Sin darme cuenta, aviamos llegado al cruce, la separación del rió volviéndose este una cascada y esta finalizando en un lago, la mejor decisión, era bajar la colina con cuidado para seguir el camino del agua, ¿qué aria si este camino se acabase?, era algo que todavía me regentaba.
—Bueno no tenemos más opción Orión, tenemos que bajar con cuidado— le caballo siempre parecía entenderme sin saber la razón, pero dicho y hecho bajamos la colina caminado, me sentía más seguro y así le daba un descanso a Orión.
El resto del tiempo fue simple y hasta aburrida monotonía, hasta que lo que más temía llego, el final del rió en otra cascada, esta era de mayor tamaño no podíamos bajar caminando o deslizándonos como lo hicimos con la primera, era mejor rodear todo la montaña para bajar de ella y debía de prepararme para ese camino, pasamos todo el día en ese lugar pescando y recolectado todo lo que fuera comestible; hiervas, ramas y raíces para crear mis medicinas, todo lo que fuera necesario y lo demás que necesitara para prevenir cualquier tipo de desgracias.
Días pasaron nuestro pasos no se detenían, ya las esperanzas de encontrar un pueblo en el bosque estaban perdidas pero al menos, avía perfeccionado mis aprendizajes de supervivencia con la práctica de esta.
“El tiempo de paz y de aprendizaje se termina…..corre, corre….”
Al caer la noche, el bosque parecía más denso y pesado, podía sentir nuevamente el viento frió que me helaba los huesos al caer el sol, la verdad es para que sea una hectárea de bosque, era muy profundo y espeso, ¿quizás me equivocara de camino?, la verdad es que no tenía idea de donde realmente me encontraba, la madre naturaleza podía ser engañosa muchas veces.
Las horas pasaron como si nada, Orión avía estado pastando un rato, Nataniel lloro únicamente para que le cambiaran el pañal y ahora simplemente comía su papilla entretenido en llevarse las manitas llenas de lo que era una masita, hecha con un poco de la papilla en polvo que quedaba, perra machacada y una gotita de miel, todo eso con un poco de agua hasta que simplemente quedara espeso y listo para comer; en mi caso comía lo mismo pescado con un poco de sal, asado en la fogata, la verdad es que ya debía de ir buscando otras maneras de comer los pescados el sabor del asado ya me tenía algo harto.
Tome mi bolso y la cesta que avía logrado a hacer con muchos tallos de hojas, misma que utilizaba para guardar el alimento y otras cosas importantes; comencé a atarla con la cuerda y con ayuda de Orión colgarla sobre una rama man-teniéndola lejos del suelo y de cualquier animal.
El sueño por fin nos ganó, teniendo cuidado de que la fogata no se saliera de control logre dormirme con tranquilidad, misma que duro poco tiempo. Me desperté exaltado, avía tenido una pesadilla, algo sobre unos colmillos y el llanto de Nataniel, pero al revisar a mi dulce hermano, este se encontraba profundamente dormido a mi lado, la verdad ya comenzaba a pensar que estaba paranoico, tratando de cerrar los ojos nuevamente, el crujir de ramas y hojas secas, provoco que abrir los ojos y no fui el único que lo escucho porque de improvisto, Orión se despertó y relincho fuertemente, peligro eso era lo que sentíamos, ese sentimiento que aparece cuando sabes que algo no anda bien o algo muy malo está a punto de pasar, ese sentimiento ya muy bien lo conocía, era mi propio instinto de supervivencia advirtiéndome del riego de muerte.
Un gruñido, me sacos de mis pensamientos, Orión comenzó a alterarse y Nataniel comenzó a llorar; se trataba de un depredador y nosotros éramos una presa muy fácil, tomando mi lanza y la colcha donde siempre estaba envuelto Nataniel para cargarlo en mi espalda y tener libres los brazos, por si tenía que luchar; debía de pensar con rapidez el rugido no se escuchaba cercado, pero el crujido anterior sí, bien podría estar lidiando con una manada y no con uno solo.
En movimientos rápido corrí a desatar la cuerda, tomando la cesta de comida, en estos momentos me arrepentía de su peso, pero no odia perder tiempo quejándome, debía de buscar soluciones rápidas y certeras.
Un crujido más cerca, parecía que viviera del otro lado del rió, justo frente a nosotros; mi mente comenzaba a desesperarse, cada uno de mis sentidos se agudizaba para trata de localizar de donde provenía exactamente el peligro, pero al no encontrar respuesta tome una decisión que quizás pudo costarnos la vida a Nataniel y a mí, asegure la comida al lomo de Orión y viéndole a los ojos, rogando que esta fuera la decisión correcta, solté su cuerda; el caballo viéndose libre comenzó a correr, el joven omega lo trataba de seguir, rogaba que el predador no los persiguiera…
“Orión viejo amigo….siempre tan noble animal como tu nombre”
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