Había salido de la escuela con la mente un poco turbia. Desde la noche anterior, había pensado en lo que aquella nota decía, y las muchas posibilidades de lo que el señor Andrés podría decirme cuando lo viera en el parque esa tarde, y le preguntara sobre el significado de lo que decía la nota.
Al llegar a la entrada del parque, miré el paisaje a través del umbral: El extenso sendero que recorría a lo largo del parque, rodeando la pequeña laguna que había en medio de todo el terreno, con bifurcaciones que podían hacer un camino recto y más rápido para solamente tomarlo como un atajo. Ese paisaje solamente lo contemplaba cuando sentía que algo importante estaba ocurriendo en mi vida, y hasta ahora, solamente lo había contemplado cuando salí de una operación para extraer mi apéndice, y cuando realicé mi examen de selección de preparatoria.
Desde la entrada podía ver que el señor Andrés estaba sentado como siempre a esa misma hora, en la banca más cercana al lago, mientras le daba de comer a pequeños animales que se acercaban sin miedo. Me comencé a acercar con cuidado y silencio para tratar de no asustar a los animales como el señor Andrés, pero resultó en un esfuerzo inútil al llegar a dos metros de la banca, y los animales salieron huyendo con la comida que podían en sus bocas.
-Parece que deseas ser aceptado por estos pequeños amiguitos, ¿No, chico?
-Pero parece que no pueden aceptarme como a usted.
-Ahora no, pero algún día podrían –El señor Andrés parecía estar de buen humor, teniendo una gran sonrisa mientras miraba a los pequeños animales que volvían por pequeños momentos para tomar cualquier trozo de comida que podían tomar-. Si no fuera así, ¿Por qué otra razón tratarías de llegar sin alejarlos?
-¿Cómo lo puede decir con solo eso?
El señor Andrés escudriñó mi rostro por un momento.
-¿Pudiste entender lo que decía mi pensamiento?
-¿La hoja de papel? –Sabía que se refería a esa especie de poema, ya que era justo la razón por la que había ido al parque ese día para verlo-. Pude entender algunas cosas, pero siguen habiendo algunas que no pude comprender.
-¿Cómo cual?
Saqué la hoja de papel de mi chaqueta y leí la primera parte que me había confundido.
- Si una persona ha olvidado los motivos por los que empezó algo, debe recordar: ¿Por qué...? ¿Para qué...? ¿Por qué hago esto...? ¿Para qué quiero esto...?
-Dime, chico, ¿Qué crees que podría significar?
-Solo puedo entender que es como las preguntas que usted me hizo el día de ayer.
-Bueno, en eso ganaste un punto. Bien pensado.
-Gracias.
-Pero todavía no es todo, te puedo decir por ejemplo lo que mencione antes, que algún día podrían aceptarte estos pequeños animales sin escapar. ¿Por qué me aceptaron a mí?
-Porque les da comida.
-No, chico. Ellos aceptan mi presencia porque he estado viniendo a este parque, y he perseverado por varios años para que me aceptaran. Al principio, se alejaban por más comida que traía conmigo, o solo se acercaban un momento y se alejaban como hicieron cuando llegaste. Ese es el ¿Por qué...? de ese pensamiento.
-Ya entiendo –Dije, entendiendo apenas lo que el señor Andrés decía-. Pero entonces, el otro fragmento que tampoco entendía, Si una persona intenta llenar el vacío que alguien más dejó, dejará un hueco en donde él o ella debieron haber estado. Si uno intenta llenar su vida con los pendientes que alguien más dejó, su presente se perderá de vista, y no podrá ver los pendientes que uno mismo deja. Ese fragmento me pareció particularmente extraño. ¿Qué es…?
Mire el rostro del señor Andrés, y su sonrisa picara había cambiado a un rostro de nostalgia con apenas una leve señal de la sonrisa que había momentos antes.
-Chico… No, Alex. ¿Estarías dispuesto a escuchar la historia de este anciano?
Podía saber por su expresión que esa “Historia” sería la razón de ese fragmento tan pesado y a la vez intenso de ese pensamiento. En pocas palabras, era lo que esperaba escuchar desde el momento en que entré al parque.
-Si me lo permite, quisiera escuchar esa historia, por favor.
-Bueno, chico, ponte cómodo porque me tomará un tiempo.
Y de esa forma, comenzó el origen de ese pensamiento tan intenso que había llamado mi atención con tanto fervor.
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