“Sabias que la velocidad del sonido, puede llegar a superar la velocidad de reacción de una persona, la humanidad tarde cerca de 24 segundo en reaccionar, analizar y buscarle la lógica o la comparación al sonido para dar una respuesta lógica al cerebro.
Mientras que los animales solo tardan algunos milis segundo, en analizar el sonido y relacionarlo con algo lógico…
Es una información bastante interesante mi pequeño..“
La confianza suele ser el error más común del ser humano, pero también es lo que los mantiene en un estado estable mentalmente, ya que al tener “confianza” en sí mismo, estos no dejaran que nadie y nada les lleve la contraria, al sentir que ellos tienen la razón y no los demás.
El atardecer nos calló encima, con paso lento y calmado volvimos a nuestro refugio, tratando de seguir con nuestra rutina y no darle mucha importancia a lo ocurrido en la mañana; por más que no quiera pensar en aquello, la imagen de ese alfa asesinado al ladrón de la caja no salía de mi mente, sentía que era posible que ellos nos encontraran, que solo era cuestión de tiempo.
Debíamos comenzar a movernos nuevamente, los meses que pasamos en esta zona avía logrado que le agarra cariño, es lamentable que tuviéramos que irnos y vagar por el mundo nuevamente; pero debíamos de ser positivos, era mejor vagar y sobrevivir, que ser encarcelado o asesinado por ese general demente.
Mañana comenzaría los preparativos para irnos, aumentar nuestras reservas de comida con pescado y volver a resguardar las comidas enlatadas; espero que la suerte nos sonría nuevamente y podamos encontrar a alguna vaca lechera, con ella en nuestro “grupo”, no tendría más preocupaciones acerca de la leche o la formulada de Nataniel, aunque si tendríamos que evitar a toda costa a los depredadores, como aquel tigre. Quizás la idea de la vaca sea algo que deba de pensar más a fondo, al menos tener una decisión razonable para cuando llegue esa oportunidad.
3 días y 3 noches, hoy era nuestro 4 día, hoy al anochecer diríamos adiós a esta zona; vallas, frambuesas, moras, manzanas y barias hierbas, eran lo con lo que avía llenado la primera cesta de comida, en la otra llevaba pescados secos, envueltos en una manta para evitar que la cesta emanara algún tipo de olor, que pudiera atraer depredadores. Agua del rio hervida y embotellada en las botellas bacías, era la reserva más preciada; todo se encontraba empacado y ya tan solo tocaba esperar por el manto celestial de la noche, Nataniel se encontraba dormido en mi espalda gracias al canguro improvisado de mantas.
Algo llamo mi atención, un ruido alejado algo parecido a un motor, que se acercaba cada vez más rápido a mi ubicación, esto era algo que no podía creer, ¿acaso ellos al fin me avían encontrado?
El miedo comenzó a llenar mi sistema nervioso, mi mente comenzó a trabajar a gran velocidad, apagando la fogata y tomando las pocas cosas avía sacado para hacer la cena y guardándolas sin importarme que algo pudiera botarse, Orión comenzó a relinchar y a moverse intranquilo tratando de alertarme del peligro que se acercaba a gran velocidad, tomando mi bolso y dando una rápida mirada me aseguraba de no dejar nada importante, mientras me montaba en el lomo del caballo, tomando las riendas y ajotándolas para que comenzara a moverse, sin más dijimos adiós a ese pequeño santuario en medio del bosque, que fue nuestra salvación y nuestro resguardo por tanto tiempo.
Fue solo cuestión de tiempo, el sonido de la carrocería no cesaba, no se detenía, era muy claro que nos seguía, que nos estaban buscando, pero ¿cómo era eso posible?, si es que ni siquiera nos avían visto o acaso era todo lo contrario, ¿acaso ellos ya sabían que Nataniel y yo, llevábamos tiempo viviendo ahí, acaso ellos sabían que yo fui quien robo algunos de sus suministros y por eso me perseguían?
Mientras más corríamos, más sentía el miedo y la adrenalina meterse entre mis venas, cada paso de Orión era un paso para mantener nuestra libertada y nuestra vida, podía sentirlo, Orión se encontraba también desesperado; la camioneta militar no paraba de perseguirnos y con el rabillo del ojo pude verlos, 4 hombres dentro de esa camioneta eran quienes nos perseguían, ese uniforme era el mismo, eran los mismo soldados del pelotón.
