—¡Ay! – Gritó Aysen cayendo al suelo víctima de un empujón del pequeño lobo. Su cuerpo al caer retumbó en el piso trayendo de nuevo a Calisa al presente quien, a tiempo, detuvo al niño que con enfado buscaba salir de la habitación. —¡Burka me atacó!— Señalo la niña haciendo un puchero mientras miraba en dirección de su madre, quien abrazaba al pequeño brindándole paz al instante.
Aysen se apresuró a ponerse de pie con enfado, había sido ella la herida, sin embargo su madre no había acudido a rescatarla si no que estaba consolando al villano. Al traidor. Se acercó a los dos resistiendo la salida de sus lágrimas y comenzó a forcejear para separarlos sin pensar en las posibles consecuencias. Aún así, Calisa, se negaba a ceder tratando de tranquilizar a la niña también.
—¡YO SOY TU HJA, MAMÁ! ¡EL ME LASTIMÓ!— Gritó con fuerza —¡Debe ser castigado!
—¡Ya basta Aysen! Acaba de llegar y lo estás estresando — Dijo mirando seriamente los ojos de su hija.—Si no fuera por mi presencia en la cercanía que lo calma naturalmente, el daño hubiera sido mayor. Entiende, todo esto es nuevo para él.
—Pero ¿Por qué mamá? El va a ser mi lobo, debería…
—No es así— Interrumpió Calisa—El no va ser el lobo de nadie, será un niño más —Los ojos dorados de Aysen se agigantaron—Además, tú dices siempre que no quieres ser una Luna, ¿Para qué quieres un lobo?
—¡Para mis tropas mamá! —Aysen giró sentándose en el suelo de brazos cruzados y comenzando a sollozar. Desde que se había enterado que traían a un nuevo lobito y en lugar de llevarlo a la manada se quedaría en el palacio, Aysen dejó su cabeza volar y planeo muchas aventuras para su futuro como caballero, pero su madre estaba boicoteándolo todo. No sólo eso, estaba protegiéndolo y dejándola en segundo lugar, o tercero, ya acostumbraba que Calisa no fuera tan cercana a ella. Suspiró
Calisa tomó de la mano al niño y se disponía a salir de la habitación hasta que la mirada de Nilé la penetró, reprobando por completo su accionar.
—Vengo a verificar que todo esté bien, ya que la cena esta lista desde hace un rato.
—Ya bajábamos Nilé —Dijo Calisa con con desgano.
—Espero que la señorita nos acompañe de buen ánimo también— Dijo la sirvienta mientras se alejaba.
Calisa supo qué tenía que hacer. Si bien Nilé era una sirviente del castillo, era lo más cercana a una amiga que ella tenía, y sabía muy bien que Nilé no estaba de acuerdo con su manera de tratar a Aysen, un poco distante. Por lo que poco a poco se acercó a la pequeña. Sentó a Delsha sobre la cama y también a Aysen levantándola del suelo y poniéndose de cuclillas frente a los dos, les sonrió.
—Los dos nacieron el mismo día hace siete años—Dijo mientras tomaba las manos de los pequeños haciendo que se las estrecharan—Así que pueden considerarse hermanos, ese es mi deseo. No hay dama ni sirviente, son los dos iguales —Dijo mirando a Aysen.
La pequeña la miró con sorpresa, pero sin entender que tenía que ver una cosa con otra. Calisa se puso de pie y los llevo hacia el comedor, caminado nostálgica.
Ambos habían nacido el mismo días, porque habían sido concebidos el mismo día también.
Todo sucedió durante un día de cruza. Delsha era un semental muy pedido por los reinos vecinos, debido a su linaje de lobo negro, conocidos por su fuerza y longevidad, más la fama que él particularmente se había construido siendo un guerrero libre de las montañas, todos querían tener lobos con su carácter. Así que el intercambio genético de las manadas de los reinos, era una manera más de mantener las buenas relaciones.
Ergón, Calisa y varios lobos de la manada de Delsha, junto a él, habían viajado a pasar una semana al reino vecino de Ak-Trajak, una semana de servicio para las hembras locales.
Ergón había bebido mucho en su reunión con el Rey de Ak-Trajak, por lo que fue arrastrado hasta la recamara que le había sido otorgada cayendo pesadamente dormido sobre la cama. Debido a esto, Calisa como la Luna Azul representante de la manada de lobos y segunda al mando después de Ergón, tuvo que hacerse responsable de acompañar a quienes harían el servicio ese día. Jamás había participado de ese tipo de actividades, si bien sabía que representaba un momento de intercambio con otros líderes, ver a sus lobos apareándose como simples animales no era algo que la atrajera, sobre todo si uno de ellos era el hombre del que se había enamorado. Quizás por eso desde que habían llegado no había podido comer bocado y sentía el pecho anudado. No había vuelto a hablar con él desde aquella noche y ahora se movía sólo por inercia a su encuentro para ser guiados por los guardias por lo oscuros pasillos de piedra que llevaban al recinto de cruza.
Respiraba con fuerza obligando al aire a pasar por ese nudo que la hería, detrás de ella sentía los firmes pasos de él avanzando sin la menor vacilación. Suspiró evitando que las lágrimas de impotencia salieran. ¿Acaso ella no importaba nada?
-Aquí es – Dijo el guardia abriendo una puerta enrejada para que entraran a una fría habitación de piedra. Algunas antorchas dispuestas en las diferentes esquinas otorgaban luz y calor al recinto, pero no tenía anda de romántico. Miró hacia adelante y en el suelo sobre unas pieles dispuestas a modo de lecho esperaba una preciosa loba negra totalmente desnuda y temerosa, acurrucada mientras con su largo cabello negro trataba de taparse el cuerpo. Parecía joven. Otra vez las lágrimas se apoderaban de ella, tomó aire dispuesta a pegar media vuelta y salir pero se topo con el cuerpo de Delsha ocupando la abertura de la entrada. Levantó la mirada tímidamente mordiéndose los labios, el la miró a la vez.
—¡Oh! Pensé que vendría Ergón – Dijo una voz interrumpiendo el momento.
Calisa giró su cabeza sorprendida, y se encontró con un hombre calvo y regordete sentado en un amplio sillón torneado de madera, al lado de él otro sillón de iguales características esperaba ser ocupado.
—Venga, siéntese aquí — Dijo el hombre mientras palmeaba el apoya brazo del sillón vecino. —Jamás pensé que una mujer viniera en representación de sus lobos.
Calisa otra vez comenzó a caminar sin tener consciencia de lo que estaba pasando, no podía pensar, sólo actuaba como se supone que debía hacerlo, mientras el corazón se le rompía, de todas maneras aquel lobo la había rechazado cruelmente. Se sentó robóticamente y suspiro, llevó su mirada al señor buscando saber su identidad.
— ¡Oh! Lo lamento — Dijo comprendiendo — Soy El Barón de Tierras Rojas, me enteré que Ergón traería sus lobos y quise aprovechar la oportunidad. Ella es una loba negra de nuestra Jauría, su sangre es del clan de los bosques oscuros del norte, tercera generación criada por mi familia. Es su primera cruza obviamente. Lo mejor para el mejor.— Dijo refiriéndose a Delsha mientras observaba hacia el nido.
Calisa lo imitó llevando su mirada hacia los dos, sorprendiéndose. Contuvo el aire cuando descubrió que Delsha ya se encontraba desnudo frente a la loba
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