- ¡Perfecto! Mira Spike, lo logré. – Exclamó contenta, tomando la esfera en sus manos. – Peso correcto, tamaño correcto. De una simple naranja, a una perfecta esfera de metal.
- Sí, emocionante... - Murmuró Spike con un marcado sarcasmo en su voz, mirando de reojo todas las demás esferas de metal en el suelo. – Cómo las cien veces anteriores...
- Ciento cuarenta y dos, para ser exactos, según el recuento. – Corrigió Twilight, mientras revisaba sus apuntes de la noche anterior en un bloque de hojas amarillas. – Ciento cuarenta y dos éxitos, de ciento setenta y ocho intentos... Eso quiere decir... - Rápidamente hizo los cálculos en su cabeza. – Qué de todos mis intentos de práctica de Transmutación Avanzada, he tenido un rango de éxito del 79.77 por ciento. Si nos basamos en eso, quiere decir que tengo un 79.77 por ciento a favor de hacerlo bien hoy en la parte práctica del examen.
- Eso suena bien.
- ¿Enserio? ¡Pues no lo es! – Rápidamente se giró sobre su silla hacia él, con una expresión de pánico en el rostro. – ¡No es bueno!, ¡no es nada bueno! Quiere decir que tengo 20.23 por ciento de probabilidad de fallar. Es demasiado alto, demasiado...
Se puso de pie de un salto, y comenzó a caminar de un lado a otro de su habitación, murmurando en voz baja para sí misma. Spike por su lado, se quedó de pie, siguiéndola con la vista, de un lado a otro como si sus ojos fueran los péndulos de un reloj.
- Relájate Twilight. – Le comentó despreocupado, justo antes de darle una mordida más a su emparedado. – Has practicado este conjuro hasta el cansancio. Lo harás bien.
- Es fácil para ti decirlo. Tú no eres quién va tener que pararse frente a toda la clase y fallar estrepitosamente con 20.23 por ciento en contra...
- No tienes porqué fallar estrepitosamente. Podrías solamente fallar...
- ¡Spike!
- Sólo bromeo, sólo bromeo.
- No estoy para bromas... ¡Ah!
Mientras caminaba por el cuarto, había pisado por accidente una de sus esferas de metal que había convertido, y por tercera vez en menos de veinticuatros horas, se había ido de espaldas contra el suelo. Se quedó tirada boca arriba, con el techo sobre ella dándole vueltas.
- ¿Estás bien, Twilight? – Le preguntó el pequeño Dragón parándose a su lado. Tras el golpe, en realidad miraba a tres Spikes.
- Sí, estoy bien...
Se sentó con cuidado sujetándose su cabeza con una mano, adolorida tras el golpe.
- Puede que hayas fallado algunas veces, pero la mayoría se convirtieron en metal sin ningún problema, y con ésta llevas más de cincuenta el hilo. Así que creo que ya estás lista, así que come...
Cuando Twilight alzó su mirada hacia su Dragón, éste le extendía un emparedado de maní y fresa... mordido...
- Ups, éste no. – Corrigió Spike al darse cuenta de su error, y entonces le extendió otro con mermelada de uva, pero entero.
Twilight no pudo evitar sonreír. De alguna u otra forma, Spike siempre lograba hacerla sonreír, a veces cuando no debía ser así.
- Gracias, Spike. – Agradeció, tomando con cuidado el emparedado que le extendía, y dándole una mordida. – ¡Mhm!, creo que sí necesito un vaso con leche.
- ¡Enseguida lo traigo! – Le respondió el pequeño dragón, dirigiéndose a la pequeña cocineta que tenían en el cuarto.
Spike era su familiar, un ser mágico al que había invocado en su primer día de escuela junto con los demás estudiantes que habían entrado junto con ella, para ser su acompañante y ayudante. La mayoría siempre invocaba animales un tanto más convencionales: lechuzas, ratas, gatos, lobos, incluso conejos o serpientes. Era poco menos común, más tampoco necesariamente extraños, aquellos que llegaban a invocar dragones. Los que si eran realmente inusuales y raros de ver, eran los dragones como Spike.
Spike se paraba en dos patas, su cuerpo era más similar al de un niño que el de un dragón, hablaba a la perfección el lenguaje humano, y hecho actuaba como si fuera uno. Hablar con Spike, era realmente como estar hablando con un niño pequeño. Los profesores le habían dicho aquel día que el tipo de familiar que respondía a su invocación, decía mucho del potencial del hechicero. El hecho de que un bebé Dragón como Spike hubiera aparecido ante ella, dejaba la puerta abierta para un sinfín de posibilidades en su haber, o eso habían dicho al menos.
Luego de comer su rápido desayuno, terminó de arreglarse, colocándose sus calcetas, y sus zapatos cafés. Tomó un cepillo, y comenzó a pasarlo por su cabello mientras repetía en voz alta los diferentes preceptos teóricos de la Transmutación, uno detrás del otro, y de regreso. Para cuando el reloj despertador volvió a sonar en la segunda hora programada, Twilight ya estaba totalmente lista para salir; incluso tuvo un par de minutos extra.
- Otra mañana perfectamente planificada. – Murmuró orgullosa justo antes de hacer que el despertador dejará de sonar. – ¿Ves Spike? Éstas son las grandes ventajas de tener todo planificado y listo con anticipación... - Al girarse a buscar a su compañero, se sorprendió de verlo recostado boca debajo de nuevo el cama; incluso ya estaba roncando. – ¡Spike!
- ¡¿Qué?!, ¡¿Qué?! ¡Estoy despierto! – Exclamó pasmado, sentándose en la cama gracias a ese pequeño grito.
