Mis rezos fueron completamente ignorados, podía escuchar claramente un gruñido bestial y el fuerte paso de sus garras detrás de nosotros, cada vez trata de aumentar la velocidad de mis pasos, tratar de alcanzar a Orión que pudiéramos escapar juntos, como aviamos estado en todo este trayecto.
En un parpadeo, eso fue lo que me coto perder al caballo de la vista, por más que buscara el animal avía desaparecido dejándome con la bestia detrás, persiguiéndome a mí y a mi hermano quien no debajo de llorar.
No podía creer, ese animal me avía dejando, me avía abandonado por salvar su vida, algo dentro de mí se sentía mal, Orión avía sido como el primer y verdadero amigo que avía tenido, dicen que los animales nunca traicionan, pues parece que quien lo dijo nunca se avía puesto en una situación peligro como la mía.
“Pensé que moría, pensé que me dejaste, pensé que avía sido abandonado…”
Grande fue mi sorpresa, cuando al captar por el rabillo del ojo, como una sombra negra atacaba al animal, que me venía persiguiendo provocando que este fuera lanzado lejos, detuve mí huida, al girar la imagen del majestuoso Orión, provocaba una clama en mi acelerado corazón, dirigí mi mirada a mi depredador, logrando ver lo que era, un enorme tigre de véngala se comenzaba a parar tembloroso y confundido, por el reciente ataque imprevisto. No espere a perder más tiempo, y subiéndome a Orión comenzamos nuestra huida del lugar, mientras más distancia pusiéramos entre el tigre y nosotros, más serian nuestras posibilidades de sobrevivir.
Lamentablemente la distancia no fue la necesaria, para que saliéramos ilesos de ese persistente animal; el tigre se lanzó en nuestra contra, mordiendo una de las patas traseras de Orión, mi reacción principal fue el de atacarlo, pero algo dentro de mí me hizo ponerme en los zapatos del tigre, podía solucionar dos pájaros de un tiro, aunque eso me costase carro pensé; abriendo la cesta donde guardaba la comida, tome dos grandes pescados, el primero se lo lance al tigre, quien de inmediato soltó la pata lastimada de Orión; el segundo, con todas mis fuerzas se lo lance lejos para que no nos siquiera, y tal cual el tigre cogió el primer pescado mientras nosotros huíamos, me imagino que fue a por el segundo ya que no nos volvió a perseguir o atacar.
Pudimos detenernos después de un tiempo, me baje de Orión rápidamente y comencé a revisar su pata, efectivamente estaba lastimada pero no de gravedad, un verdadero milagro diría yo, logramos encontrar una cueva en la colina cercana, era perfecto ahí podría curar la pata de Orión sin estar por completo a la intemperie; una fogata, agua hervida hiervas cortadas y amasadas, tenía todos los materiales y el conocimiento para tratar esa herida y después de colocarle una masa pegajosa y babosa en la pata, sobre la herida abierta la vende lo suficientemente fuerte para que nada de esa mescolanza se saliera su dé lugar.
El alivio en el rostro del caballo era evidente, me acerca a su cabeza y tomándolo con cuidado de lo que serían la base de su cara, pegue mí frente a la de él.
—Gracias por no dejarme atrás, gracias por volver por mí, gracias enserio Orión, te lo agradezco mucho— lo único que recibí por respuesta fue un resoplido y un suave relinche de su parte.
—A veces me pregunto si enserio puedes entenderme— lo mire a los ojos para luego regalarle un suave beso en la frente, obteniendo de nuevo un relinche suave de parte del caballo.
La noche nos calló muy rápido y era más que evidente que pasaríamos un tiempo en esa cueva mientras que Orión se recuperaba, solo quedaba cenar y dormir, ya mañana seria otro día con nuevas oportunidades, de vivir, de aprender y más que todo de sobrevivir.
“La confianza entre animales y humanos suele ser enorme, amigo mío te confió mi vida “
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