Kris esperaba respuestas de Toshi, cualquier cosa, lo que fuera. Notaba a Sousuke más cuidadoso con sus juegos y al resto de los chicos cuidándole. Pensó en sus días de infancia, rodeado de matones que le enseñaron trucos con cartas.
-Oh, eso es…
Con un pedazo de madera, el rubio empezó a tallar una máscara, una figura que le salió de forma espontánea: una máscara de lobo, en color blanco. Comenzó a ir con ella puesta a muchos sitios del pueblo, pero especialmente a los lugares donde sabía que la gente con dinero se reunía.
Parte de ese dinero se lo daba a Toshi, para que le hiciera el ahorro de la medicina, y la otra era para comprar comida decente, especialmente comida que no afectara a Sousuke.
Kris era bastante bueno, hacia trucos con cartas, un poco de ilusionismo. Era increíble y le iba bastante bien. Pero obviamente eso no era suficiente. Apenas le alcanzaba para la comida y para algunas cuentas. Él pensó que tenía que hacer algo más, algo para ganar dinero fácil.
Entonces su mente comenzó a imaginar que podía jugar con fuego, y se decidió a hacerlo.
Llevaba casi un mes reuniendo dinero para la medicina, Toshi parecía no encontrarle nada. El borde de la desesperación. Entonces, se le ocurrió acercarse a un campo peligroso. El rubio llego a un restaurante bastante grande, que solía tener mesas en el exterior. Se paró en el centro del sitio, atrayendo la atención de los comensales. El rubio llevaba una curiosa mascara blanca, de lobo. En una de sus manos llevaba un juego de cartas. Empezó a hablar mientras movía sus manos con destreza
-¡Soy el lobo ruso, el fantasma del mas allá! ¡Vine desde tierras lejanas a mostrarles mi magia, a mostrarles que puedo tomar lo que quiera de ustedes y jamás lo notaran!
El joven no se movió de su sitio, seguía barajando cartas. Hacia malabares sencillos con ellas, pero mantenían entretenidos a los demás. Kris no duró más de diez minutos realizando su acto, recibiendo muy buena propina de parte del público.
Entre las personas que se encontraban ahí, un hombre muy conocido y su hijo presenciaron el acto. El hombre mas joven notó algo muy peculiar, comentándolo a su padre. Ese joven rubio había hecho algo muy llamativo. Así que el hombre mayor lo detuvo un momento aprovechando que pasaba por sus mesas
-Mucho gusto, muchacho. Vimos tu acto y nos pareció muy interesante –dijo el hombre, invitándole a sentarse- tienes bastante destreza
Kris los observó. Eran varios, con ropa llamativa. Notó algo peculiar en el hombre joven, sentado al lado del mayor que le hablaba. Tenía un tatuaje en el rostro, parte de un dragón. El rubio sonrió por lo bajo
Estaba en territorio de Yakuzas, y estaba hablando con el pez gordo
-Muchas gracias, señor. Realmente no es mucho, pero lo hago por necesidad
-Ah, ¿sí? ¿Entonces solo te dedicas a esto?
-Sí, más o menos
El hombre joven veía con atención las manos del rubio. Las movía mucho al hablar, parecía seguro de lo que estaba diciendo. Sonrió de medio lado, sin ver su cara, tuvo una sensación muy curiosa sobre ese joven
-Si lo haces por necesidad, siempre debes llenarte las bolsas –dijo el joven- así como lo hiciste ahora
-….
Kris sudó un poco bajo su máscara. No quiso quitársela frente a ellos. Pero el yakuza joven vio como pasaba un poco de saliva. Había adivinado su secreto
-Le robaste el reloj al hombre de la mesa ocho. Y el collar a la mujer de la mesa diez. Eres increíble, si no hubiera prestado atención no lo notaria. Te mueves muy rápido
-G-gracias…
No supo que responder. Se hizo un ambiente tenso entre ambos. Kris pensó que lo matarían, se había metido en un territorio prohibido. Pero ese hombre solo le veía con una sonrisa ladina.
