Parte Dos de dos.
Era un apretón muy fuerte, presionaba sus brazos contra el estómago de Rey casi levantándolo del suelo. <Le han crecido las tetas>, penso porque las sentía presionando fuertemente su espalda, y Rey al tratar de forcejear para quitarla de encima, dejo de presionar su estómago y subió sus manos para presionar ahora el pecho. El conductor del autobús solamente clavo su mirada en Rey sin decir nada, algunas personas tienen ese don, el de poder leer el ambiente y darse cuenta de lo que está pasando sin preguntar nada, el poder de entender a las personas y sus aflicciones, esa inteligencia emocional es un don espectacular, y ese hombre lo poseía. Tomo las manos de Emily con fuerza, dispuesto a obligarla aquitarce, pero detuvo sus acciones cuando escucho un agudo gemido detrás de él, luego otro y otro, Emily comenzaba a moverse bruscamente hacia atrás.
-¿Emily que haces? ¿Podrías dejar de sujetarme? Tengo que subir.
Noto que ella habia dicho que no por la forma en que movía su cabeza, aunque no la mirara, la sentía en la espalda. Rey miro de nuevo al conductor del autobús disculpándose con la mirada, el no hizo ningún gesto y cerró la puerta.
Ella se quedó asi un rato más despues de que el último autobús partiera, sin dejar de presionarlo con la misma fuerza, mientras gemía quedito entre espasmos.
-Perdóname, perdóname por todo Rey, por favor, yo de verdad lo siento, lo siento, lo siento tanto, lo siento, lo siento. –Dijo con la respiración agitada.
Despues de eso ella rompió en llanto y tiro sus rodillas al suelo soltando por fin a Rey, llevo sus manos a su cara cubriéndola con ellas y su húmedo cabello.
-No tengo a donde ir, no tengo con quien ir, mis padres no me quieren cerca, y todas las personas que conocí cuando estaba aquí dicen que soy una escoria de persona, yo lo sé, yo sé que tienen razon, me aproveche de ti y de todos quienes estaban conmigo, nunca pude confiar en nadie y mi egoísta actitud alejo a los que creí que me importaban, pero no me importaban, realmente no lo hacían, creía que yo era la única que lo pasaba mal, que era la única que tenía una familia de mierda y la única que tenía una vida que daba pena, y que por eso lo merecía todo, nunca vi a nadie como un amigo, todos a quienes veia parecían más felices que yo, quería que sus vidas fueran más parecidas a la mía, tal vez con eso me entenderían, pero ellos no necesitaban entender, era yo la que no entendía… nunca me tome el tiempo de entenderte de verdad, porque no me importaba, no pude ver que tu tambien pasabas por algo parecido…
El silencio se hizo presente una vez más por varios instantes. <Lucas la dejo varada, no ha ido a visitar a sus padres y tampoco tiene las agallas de ir con alguna otra persona que conociera> dedujo Rey justo despues de haberla escuchado, él era la única persona que habia invertido tiempo y esfuerzo en estar con ella en el pasado y por eso fue la primera persona que fue a ver al llegar a la ciudad. Pero el Rey de antes murió, el mismo lo asesino, le hizo ver las cosas como eran clavándole tres puñaladas de realidad en el cuello, abriéndole de lado a lado el abdomen y sacándole las entrañas, viseras y jugos gástricos mostrándole a si mismo de que estaba hecho; de puras fantasías e ilusiones, de falsedades, cabo la zanja de decepciones otra vez y lo apilo con los demás sueños inconclusos, en donde dejo sus gustos y pasiones por el bien de sacar adelante a su familia, y lo dejo morir en el barro en esa espantosa imagen. <Eres la mujer más estúpida que he conocido>. Rey quito las manos de Emily con cuidado de su pecho y dio media vuelta, la miro indefensa, como a un gato maltratado y mojado, lloraba delgadas lágrimas negras pigmentadas del rímel de sus largas pestañas, entre espasmos seguía repitiendo lo mucho que lo sentía. Puede que haya mentido sobre casi todo, él no podía saberlo, pero su remordimiento era real.
-Sera mejor que comience a caminar a casa.
-Rey espera yo…
-¡BASTA!
El grito no fue muy fuerte, pero el eco de la solitaria calle lo hizo sonar diez veces más fuerte de lo que realmente era. Emily lloro con más intensidad, abrazándose a sí misma, encogiéndose en su persona.
-Yo lo siento Rey… por todo, los dos teníamos exactamente los mismos problemas, la misma vida de mierda, pero tú no te fuiste, tu decidiste cuidar a tus hermanos, yo solo me deshice de todo… Tu siempre has sido un norte para mí, un ideal y un ejemplo… La única persona que he amado con sinceridad, yo quiero estar contigo, con nadie más. Rey yo te amo…
El aliento fue el justo para terminar esa frase cuando Rey la tomo del cuello con rabia, dejo caer su mochila y el Rhode island e hizo caer el sobrero que le regalo al suelo, fue un acto involuntario del odio que le guardaba, pero estando ahí, consciente de lo que hacía, no se detuvo.
-Te dije basta, no quiero escuchar nada de lo que salga de esa alcantarilla maloliente de mierda que haces pasar por boca, asi que ¿porque no vas a joder al alguien más?
-No tengo a nadie más…- su voz sonaba como si solo dejara salir aire, con letras articuladas entre el aliento. –Solo… a ti… te amo Rey…-
Mientras que Rey mantenía el agarre, Emily dejo caer sus manos, no opuso resistencia alguna a Rey, que la miraba con rabia.
