(Consagrado Abías)
17/Marzo/2029
La puerta estaba casi abierta por los golpes que estaban dando, el Diacono Emet me empujó hacia debajo de su cama especificándome que nadie debería de verme en ese cuarto.
La puerta se abrió con fuerza saltando pedazos de madera, los guardianes que entraron tomaron al Diacono Emet y un Obispo se posiciono enfrente de él.
Obispo: ¡Se le acusa de entrar a la sala del Santo Credo y leer cosas prohibidas!
Diacono Emet: Ustedes simplemente son marionetas de las jerarquías grandes, en esa sala se guardan secretos que destruirían al mundo y ustedes ni siquiera saben.
El Obispo abofeteó a Emet e indignado pregunto.
Obispo: ¿Cómo puede decir eso? No existen secretos que nos guardan los jerarcas más grandes, usted será llevado a juicio por esta insolencia hacia nuestra deidad.
Los guardias lo sacaron de su habitación, espere unos minutos para salir. Cuando lo hice revise que no hubiese nadie a cercas para poder salir, me fui del lugar tan rápido como pude. Antes de salir por otro pasillo observe como se llevaban a Emet por un pasillo secreto.
Pensaba en detenerlo, pero mi miedo era grande no sabía que podía pasar así que seguí mi camino. Al seguir caminando me encontré con aquel Diacono que me prohibió ir al cuarto del señor Emet.
Diacono: ¿Qué sucede señor Abias? Se ve muy alterado, pareciera que vio algo que no debería de ver.
No hice caso alguno de las afirmaciones del Diacono y me fui del lugar, al poco tiempo de seguir caminando me encontré con o un Consagrado que era viejo amigo, preocupado me dijo.
Consagrado: Tiene que venir, necesito su ayuda Consagrado Abías.
Me llevo a su cuarto casi corriendo, se veía muy preocupado por todo antes de llegar giro su cabeza hacia los dos lados del pasillo y comento.
Consagrado: Esto es muy importante, es un secreto que no lo he mostrado a nadie y necesito sabes si puedo confiar en usted.
Asentí con mi cabeza, no sabía que podía decirme. El Consagrado abrió su habitación y nada parecía fuera de lugar, solo un muñeco algo escalofriante. El Consagrado apunto directo hacia el muñeco hecho de paja y otras cosas que no podía apreciar bien, el Consagrado esperaba mi respuesta con una cara de preocupado.
Abías: ¿Qué es lo que pasa?
Consagrado: Es mi amada, por favor no diga que mi amada se encuentra en este lugar o podrían hacerle algo, pero está enferma desde ayer.
Estaba muy asustado, el Consagrado estaba hablando sobre un muñeco el cual era su amada. Me tomo del brazo y me acerco a la marioneta, apenas y estuve a unos centímetros y un olor asqueroso llego a mi nariz, era demasiado fuerte que vomite al instante.
Consagrado: ¿Qué? ¿Qué hace? ¿Qué hace? ¿Qué hace? ¡No alejes de aquí!
Me arrojo hacia atrás y alejo al muñeco del vómito, estaba muy sorprendido. El Consagrado la comenzó a abrazar diciéndole que no se preocupara por nada que estaba ahí para ella. Me levante y me fui de la habitación, mientras corría tan rápido como podía escuche un grito desde el cuarto del Consagrado. ¿Necesito irme de aquí? Ya no sé lo que sucede alrededor de mí. Seguí corriendo mientras veía las paredes hacerse grandes y pequeñas, observe que parecían respirar, comenzó a caer agua del techo gotas muy grandes. Se escuchó un gran trueno y el techo se rompió, una ola gigantesca entro, era como un tsunami, pero el agua era oscura trasparente.
¡¡Consagrado!!
Gire la cabeza asustado y caí al suelo, era la Consagrada Navia, estaba muy nervioso y vi el techo, pero este estaba intacto todo fue una alucinación. Al levantarme mis brazos rodearon a la Consagrada Navia, ella al igual me abrazo y pregunto.
Consagrada Navia: Se ve muy mal Consagrado, debería de ir a tomar una siesta.
