Siempre me quejaba de que no lo tenia, aunque tampoco lo buscaba. Es algo raro. Suelo almorzar en la terraza del restaurante en el que trabajo. Ella es una chica con un cuerpo digno de pertenecer a cualquier diosa. Aquellos ojos azul cielo se posaron en los míos.El contacto visual duró una décima de segundo, pero fue el tiempo necesario para que me diera cuenta de que me acababa de enamorarme.
Desde aquel día, ha venido pasando hasta ahora. Poco a poco nuestra relación se fue haciendo más cercana. Pasados unos días, se acercó a la mesa donde estaba disfrutando de mi comida, y con su rostro blanquecino, pero sonrojado, me preguntó que si podía sentarse a mi lado. Yo estaba totalmente paralizada por la situación, estaba comiendo al lado de la chica que había ocupado mis pensamientos desde hacia días. Entablamos una conversión sobre diferentes temas, todos interesantes. Se llamaba Marta, tenia 19, dos años más que yo. ¿Acaso eso importaba?
Tras varias semanas de charlas, mientras se repetía una de esas charlas , su mano se posó sobre la mía. No sabia como reaccionar, aunque tampoco quería hacerlo. Su piel suave rozaba la mía, fue el instante que más disfruté, pues marcaba el inicio de la mejor etapa de mi vida.
Comments (2)
See all