Milandri-san voltea a verme y vuelve a sonreír.... pero agrega...
— Me culpé por su muerte mucho tiempo, siempre me decía que si hubiese ido quizá las cosas hubiesen sido diferentes... Aun así intenté volver a trabajar pero ya nada era lo mismo, me aislé. Fue hasta que colmé la paciencia de Clara que ella me sacó de casa, renunció conmigo, vendí mi casa y me mudé junto con Clara a esta ciudad. Tenía mucho dinero pero no sabía qué hacer con él. Era un total inútil — dice Milandri-san riéndose de sí mismo mientras rascaba una de sus mejillas. Toma un gran respiro y como si se tratara de algo nostálgico prosigue... — Me quedé en la casa de Clara hasta que encontré este lugar y lo transformé en mi pastelería. Al comienzo no tenía mucha clientela debido a mi comportamiento depresivo, no hablaba mucho, y lloraba un montón Esto ponía a Clara muy histérica cada vez que venía a visitarme y me encontraba en ese estado, así que se autonombró cajera y administradora de la pastelería temiendo que yo hiciese estragos con el dinero. Ella me hizo dar cuenta del gran paso que estaba haciendo en mi vida, tener mi propia pastelería no era lo mismo que antes cuando trabajaba en Roma, nunca salía de la cocina, no tenía ni idea de quienes compraban los pasteles que hacía y jamás había visto las expresiones que ponían los clientes cuando los probaban, lo había olvidado, había olvidado el porqué quise ser pastelero.....quería ver en los clientes sus rostros la felicidad — se calla por un instante, respira hondo, y grita — ¡¡¡QUERÍA DECIR ORGULLOSAMENTE QUE ESE DELICIOSO PASTEL LO HABÍA HECHO YO!!!
— HAHAHA — me rio aún con lágrimas en los ojos. Milandri-san se voltea a verme reír, esta vez parecía que mi risa sonaba diferente, él se queda observándome y hace un gesto de alivio, noto que el intenta vocalizar una palabra pero en lugar de eso vuelve a cerrar la boca.
El viento comienza a resoplar más fuerte pero al parecer ya no nos importaba, ambos estábamos tan cerca uno frente al otro que el clima pasó a ser secundario. Él saca su mano del bolsillo de su pantalón y la posa sobre mi mejilla intentando borrar los caminos que habían dejado mis ridículas lágrimas...... — Gracias — susurra.
— Eh? — le miro confundido.
— Gracias por escuchar mi historia..... y perdón... por haberte hecho llorar.
— No, yo la verdad... soy muy sentimental, aunque no lo parezca — digo sonrojándome tontamente.
"¿Por qué?"
"¿Por qué me sonrojo con Milandri-san?"
— Eres muy lindo, incluso te sonrojaste — dice emocionado.
— ¡Tú!, ¡Te pareces a Clara! Y quita tu mano de una vez de mi cara, el solo pensar que un hombre está secando mis lagrimas me enferma — digo a regañadientes pero no, no quería que apartase esa mano que se sentía tan cálida.
— Me gustan tus mejillas son tan suaves, no quisiera dejar de tocarlas, pero si el niño insiste no tengo de otra — dice Milandri-san burlonamente apartando su mano.
"Qué irritante", pienso encaprichado.
— ¡¿Por qué siempre eres así?! — reclamo, pero más sonaba a que estaba haciendo un puchero.
— ¿Así?... ¿cómo? — pregunta él indiferente.
— Te comportas tan amable, tan galante, y luego te me haces la burla como si fueses la persona más perfecta del mundo.
— ¿Y no te parece que lo soy?
Aquella pregunta más me sonaba como si estuviese afianzándola, su sonrisa me lo confirmaba y me quitaba el aliento.
PALPITAR!
— No podría afirmarlo de la misma forma que tú — reprocho.
— Yo no he afirmado nada — dice riéndose - pero si soy perfecto para ti no puedo pedir más... — dice agrandando la sonrisa que daba a resaltar lo rojizas que se estaban poniendo sus mejillas y causaban un insoportable dolor en mi pecho, sin embargo, solo basta un frío pensamiento para apaciguar ese dolor.
"¡¿Por qué siempre me molesta de esta forma?!"
— ¡Otra vez te estás haciendo la burla! — reclamo, y él me mira perplejo. se rasca el cuero cabelludo con cierta rabie contenida y se detiene lanzando un casi imperceptible gruñido.
"¿Dije algo malo?"
— Aaaaaash — suspira — Realmente eres un idiota.
"¿Idiota?"
"¿Qué había dicho Milandri-san?"
— Eres un Idiota — repite Milandri-san al notar que no podía tragarme sus palabras — Yo me he... en...
— ¡No soy un Idiota! — grito, el dolor en el pecho regresa advirtiéndome que no debía dejarlo continuar con sus anteriores palabras — Tú eres el idiota, por ser tan bueno, incluso sin conocerme me metiste a tu casa, no sospechaste siquiera que yo fuese un ladrón o algo, me diste de desayunar, me prestaste tu ropa, me hiciste ir a tu pastelería, conocí a todos tus empleados, incluso quemé las cortinas de tu cocina y no te enojaste...
— No, no me enojé, fui "tan amable" — dice Milandri-san en tono irónico — ....¡fui un grandísimo IDIOTA por preocuparme por ti!, por ir a ver si estabas bien, por irte a buscar a tu universidad, a tu casa, por TODOS LOS LUGARES QUE SE ME OCURRÍA!!!
— Si no te gustaba hacer todo lo que hiciste ¡¿Por qué lo hiciste?! Desde el principio, cuando me conociste, me hubieses dejado tirado en la calle o hubieses llamado a la policía.
— ¡Lo hice porque tú me gustas!..... solo que eres muy idiota para darte cuenta.

Comments (1)
See all