de comenzar:
- Nunca está de más decirlo; esta historia está basada en la Serie de Televisión My Little Pony: Friendship is Magic, desarrollada por Lauren Faust, y cuyos derechos pertenecen a Hasbro Inc. y Hasbro Studios.
- Esta historia es del tipo Universo Alterno, es decir, no se ubicará dentro de la serie original, sino en un lugar y tiempo totalmente distinto a ésta. En concreto, esta historia y las que le sigan, se ubicarán en una Equestria Alterna, que no es habitada por Ponies, sino por seres humanos (con pieles de diferentes colores, pero humanos aun así). Las personalidades y la mayoría de los roles seguirán siendo los mismos de la serie original, pero habrá algunas marcadas diferencias. Para los que estén leyendo mi otra historia, "Creí que no te volvería a ver", el concepto les será más familiar. Concretamente, todas las historias de Harmonía se ubicarán en ese mismo mundo que ya he presentado en ese otro Fanfiction, aunque esta entrega en particular ocurre mucho antes.
- Cada una de las entregas será de cierta forma, una reinterpretación de los Hechos más importantes de la Serie de Televisión, adaptados y modificados a este nuevo universo que propongo. Algo así como una versión diferente de My Little Pony: Friendship is Magic, o cómo yo hubiera hecho la historia si quieren verlo de esa forma.
- Las Entregas principales de Harmonía no serán de corte romántico, es decir, no se centrarán en ninguna pareja o parejas en especial. Puede que a lo largo de sus capítulos que presenten algunos guiños de atracción de un personaje por otro, pero en general no está en mis planes enfocar las historias en ese sentido (aunque esto puede variar sobre la marcha). De momento, historias ya más enfocadas en alguna pareja y que desee explorar a más detalle, y que se ubiquen en este mismo mundo, las haré como historias aparte o adicionales, como el caso de "Creí que no te volvería a ver".
Así que en resumen, será una serie de Historias, todas relacionadas entre sí, y todas ubicadas en un mundo igual al mundo de la serie de My Little Pony: Friendship is Magic, sólo que aquí todos serán humanos de colores como en las películas Equestria Girls, y será una reinterpretación de los hechos importantes de la serie a mi estilo. ¿Un poco confuso? Bueno, de seguro luego de leer los primeros capítulos quedará más que claro a lo que me refiero con todo esto. Así que, comencemos. Cualquier comentario, ya saben, estoy más que abierto.
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HARMONÍA I:
Solsticio de Verano
Por
WingzemonX
Capítulo 01
Twilight "Perfección" Sparkle
De todas las diferentes disciplinas mágicas que un Estudiante de Hechicería debía aprender, muchos dirían que la Transmutación es una de las más complicadas, sino es que acaso la más complicada. Su principio es bastante sencillo de entender, incluso para los que no eran fervientes conocedores de la magia: transformar un objeto físico, ya sea sólido, líquido o gaseoso, en otro objeto físico diferente al primero. Suena fácil, ¿no? Pero no lo era; había otras circunstancias que considerar de por medio, antes de intentar hacerlo. Según el principio básico de la Transmutación, cualquier objeto no vivo, podía ser convertido en cualquier otro objeto no vivo, de diferente naturaleza física y química, siempre y cuando respetara su misma masa. No podías crear una montaña a partir de un palillo, ni viceversa, pero si podías convertir una naranja en una esfera de metal, y de regreso; y era justamente eso lo que había mantenido despierta hasta relativamente tarde a la Estudiante de la Academia de Hechicería Divina de Canterlot, Twilight Sparkle.
Pese a eso, esa mañana no comenzó muy diferente a cualquier otra; aunque de hecho, comenzó un poco más temprano que de costumbre. Las campanillas de su reloj despertador sonaron a las seis en punto de la mañana, y treinta y dos segundos después ya estaba levantada, despabilada, y con sus pantuflas azules en sus pies. Se tomó sólo un par segundos más para estirar los brazos al aire, y soltar un fuerte bostezo que le ayudará a liberarse de lo poco de sueño que le quedaba en el cuerpo.
Por el suelo de su dormitorio, se podía ver una gran cantidad de esferas de metal y naranjas, residuos de todo lo que había estado haciendo la noche anterior. Tuvo que caminar con cuidado para no pisar alguna, y terminar de espaldas contra el suelo; dos veces ocurridas la noche anterior, eran más que suficientes. Tomó entonces su reloj despertador y volvió a activar la alarma, pero que ahora sonara justo a las siete cuarenta y cinco. Tenía un poco menos de un hora y cuarenta y cinco minutos para vestirse, arreglarse y peinarse, comer un desayuno rápido, y revisar sus notas y practicar para el examen de ese día una última vez.
Todo en su horario estaba fríamente calculado con tres días de anticipación, así como lo estaba el de los siguientes cinco días, y el sexto el progreso. Todo lo que debía hacer y no hacer estaba contemplado, incluido el cómo lidiar con su Dragón Familiar, el pequeño Spike, quien dormía en otra cama mucho más pequeña.
- Despierta ya, Spike. – Le murmuró con fuerza, tomando la sabana azul que lo cubría y jalándola para dejar al pequeño al descubierto. – Ya es hora, vamos dormilón.
El Dragón recostado en la cama se revolcó un poco de un lado a otro, cubriéndose sus ojos con sus pequeñas manos. Se trataba de un dragón de escamas moradas, pecho y cresta verde. Su forma era más antropomórfica que la de los dragones comunes que se conocían; tenía dos patas y dos manos, cuerpo pequeño, pero una gran cabeza.
