Decidí regresar a nuestro refugio, no podía hacer nada contra el inminente peligro que se acercaba, debía idear un plan o al menos una estrategia para poder lidiar o esconderme de ellos; al llegar baje de Orión sin quitarle la silla de montar, baje los suministros que había recolectado en el camino y simplemente volví a nuestra cueva.
Cobardía o estrategia la verdad aún no se, que fue lo que me impulso a esconderme, quizás fue más que todo el deseo de protegerte, “algunos generales, no son tan benevolente como yo”, las palabras de Maximiliano, resonaron en mi mente, es cierto existían personas peores a Maximiliano, al menos el jamás me agredió físicamente o mentalmente, solo creo que él es una persona que enserio necesita a alguien que lo entienda.
“Cada día bajas un peldaño más al infierno…
Así que ve preparándote….
Estas muy cerca de él…”
Los días pasaron y ya no sabía si estaba siendo paranoico o enserio el pelotón comenzada cada vez más a adentrarse en la montaña; cada día con menos hombre y dejando a su caminar olor a muerte.
—!!Recuerden quien manda sobre ustedes malditas escorias¡¡— otro disparo, otro cuerpo inerte cayendo al piso; no lograba comprender al líder de este grupo, era un ser sádico, maniático y sicótico; no temía matar a sangre fría a quien estuviera delante de él, sin ningún tipo de remordimiento sobre su conciencia, “la guerra te llega a enfrentar cosas, que en el momento de escoger entre tu vida o las de los demás, te cambiaran”, una oración que Cristian me dijo después de que salváramos la vida de Maximiliano.
La tarde comenzó a caer y era momento de regresar, cada mañana me daba a la tarea de observarles, poder a prender sus tácticas y sus rutinas más a fondo, no podía segar mis ojos ante el peligro que ellos representaban y creo que Orión lo llego a comprender con el paso de los días, cada vez nuestros pasos eran más silenciosos y cuidadosos.
Las idas de crear trampas y redirigirlos a otro lugar comenzó a llamarme la atención, pero tenía un problema muy grande, ¿Dónde conseguir el material y los recursos que necesitaba para hacerlas?; la pregunta me carcomía la mente, ¿Dónde, donde?, lo más sensato pero a la ves arriesgado, era robarles los materiales a ellos, pero ¿ellos se darían cuenta no?.
“Si no tomas riesgos en tu vida, nunca llegaras a conocer lo que es la adrenalina en su más puro sentimiento”
Al llegar el manto de la noche, prepare todo lo que pudiera necesitar, me había acostumbrado a ver en la noche, mi visión ya estaba más desarrollada en su punto, conocía a la perfección mi entorno y por donde moverme, pero algo detenía mi paso, la idea de dejar a Nataniel solo por primera vez en mucho tiempo, la preocupación era enorme en que algo le pasara si yo no estaba cerca, para protegerle, pero también sería un gran peligro si lo llevaba conmigo.
Tenía dos opciones, calcular los pros y los contras de mi plan, seria lo que ayudaría en mi decisión.
—Ir lograr conseguir lo que necesito y dejarte a ti solo el tiempo que yo necesite estar haya— mire a mi pequeño hermano explicándole la situación con la cual me encontraba muy estresado, nada me aseguraba de que no me pudieran atrapar estando haya o algo horrible le pasara a Nataniel en mi ausencia.
—O quedarme aquí, estar contigo pero arriesgarnos a que, ellos puedan encontrarnos o atacarnos— miraba de nuevo al bebe y este simplemente, me mira con duda, sin entender muy bien la explicación, por ser tan pequeño.
—No sé qué hacer, ¿qué tengo, que hacer Naty?— la risa de Nataniel calmaba mis nervios, es solo un bebe, ríe por nada y es feliz con muy poco; esa risa provoco que tomara mi decisión y mi determinación creciera en mi interior.
—Bien, Nataniel espérame aquí, prometo regresar sano y salvo, lo más rápido posible, por favor espera por mí— termine de darle la cena, le cambie el pañal y me asegure de que nada pudiera molestar su sueño.
—Bien, aquí voy— me subí al lomo de Orión y partí aprovechando la alta hora de la noche, el pelotón estaría dormido y nadie me podría ver.
“No me atraparan, no me atraparan, corre, corre Orión no mires atrás
¿Por qué la vida da tantas vueltas?
¿Por qué simplemente no me deja ser feliz?
¿Por qué me deje confiar tanto?
Porque el orgullo puede nublar tanto mis sentidos
Estuve tan ciego, he iba directo al peligro…”
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