- Beatriz nunca me dijiste como conociste a mi madre. - comentó Luna
– Es cierto, la verdad es que ambas compartimos prisión en la Inquisición. Cuando yo era joven, condenadas por brujería.
– Me contó que tenía una hija, que ella ya no tenía los poderes, pero nunca lo dijo para protegerte. Sino probablemente las hubieran matado a amabas, en esa época te mataban por cualquier cosa.
– ¿Tú viste morir a mi madre?
– Lastimosamente y uno de sus pedidos fue que me ocupara de ti. Aunque solo sabía tu nombre y que tus ojos era violetas. Por eso estoy aquí y por eso te perdono lo de mi hermano.
– ¿Solo por mi madre?
– Y porqué en los pocos días que te conocí demostraste ser digna de mi cariño.
– Pero que hablas es hora de dormir – contestó Luna sonrojada mientras se recostaba en la cama que compartían.
LA LEYENDA
Dice la leyenda que había una princesa inca la cual estaba destinada a casarse con un príncipe del señorío cercano, si lo hacía su familia estaría a cargo de esas tierras y formarían parte del imperio, pero ella estaba enamorada de un capitán el cual murió en una cruenta batalla contra los chankas. Nunca volvió a ser la misma al enterarse de la tragedia. Solo lloraba, y lloraba.
Su familia no sabía qué hacer, pero era su obligación casarse.
Ella no quería, así que huyó del lugar. Pero ese día hubo una lluvia torrencial, su la buscaron por días, pero nunca la hallaron. Solo vieron un nuevo cerro que se formó al cual llamaron Urpi, en honor a ella.
Mucho tiempo después una joven niña cuyos padres eran dueños de los sembríos vio una piedra brillando y la cogió, su nombre era Diana, la madre de Luna.
FIN
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