- ¿Qué? ¿Ya es hora? – Masculló confundido y adormilado el pequeño Dragón, abriendo sus ojos lo más rápido que su cansancio le permitía. Se le notaban unas pequeñas ojeras decorando su rostro por debajo de sus grandes ojos verdes, con pupilas verticales.
Aún con la mirada nublada, intentó enfocarse en el reloj despertador sobre el buró. Y lo que vio, fue horrible...
- ¡Debes estar bromeando!, ¡son las seis de la mañana! – Hundió en ese momento su rostro contra su almohada. – Aún faltan dos horas para tu clase.
- Nada de quejas, Spike. – Pronunció Twilight Sparkle, dirigiéndose directo a sus cajones para sacar calcetines limpios. – Ya habíamos establecido con mucha anterioridad nuestra hora de levantarse de hoy. – Tomó unos calcetines largos color blanco, cerró su cajón, y entonces se dirigió a su armario. – Por favor, sé bueno y prepáranos unos emparedados de jalea, ¿sí? Necesito seguir repasando el conjuro para el examen de hoy.
- ¿Otra vez? – Murmuro Spike malhumorado, alzado de nuevo su cabeza a duras penas. – Pero ayer te dormiste después de la media noche practicándolo.
Twilight no se tomó el tiempo para responderle. Estaba revisando los cinco conjuntos idénticos del uniforme de la Academia que tenía colgados en su armario, intentando determinar cuál era el más limpio y adecuado para ese día tan especial; día de examen.
Twilight Sparkle era una jovencita de piel morada, cabello azul oscuro, largo y lacio hasta por debajo de su cintura, con un distintivo mechón rosado que parecía recorrer un camino recto desde su fleco, hacia atrás, y hasta el final de su melena. Tenía ojos serenos de color morado oscuro, con un cierto brillo encantador en ellos. Se encontraba en aquel entonces un poco menos de la mitad de su tercer año en la Academia de Hechicería Divina de Canterlot, la Escuela de Magia más prestigiosa de todo el Reino de Equestria, dirigida por ni más ni menos que Lady Celestia, la Poderosa Diosa Guardiana y Regente de todas esas tierras; casi poca cosa.
Resignado por su situación, Spike no tuvo más remedio que levantarse, y hacer lo que le habían ordenado, arrastrando los pies. Mientras Twilight seguía decidiendo entre sus piezas de uniforme, él se tomaba su tiempo en preparar ocho rebanadas de pan, cuatro con mantequilla de maní, dos con mermelada de fresa, dos con mermelada de uva, con el fin de preparar con ellos dos emparedados de maní y fresa, y dos de maní y uva.
Twilight al fin se había decidido por qué uniforme usar, y sólo se había tardado en total cinco punto veinte y siete minutos en decidir, retirarse su pijama amarilla a cuadros, y colocarse la falda negra lisa hasta sus rodillas, su camisa blanca de mangas largas, y su suéter sin mangas color morado con el escudo de la Academia en su dorso izquierdo: un sol dorado con alas blancas a los lados; habían sido dos minutos y cuarenta y tres segundos antes de lo que había reservado para ello, era un logro del que se sentía orgullosa. Pero no era tiempo de estar concentrada en ello.
Una vez vestida, aunque hacía falta colocarse sus calcetines y peinarse, tomó una de las naranjas tiradas en el suelo, y la colocó sobre su escritorio. Se sentó delante de ella, y la estuvo contemplando en silencio, fijamente, por varios segundos, casi minutos... Sólo mirándola, mirándola, analizando cada marca en su piel, cada forma, su tamaño, incluso su olor.
- Aquí están tus emparedados. – Comentó alegre Spike a sus espaldas, sujetando un plato con un emparedado de fresa, y con otro de uva. Su repentina voz terminó por sacarla irremediablemente de la concentración que tan difícilmente había conseguido. – ¿Quieres un vaso de leche?
- ¡Silencio, Spike! – Le murmuró entre dientes, mirándolo sobre su hombro. – Sólo dame un segundo, ¿está bien?
- De acuerdo, no diré nada...
Twilight cerró los ojos, suspiro un par de veces con lentitud, y entonces volvió a enfocar toda su atención en la naranja ante ella. De hecho, al igual que antes, intentó visualizarla por completo, reconocer su forma, sus sombras, las marcas en su piel, su...
Un sonido, despacio pero molesto, empezó a sonar. Un sonido, chicloso, el sonido... De colmillos de dragón masticando mantequilla de maní y mermelada. Lentamente giró su rostro de nuevo sobre su hombro. Spike estaba detrás de ella, mirando con curiosidad lo que hacía, mientras comía tranquilamente uno de los emparedados.
- ¿Qué? – Cuestionó aún con su boca llena. – No dije nada.
Twilight rodó sus ojos con frustración, y por tercera vez intentó enfocarse en la dichosa naranja, y en verdad esa fue la vencida. Luego de unos minutos de concentración, alzó su mano derecha, colocándola suspendida a unos centímetros de la naranja, la cual empezó a brillar de un singular tono rosado. La naranja tembló un poco y empezó a desfigurarse, inflándose de unas partes, y contrayéndose de otras. Su piel empezó a oscurecerse, hasta tornarse gris brillante. La transformación duró cerca de tres minutos, y entonces, la naranja sobre su escritorio se transformó de pronto en una perfecta esfera de metal, de un radio un poco más pequeño que la naranja.
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