- Ahí está…
Ante sus ojos se encontraba uno de los mayores edificios de la antigua edad. Un lugar de reunión de libros que jamás fueron recuperados tras los desastres naturales que azotaron Alejandría. Por alguna misteriosa razón, la biblioteca estaba esperando ante él, ligeramente elevada entre las montañas, como si el destino le invitase a entrar.
Al subir las escaleras, un joven adulto, con armadura estropeada, de tez morena y mirada seria, se interpuso ante él y la puerta.
- Idos de aquí –. Sentenció el guardián.
- ¡No puedo marchar! – Insistió -. La Biblioteca será incendiada dentro de poco, ¡debemos salvar la literatura!
- Ya veo, otro visitante del futuro –. Por unos instantes, se giró para analizar el edificio que aguardaba la visita del extraño viajero.
- No. Es mejor así. Los libros guardados aquí, traen historias consigo muy extrañas; también de visitantes como usted. Si llegasen a las manos equivocadas, quien sabe lo que nos depararía.
El visitante extraño comienza a reflexionar ante la insistencia del guardián. El visitante, no era uno de los descubridores y desarrolladores de los viajes del tiempo, ni un colaborador, ni tan si quiera, un familiar de alguien cercano al tema. Él, no era nadie; solo una persona más en el planeta, con el deseo de usar esa magia para evitar la pérdida de libros. De golpe, un recordatorio, resonó en su mente.
Cambiar el pasado, solo terminará en desgracia para un nuevo futuro incierto.
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