Tal vez, mi problema fue apoyarme demasiado en la gente.
Jugué con esos pensamientos infantiles, que pintaban que todo el mundo era bueno;
Y me equivoqué.
Las heridas de los bombardeos no tardaron en aparecer,
De las palabras, de todos los abrazos y sonrisas que hacia mí habían fingido,
Sangraban y sangraban. Mi mente se preguntaba ¿y ahora que vas a hacer?
Y los bombardeos seguían cayendo, de tres en tres.
Acusaciones a la espalda, risas por las meteduras de pata que me subían de la humillación escenario.
Entre lágrimas gritaba ¡¿Qué es esto que tanto esperas ver?!
Los rumores continuaban, las voces no callaban. Tranquila niña, hoy solo es lunes, te queda mucha semana por delante.
Papá, mamá: no quiero salir de la cama, hoy en casa, entre mis sábanas me quiero quedar dormido.
Me quiero quedar en casa, por que en el instituto hablan de mí, del chico pelirrojo que vivía en su jardín y que no sabe distinguir a aquellos que le quieren cerca de aquellos que ya muerto le ven
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