El camino se hacía cada vez más denso, tenía la esperanza de perder lo entre la densidad de los árboles y el bosque, un sonido ensordecedor impacto contra el tronco de un árbol, disparos, mi reacción fue inmediata pase a Nataniel a mi pecho, para que no fuera él quien residiera esos disparos con los que podría peligrar su pequeña vida.
La persecución siguió por un tiempo indefinido, disparos y risas burlescas de parte de los agresores, mientras que nosotros seguíamos tratando de escapar de ellos girando y perdiéndolos por segundos, pero al fin paso lo que por mucho trate de evitar, dos disparos de dos armas distintas, uno colisiono con la el muslo de Orión provocando que se detuviera por el dolor, él pobre aun recordaba la mordida del tigre sobre su piel, el otro disparo se estalló contra mi cuerpo, abriéndose paso en mi espalda baja, provocando que la sangre comenzara a brotar y manchar mi camisa, el dolor era horrible y rogaba porque ese disparo no hubiera perforado ningún órgano vital.
—! Serás idiota se supone que debemos de llevarlos con vida ¡— la represalia de uno de los hombres, al otro que sostenía una de las armas residen disparadas, llamó mi atención, ¿llevarme con vida, a donde, a su campamento? Era lo más lógico aunque mi mente solo buscaba la forma de para e sangrado apretando mi mano sobre esa zona, no podíamos detenernos, ellos no podía detenernos.
Lleno de determinación y quizás con algo de falta de cordura por el dolor, azote las riendas de Orión y este retomo su galopeo veloz, escapando de aquellos betas o alfas uniformados, realmente no me quedaría a averiguar su género; nuevamente los disparos y los gritos amenazadores, comenzaron a llenar el vacío silencio del bosque, los dioses parecieron escuchar mis peligrarías y después de dar barias curvas durante la persecución, logramos confundiendo los y perdiéndolos al fin.
El aire regreso a nuestros pechos, pero la fuerte punzada del dolor de las balas y las heridas abiertas, nos recordó que posiblemente, debíamos de tomar un descanso y buscar nuevamente un lugar donde escondernos mientras nos recuperábamos.
Alivio sentimos, al encontrar una cueva cubierta casi escondida, por ramas secas de árboles, unos simples movimientos y logramos abrirla lo suficiente para que los tres estuviéramos cómodos dentro de ella. Sacando vengas y un pequeño embace sellado comenzamos a tratar tanto la herida de Orión y la mía, vengando ambas zonas lo más fuerte que pude para que la sangre no volverá a brotar de nuestros cuerpos.
Dos días aviamos pasado, logrado descansar y comenzar a sanar nuestras heridas; los tres salimos un rato al rió cercano a descansar, tomar un poco de aire y ver si los peces pasaban por ese rió de agua fría y dulce. El sonido de unas hojas secas me alarmo, pero fue demasiado tarde.
¡! Pum ¡!
Un fuerte dolor en mi cabeza provoca que cayera al suelo de lado acurrucando aún más a mi cuerpo a Nataniel quien comenzaba a llorar asustado y angustiado, puede ver en cámara lenta como tomaban a Orión y las frescas palabras de esos hombres.
—Señor este es el chico que vimos huyendo del lugar que nos mandó a investigar
—Con que es este, el chico observador de la colina— puede ver como una maliciosa sonrisa aparecía en su rostro, mientras mi visión comenzaba a ponerse negra.
Lo último que escuche era el llanto desesperado de Nataniel, el relinchar de Orión y esas cínicas palabras: “No se atrevan a lastimar los, ellos son MÍOS…”
—Suban los a la camioneta y amaren al caballo no revisen, ni toquen nada—dijo el general completamente serio, mientras cargaba al pequeño bebe que aun lloraba y lo acurrucando lo en sus fornidos brazos, pudo calmarlo; para el pelotón aquella escena provocó un gran escalofríos, “¿cómo un demonio podía cargar algo tan puro como un bebe?”, la pregunta estaba en la mente de más de uno.
“El tiempo no todo lo sana, lamentablemente aun eres muy pequeño para entender eso…
Si mi Nataniel, puedes llamarme mama….
Que bello suenan esas palabras mi pequeño, ese sonido que haces al reír…”
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