“¿Quieres que te siga contando?, pero ¿Qué más podría contarte?
No, no este no es el final mi pequeño por eso te pregunto…
¿El cómo llegamos aquí?.....
Aun es algo pronto para recordar eso…
¡O quieres saber lo que paso con nuestro pequeño paraíso?
Está bien te contare mi pequeño Nataniel….”
Nuestro pequeño paraíso era perfecto, era tranquilo, alejado y fértil; recuerdo esos días con mucha alegría, quizás los dioses al fin nos estuvieran bendiciendo.
Comenzamos con una pequeña tienda sostenida, por las ramas de los árboles y poco a poco comencé a construir un refugio más apropiado y resistente, ante los cambios de estación; una cueva frente al claro era el lugar perfecto para escondernos, con la ayuda de la fuerza de Orión, nuestro refugio estuvo terminado, al menos ya no dormiríamos en la peligrosa intemperie; construí una puerta con las hojas y las ramas que caían secas al suelo, y ese sería nuestro hogar temporal.
Orión por obvias razones de ser un animal, prefería estar a fuera, disfrutando de la libertada dentro dela fresca brisa de las mañanas.
Los días se convirtieron en meses, 9 se trasformó en 13 y el invierno toco nuestro puerta; trataba de que el fuego estuviera encendido por todo el día, además de él, tu pequeño cuerpo contra el mío eran las únicas fuentes de calor a nuestro alcance.
La suerte nos volvía a sonreír, la pesca diaria de los meses anteriores, nos había ayudado a lograr conservar los alimentos no perecederos. No fue fácil nuestro primer invierno solos; por alguna razón a mi mente llego la imagen de Cristian, era cierto a finales de esta estación, fue cuando lo conocí, aún recuerdo su sonrisa, solo que ahora provocaba mucho más que un simple sentimiento cálido dentro de mí, quizás debido a su desaparición o el que no me protegiera como él dijo que siempre lo haría, que fácil es la inocencia o la confianza que nosotros ponemos sobre los demás.
—Bueno Naty, hoy es una fecha especial, es año nuevo, por lo cual debería de darte un regalo, así que espero que te guste lo que prepare mi pequeño— al ser momento de cenar y no tener ningún presente material que regalarle a mi hermano, decidí arriesgarme un poco y prepara un caldo de pescado con algunos raíces y hiervas, grande fue mi sorpresa y alegría al ver que se acabado todo el tazón contento.
—Ese es mi niño, ¿quieres un poco más?— sonreír regalándole un beso en la frente y terminado de cenar.
Nataniel, solo rió en respuesta y acepto seguir tomado la sopa y terminar la cena con un jugo natural de vallas, dulce y frió por el ambiente, casi como un helado cremoso algo realmente delicioso.
“ Y así fue como celebramos nuestro primer años nuevo, juntos..
—Solo nosotros dos…
—Si claro nosotros dos y Orión…”
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