Agradecí su preocupación, pero no creía que eso me ayudaría en lo absoluto, estoy demasiado nervioso para eso. Por las bocinas se escuchó una voz –Por favor les pedimos a cada integrante de la Abadía mayor que se dirija a la capilla 4T5 para un anuncio rápido.
¿Qué era eso? Solo espero que más problemas no. Al llegar junto a la Consagrada la mayoría de las personas ya estaban en el lugar excepto los Cleros los Episcopados y por supuesto el Santo padre de luz. Al frente en el escenario se encontraban los Cardenales con sus trajes rojos de cuero, una pequeña capa que desciende de sus hombros y guantes negros, uno de ellos comenzó a hablar por el micrófono.
Cardenal: Una mala noticia llega a nuestra Abadía, ayer en la noche murió uno de nuestros Diáconos.
¿Qué? ¿Otra muerte más? Murió el Laico Edgar y ahora un Diacono. Guardias de la Abadía entraron por detrás del escenario con un ataúd negro y lo posicionaron enfrente de los Cardenales.
Cardenal: Es una pena muy grande despedirnos de nuestro Diacono “Emet” que descanse en paz para siempre y por siempre.
Creo… que escuche mal, no puede ser cierto, creo que iré al frente. Todos en la sala se formaron para despedirlo, pero yo tenía que verlo antes, me salte por completo la fila hasta llegar al ataúd, uno de los guardias trato de detenerme y exclamo –Tiene que formarse Consagrado- Lo empuje ligeramente hacia atrás y revise el ataúd.
Me horrorice al verlo, de verdad era el Diacono Emet, de verdad era el si tan solo lo vi este día, como lo asesinaron tan rápido y lo colocaron en un ataúd hecho a sus medidas. Gire la cabeza hacia los Cardenales, ellos tuvieron algo que ver en esto. Cuando pase ese pensamiento sobre mi cabeza ellos voltearon a verme a la misma vez y el que se encontraba en el micrófono pregunto.
Cardenal: ¿Se encuentra bien Consagrado?
Mi vista comenzó a nublarse y no reconocía lo que sucedía. Sentí donde estaba cayendo, al abrir los ojos vi a mucha gente corriendo hacia mi preocupada. Cerré mis ojos y ya no recuerdo lo que paso.
Abrí mis ojos poco a poco, ya estaba en mi cuarto con un fuerte dolor el mi brazo derecho me sentía mal, pero resistí lo más posible. Sin dudarlo me levante y comencé a empacar cada cosa que pude, estaba listo para irme no podía seguir con esto, esta Abadía guarda demasiados secretos.
Un silbido sonó en cada parte del pasillo, la puerta de mi cuarto estaba abierta así que aprecie las luces parpadeando, una voz cantando entro por cada ranura de la vieja estructura del lugar.
-Mi amor, mi amor está en una botella. El cuerpo de mi amor está bajo el agua, está enterrado vivo sufriendo por amor mientras grita heyy oh, heyy oh, los demonios aparecen y arrancan la piel hasta sus huesos y mi amor grita heyy oh, heyy, oh. Quiero salvar a mi amor, pero no puedo, el miedo recorre mi espalda y sus gritos inundan mi alma ¿Alguien arriba me ayudara?-
¿Quién estaba cantando tan horrible canción? Al salir a revisar el pasillo apareció aquel Consagrado con su muñeca, este se tambaleaba de un lado a otro viendo.
Consagrado: ¡Tu! Mataste a mi amada, así que vine a devolverte el favor.
Recogí mi maleta y lo amenace.
Consagrado: ¿Te vas? ¿A dónde? Después de asesinar a mi amada decides marcharte como cobarde.
El Consagrado saco una navaja de su bolsillo y en su cara se pintaba el odio y dolor.
Abías: Tiene que entender que eso no era su amada, era un maldito muñeco hecho de paja.
El consagrado dejo de seguir caminando y su mirada dirigida a mí sin alma. Se quedó quieto por unos 3 minutos, completamente recto como un robot.