-Tu no me amas, tu nunca me amaste, eres asquerosamente egoísta tienes razon, nunca te importo nadie que no fueras tú.
-¡¡No…!! ¡¡tú si me importas!!
La toma con las dos manos del pescuezo y la empuja a la reja detrás de ella, ella miraba en los ojos de Rey la ira que sintió, la tristeza, el enojo y la confusión por la que paso cuando ella partió de la ciudad con alguien que apenas y conocía. El rostro bien parecido de Rey se habia trasformado en la imagen deforme del enojo, lleno de arrugas que salieron a la luz en un gesto de odio.
-A ti to te importa nadie…
-…Tu si… y si estrangularme compensa algo del daño que te hice… entonces lo pagare.
En ningún momento perdió la fuerza, al contrario, la rabia dominaba su euforia, al punto tan fuerte de clavar sus uñas en su piel. <Roma> su hermana apareció en sus pensamientos de una forma fugaz, pero suficiente para hacer a la cordura regresar. Emily respiraba el aire de la vida con fuerza cuando Rey la soltó.
Fue su hermanita quien le enseño a perdonar una disculpa que nunca llegaría, fue ella la que le enseño que vivir con odio era una pérdida de tiempo, y que amar y perdonar, aunque no van de la mano, las necesitas a ambas para vivir. Resultaba imposible imaginar un origen más difícil y humilde que el de su hermana pequeña, y si alguien sabia como perdonar, era ella; su hermana, su pilar, su motor, su esperanza de que todo puede y va a ser mejor.
-No lo comprendo Emily, yo te di todo mi mundo… todo lo que formaba parte de mí. Y tu aun asi, decidiste que ya no me necesitabas.
Emily apenas recuperaba el aliento, se secó las lágrimas de la cara, y respiro aún más profundo que la última vez, pero lo que exhalo no fue cansancio, fue coraje. Controlo su respiración y miro a los ojos a Rey.
-Ya no me pienso esconder Rey, quiero hacer las cosas bien, por una maldita vez en mi maldita vida. Te amo, siempre te amé, pero me fui aun asi, eso fue lo que decidí, porque creí que sería lo mejor para mí, pero decidí mal.
-Si la memoria no me falla tú te fuiste con Lucas, y ahora vuelves y dices que me amas… ¿Qué pretendes con esto?
Que sepas la verdad, te mentiría si dijera que no guardaba la esperanza de que tu estuvieras dispuesto a amarme otra vez. Pero esa es la verdad.
-¿Visitaste a tus padres?
-Lo hice, pero no me dejaron entrar a la casa, tampoco me contaron lo de mi hermano.
<Entonces me equivoque> Rey levando su mochila y el sombrero que habían caído al piso, ahora estaban mojados <Despues de todo el colgante era mejor regalo> Extendió la mano y entrego el sombrero de vuelta a Emily. Sus manos chocan un segundo al darle el sombrero, intercambian calor con el leve roce de sus dedos índices, Rey se mira la mano derecha, esa que estaba dispuesta a estrangular a una persona por enojo, <por simple enojo>.
-Puede que nuestras vidas no hayan tenido un principio feliz, pero la forma que tomen de ahora en adelante será la que nosotros mismos le demos.
-Eso no lo dijiste tú.
-No, no lo hice. Hahaha, empiezo a hablar como ella…
No se habían dado cuenta cuando fue que la lluvia habia parado de caer, pero cuando los dos voltearon hacia el cielo, contemplaron una noche despejada y luna gigantesca, tan brillante que te los logro deslumbrar un momento, una corona de nubes rodeaba a la luna, como si ellas hubieran notado la gran belleza que la luna vistió esa noche, las estrellas eran pocas en la ciudad, pero esa noche, ellas destellaban en el cielo nocturno, moviéndose todas juntas dejando atrás el horizonte negro de las montañas que rodeaban la ciudad.
-Me iré de la ciudad en una semana, mi familia viene conmigo. Hay un trabajo que me ofrecieron. ¿Tú qué haras Emily?
-…Creo que me quedare, quiero arreglarlo todo con mis padres y luego, bueno, sobrevivir.
Rey la toma por detrás de la cabeza y la acerca a él, la frente de Emily es cálida, y los labios de Rey sensibles, y de la cara de Emily las arrugas surgen otra vez adornando una sonrisa de alivio.
-Adiós Emily.
-Hasta luego Rey.
Cuando amaneció Emily tenía una vista perfecta del alba sobre la ciudad, miro como las luces de las farolas se apagaban, de cómo comenzaba a oírse el ruido de los automóviles por las carreteras y como la luz del sol anunciaba a las personas que era hora de vivir un día más. Contemplo el millar de colores que el cielo presumía a sus espectadores, la vida habia sido asi siempre milenios antes de que ella naciera, y seguiría asi mucho despues de que deje de caminar por la tierra, pero ella nunca le habia prestado tanta atención como ahora, cada segundo eran colores diferentes, parecía un milagro increíble, imposible de imaginar, pero ahí estaba ella, viviéndolo con su propia carne. Notaba como el sabor del aire frio llenaba sus pulmones con vida. Ella no sabía que le deparaba el futuro, el futuro de una chica con la preparatoria trunca, y sin habilidades de hacer cualquier cosa. Pero, aunque ese futuro sea desalentador, ahora tenía uno, uno que ella misma decidirá.
Y entre la multitud de hormigas que irán a trabajar, a estudiar y a crear, estaba ella, pensando sobre su pequeñez ante la ciudad, sobre su irrelevancia ante el mundo y sobre su inexistencia ante la vida.
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