- Menos mal, porque ya tenemos que irnos.
Rápidamente tomó su bolso para libros, y colocó en él todos los que iba a necesitar en las clases de ese día, además de algunos lápices, plumas y, por supuesto, naranjas.
- Oye, ¿volverás a convertir las naranjas de metal a naranjas normales? – Preguntó Spike curioso mientras iban saliendo del cuarto.
- Puedo intentarlo, pero no te aseguro que queden muy digeribles, o sin sabor metal.
- Ah, entonces mejor no...
El edificio que conformaba la Academia, era de hecho el ala Oeste del Castillo Real de Canterlot, ubicado precisamente en la Ciudad de Canterlot, la Capital de facto del Reino de Equestria. En dicha ala se encontraban los diferentes salones que se utilizaban para las clases, así como los dormitorios para los estudiantes, tres bibliotecas, un comedor, y un par de canchas para hacer deportes, principalmente de Light Ball, el deporte más popular de todo el reino. Los Alumnos de la Academia tenían libre acceso a casi todas las demás áreas del castillo, que también servía de centro militar de Equestria, ya que era el hogar a su vez de la Orden de los Caballeros Divinos.
Esta orden era conformada por los mejores Guerreros y Hechiceros, encargados de la protección de Canterlot, y de toda Equestria. La gran mayoría de los Estudiantes de la Academia, aspiraban a algún día pertenecer a dicha orden. El hermano mayor de Twilight, Shinning Armor Sparkle, había sido estudiante de la Academia, y se había graduado con honores, y en esos momentos era uno de los Tres Grandes Capitanes, a los que de vez en cuando apodaban Las Tres Estrellas, los tres puestos de más alto rango dentro de la Orden, y que servían sólo las órdenes directas de Lady Celestia.
Twilight Sparkle no estaba muy segura de qué deseaba hacer una vez que graduara. Lo más sencillo sería unirse a la Orden como su hermano y seguir sus pasos. Ella admiraba mucho a su hermano y a los demás Caballeros, y la idea de servir y proteger a Equestria le atraía a gran medida. Pero aun así, no estaba del todo convencida de que eso fuera para ella. Tal vez había algo más que podía llegar a hacer con todo lo que estaba aprendiendo en ese sitio, pero no tenía ni idea de qué aún...
Por los pasillos, se podía ver a varios alumnos, hombres y mujeres, todos usando el mismo uniforme que Twilight, a excepción de la falda claro, ya que los hombres usaban pantalones negros en su lugar. Todos iban acompañados de sus respectivos familiares. Había un chico acompañado de un lobo blanco, que caminaba a lado de una chica con una lechuza café en su hombro. Había uno más con una serpiente de color verde intensó sobre sus hombros, y otra estudiante con un gato de pelaje morado a sus brazos. Algunos de ellos podían hablar y expresarse con sus dueños, pero sólo muy pocos de manera tan natural y expresiva como Spike.
- Oye Spike, aún me debes dos gemas del juego de antier. – Le exclamó un enorme armadillo color amarillo frente al que pasaban. – No creas que se me va a olvidar.
- Tranquilo Joe, te pagaré. – Le respondió Spike con elocuencia. – Sólo sé paciente...
- Me dijiste lo mismo con la botella de cátsup que me ibas a dar como pago el otro mes, ¡y sigo comiendo mis papas solas!
- Mejor para ti, la cátsup tiene más azúcar que tomate.
- ¡Croak!, Eres un estafador Spike, ¡Croak! – Exclamó con voz chillona una cacatúa de plumaje verde y azul sobre la cabeza de su dueña.
- Miren quien lo dice. La señorita "jamás he jugado este juego, creo que ya perdí, sólo tengo cuatro ases".
Siguieron caminando de largo por el pasillo. Mientras avanzaban, varios de los demás familiares saludaban a Spike, no todos con palabras, algunos sólo con gruñidos o ladridos, que igual Spike lograba entender sin mucho problema.
- Veo que te sigues llevando muy bien con resto de los familiares. – Señaló Twilight con curiosidad.
- Si a eso le dices llevarse bien.
Spike siempre había tenido facilidad para llevarse bien con todo el mundo, tanto con las personas como con los familiares de la Academia. Claro, su apariencia adorable era un buen factor que le ayudaba a llevarse bien con todos, o al menos que lo voltearan a ver con curiosidad. Twilight Sparkle, por otro lado...
- Ay miren, Twilight "Perfección" Sparkle llega con sólo cinco minutos de anticipación al salón. – Escucharon de pronto que alguien decía justo cuando entraron al salón de clases.
El salón tenía forme redonda, con una cúpula de cristal en el techo. Tenía forma de auditorio, de tal forma que los lugares para los estudiantes estaban escalonados, en cinco filas de ocho lugares cada una, y el área del profesor estaba hasta abajo, compuesto de dos mesas rectangulares y una pizarra. Cuando Twilight y Spike entraron por la puerta, escuchó como las voces de tres chicas se dirigían hacia ellos entre risillas.
Las tres estaban sentadas en la tercera fila. Una de ellas, aquella que se había referido de esa forma hacia Twilight, era una chica de piel azul claro, ojos morados, con cabello largo color blanco con mechas azules, y un fleco rizado cayendo sobre su cara. Usaba el mismo uniforme que Twilight, al igual que sus otras dos acompañantes, además de un prendedor dorado en forma de estrella en su cabello. Una pequeña serpiente de color blanco y ojos rojos le rodeaba el brazo como si fuera una pulsera.
Comments (0)
See all