El hombre mayor aligeró la tensión con una carcajada, dándole palmadas al joven que lo acompañaba
-Perdona a mi Tsubasa, ¡mi hijo es un hombre muy observador! Si es cierto lo que él dice no te delataremos, pero ¡definitivamente necesito a alguien como tú en mi organización!
-Eh… yo…
-No parece del tipo que sea un matón –respondió el yakuza joven, Tsubasa- pero puede ser un buen guardaespaldas para ti, papá
-¿Para mí? ¡Pues vaya! ¡Yo no necesito guardaespaldas! Pero tengo algunos planes, si aceptas claro –le miró con curiosidad, el rubio seguía usando su máscara. Intuyó que no quería revelar su identidad así que se atrevió a preguntarle- ¿Cómo quieres que te llame entonces, muchacho?
Kris se puso nervioso. No sabía que responder, pero si entraba con ellos solo tendría que cuidar al jefe, no sonaba tan complicado, ¿cierto?
-Belyy volk –respondió en un perfecto acento ruso- o Bel está bien para mi
-Entonces, Bel ¡Bienvenido a la familia Yamaguchi!
Kris asintió con la cabeza y se puso de pie. Sintió un nudo en el estómago que se acentuó mas al notar como el joven Tsubasa lo estaba mirando. Solo sintió ganas de salir corriendo.
- ¿Puedo empezar mañana, por favor?
-Con mucho gusto –dijo el hombre, entregándole una tarjeta-ve mañana a este sitio, empezaremos cuanto antes. Mañana tengo que salir a una reunión
-Está bien. Con permiso y muchas gracias
Kris tomo la tarjeta y se fue. Sentía que el corazón se le iba a salir del pecho. Se estaba metiendo con Yakuzas, eso ya era demasiado, pero si con eso podía ayudar a Sousuke iba a continuar.
El más que nadie conocía como era la mafia, llego a Japón huyendo de su padre y la mafia rusa, un mundo del que no quería saber nada. Quien iba a pensar que años más tarde la necesidad lo arrastraría a ese mundo de nuevo.
Una vez que sintió que estaba seguro y lejos de ellos, se ocultó en un callejón, apoyando su cuerpo y su cabeza en uno de los muros. Levantó la cabeza al cielo, observando las estrellas, el cielo parecía especialmente brillante en ese momento. Sin darse cuenta se le había hecho tarde para llegar con sus chicos. Suspiró un par de veces, se quitó la máscara. Lágrimas. Estaba asustado.
Se sentó en el suelo, llevándose la cabeza entre las piernas para llorar apropiadamente. La mafia de su padre lo había dejado muy dañado y por eso decidió huir, ahora se había metido en el mismo agujero del que había salido. Sabía perfectamente que tarde o temprano iba a morir, aunque no estuviese muy involucrado en el negocio. Así que empezó mentalmente a visualizar que debía enseñarles o heredarles a sus chicos antes de que eso pasara.
Un golpecillo lo interrumpió, levanto la mirada un momento después
-Kristoff… ¿estás bien?
-Toshi…
El rubio se puso de pie, mirando al mayor. Toshi estaba un poco confundido, Kris nunca estaba de noche en la calle.
- ¿Qué ocurre?
Kris no sabía si decírselo. Toshi era su amigo, fue quien lo motivo a ser una mejor persona. Si sabía que se había metido en la mafia lo iba a odiar
-yo… nada… es que… quería que me guardaras el dinero que reuní para la medicina del siguiente mes
-oh… pero ¿no pudiste esperar hasta mañana?
-no realmente…
-vale, vale. Vete a casa, es tarde y no es muy seguro
Kris le entrego a Toshi el dinero que había ganado ese día, del reloj y el collar se ocuparía después. Se despidió del mayor y se fue. Al menos al llegar los chicos estarían durmiendo y así tendría más tiempo para llorar a solas.
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