Consagrado: La verdad tiene razón, adentro del muñeco solo se encontraban algunas partes de mi amada, como su hígado, piernas, corazón y vagina y solo lo cubrí con una capa de sellador para que el olor no fuera tan fuerte.
Este loco me mataría, tengo que hacer algo. El Consagrado comenzó a correr hacia mí, al llegar a mi trato de ensartar su cuchillo en mi pecho, logre escaparme por un lado, pero al hacerlo tomo mi pierna impidiendo que lograra salir. Tomo mi cabeza y la golpeo 5 veces contra el suelo, una marca se me hizo cercas del ojo y comenzó a salir sangre sin parar.
Consagrado: ¡No puedes irte!
¿Dónde estaban los otros consagrados que duermen cercas de mi habitación? Nadie escuchaba el fuerte ruido. Tome un martillo cercano y le di un golpe con este al Consagrado, fue suficiente para que dejara mi pierna y levantarme para irme. Me escapé tan rápido como pude sin ver atrás, al poco tiempo antes de poder dar la vuelta en el pasillo unas manos tomaron mis hombros y me arrojaron contra una mesa del cristal en el corredor, los cristales se ensartaron en mi espalda. Era el Consagrado con una cara de odio y una parte del cráneo destrozado, sus puños comenzaron a golpear mi cara, me sentía abatido, pero tenía que seguir peleando por mi vida así que lo pateé en sus partes bajas, el Consagrado loco me soltó y grito -¡Éramos amigos!
No pude seguir caminando, ¿Qué estaba haciendo? Me corazón quería dar la vuelta, pero mi cerebro se quería ir. Soy demasiado tonto, di la vuelta y trate de ayudarlo, él se arrepintió y llorando comento.
Diacono: Lo lamento, no sé lo que hice por favor perdóname.
Me tomo de la cara y acerco sus ojos a los míos, entonces comenzó a besarme ¿Qué estoy haciendo? Lo peor era que estaba aceptando el beso y lo estaba correspondiendo, jamás pensé en besarme con un hombre alguien que era de mí mismo sexo, pero me agradaba.
Hizo un movimiento con sus manos, pensaba que esto llevaría a algo peor, hace unos momentos él estaba llorando por su amada que era una muñeca.
Su mano tomo mi cabeza con fuera, sentí algo afilado apuntando a mi estómago, era una navaja y estaba listo para matarme. Todo fue una mentira para lograr su objetivo.
Antes de que me matara lo arroje contra la pared y le di mi mejor golpe en la cara con tanta fuerza como pude, el golpe logro marearlo ahora podía correr.
Un pensamiento llego a mí: ¿Y si comienza a seguirme hasta matarme?
Era mi vida o la suya ¿pero que estaba pensado? No puedo hacer eso o iré al eterno fuego por mi insolencia. Levante la navaja del suelo, apuntando a su cuello comencé a pensar lo que podía pasar, ¿qué sucederá? ¿Alguien me juzgara? Pero está enfermo, puede matar a inocentes. Mi cabeza daba vueltas no decidí a tiempo y el Consagrado se levantó con fuerza golpeando mi quijada.
Tomo mi cuello y lo estampo contra la pared, acerco todo su cuerpo mientras con su mano izquierda comenzó a tratar de excitarme, cada momento apretaba más mi cuello y movía más su mano en mis pantalones. No podía ser que me estaba excitando sabiendo que mi muerte estaba a punto de llegar, no pude más y ensarte la navaja en su cuello, el Consagrado retrocedió muchos pasos y lo empuje con mis piernas, al caer se golpeó en la cabeza.
Saque la navaja de su cuello y corte su cuello de forma horizontal, la sangre salió como grifo y lleno mi capa negra de cuero, mi cabello café ahora se veía rojo. Puede seguir vivo, encaje la navaja en su corazón 13 veces hasta asegurarme de que muriera, quite mis guantes rojos y los tire por un ducto.
Agarre mi cabeza, no sabía que sucedería, pero tenía que correr tan rápido como podía tome mi maleta y me fui de ahí.
Ya estaba muy lejos de la Abadía cuando escuche las alarmas sonar adentro del edificio, habían visto el cuerpo. Mi vida se había puesto de cabeza.
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