El sueño fue plácido y relajante, sin pesadillas de otro universo o sin sueños terroríficos. Soñó con su familia, con sus padres y hermana. Fue un sueño extraño, como si sus almas se hubieran conectado solo para decirle que estaban bien y que era su turno de avanzar. Ellos lo sabían y le iban a apoyar hasta el último momento de sus vidas.
Diría, que es un poco exagerado, mas sabía perfectamente que haría lo mismo por ellos.
Al igual que cada mañana, despertó. Abrió sus suaves ojos lilas despacio, acostumbrándose a la brillante luz que entraba por la ventana, instándole a pasar un buen día junto a su ahora nueva familia. Entre sus brazos se hallaba el cuerpo de su amante, durmiendo con soltura y una sonrisa en su preciosa y angelical cara. Esa tez ligeramente tostada por el entrenamiento, ayudaba a resaltar la mirada dorada de la cual se enamoró - ahora oculta tras los párpados -.
Acariciándole las plumas de la cabeza, se percató de esa tonalidad azulada en su cabello. Tras un fugaz pensamiento, recordó, aquellas flores que a veces veía en sus viajes sin destino alrededor del mundo.
- 'Gloria de la mañana' - Masculló con cuidado de no despertar a su amante.
Sin duda, le quedaba bien a esa persona a la que le regaló su vida, por su espíritu luchador el cual residía en su corazón, a punto de completar la misión de su vida en pos de un mundo mejor.
La luz terminaba en esas plumas azuladas, reflejando brillos celestes - y celestiales -. Más que un Cristatti, parecía una Flortatti.
Rió afablemente ante su tontería. No podía esperar a que su flor despertara.
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