El reino de Iskyla se encontraba al sureste de la península nórdica, rodeada de bosques por el oeste, llanuras por el norte y el resto colindaba con el mar báltico. La ciudad tenía edificaciones coloridas y de todos tamaños; la infraestructura más llamativa era sin duda el castillo blanco al centro de la localidad. Seguido se realizaban festividades a gran escala, sobre todo en los aniversarios de los miembros de familia real; sin duda la paz reinaba en ese lugar, casi se podía olvidar que existía el imperio y las injusticias que causaban. Los ataques a esta gran ciudad eran esporádicos y siempre salían victoriosos hasta que…
─Huff, huff ─jadeaba un soldado de Iskyla mientras corría a toda velocidad hacia el salón de asambleas del castillo ─. Tengo que avisarle cuanto antes… hah, hah –al llegar, abrió las puertas de par en par abruptamente ─. ¡Su majestad! Su majes… Hughf –se le iba el aire.
Con sus manos apoyadas en sus rodillas, se tomó unos segundos para recuperar el aliento, tenía que terminar de transmitir el urgente mensaje al Rey Nero. Tras el estrepitoso sonido de las puertas, todos los presentes de la lujosa habitación dirigían la mirada hacia el alterado muchacho con desconcierto.
─ ¿Qué es tan importante para que oses interrumpir esta reunión? ─preguntó el General Rasmus: un hombre fornido, estatura promedio, de larga barba y rastas en su cabello; era el estratega de guerra.
El soldado ahora asustado contestó ─A… ata... ataque inminente del imperio, mis señores ─pasó saliva esperando respuesta. Agachó su cabeza, su cuerpo temblaba y sudaba frío, como si hubiera visto a la misma muerte.
─ ¿Qué has dicho? ─habló con asombro el príncipe Raidha Lundberg: alto para su edad, piel morena media, cabellera azul marino, vestía ropas de seda y lino azules para resaltar el color de sus ojos; portaba joyas por doquier, a primera vista cualquiera pensaría que este niño había tenido una vida llena de mimos y lujos; en efecto, así había sido. Sin embargo era la mano derecha y el hermano más joven del rey.
─ ¿De qué magnitud? ¿Es aéreo el ataque, por tierra o mar? ¿Dragones? ¿Algún centinela obscuro? ─interrogaba Rasmus.
─Inmenso… De… de todos lados mi general ─con voz temblorosa, contestó extendiendo sus brazos a lo ancho de su envergadura, indicaba la dimensión de lo que se aproximaba ─. Dragones… muchos de ellos señor, centinelas y peor aún… el emperador es el líder.
El salón quedó en silencio, el soldado se tiró al piso sollozando. Escuchó unos pasos acercándose a él y sintió que alguien tocaba su hombro.
─Muchas gracias por avisarnos, has hecho un gran trabajo. Es normal tener miedo… ─con una voz gentil llena de seguridad, Nero consolaba a su súbdito ─. Levántate, no estás solo, eres parte de Iskyla y esta ciudad no caerá fácilmente.
─Por supuesto, s-su majestad ─asintió con ojos llorosos mientras sonreía y recobraba su postura.
El rey era un hombre alto, tonificado, tez morena media, cabellera azul marino, ojos color avellana, vestía una túnica verde, collares y joyería en abundancia, por supuesto no podía faltarle su corona ostentosa adornada con kivet de agua; pues era el elemento que podía controlar.
─ ¿Cómo desea proceder mi lord? ─preguntó Rasmus.
Nero suspiró y prosiguió a dar indicaciones a todos los presentes en la habitación. ─Declaro la ciudad en alerta Ónix (1) ─tomó una cápsula pirotécnica, la encendió y la introdujo a un tubo de succión para que estallara en el cielo. La señalización era de color negro, avisando así a toda su gente que debían ponerse a salvo de inmediato.
─Rasmus, prepara a todo el ejército, nuestras conjeturas estaban en lo correcto; destruir Iskyla es el siguiente objetivo de Helios ─señaló en el mapa de la ciudad hallado sobre la mesa ─. Quiero que tú te encargues de la zona norte ─el general asintió.
─Raidha, tú y Heimon se encargarán de la zona costera al sureste ─ambos asintieron. Heimon era el guardaespaldas del muchacho: un sujeto de más de dos metros de altura, orondo y siempre vestía una armadura pesada que lo cubría por completo. Solo la familia real conocía el aspecto de su rostro.
─Lewellen, te encargarás de la evacuación hacia los domos ─éste asintió, hizo una reverencia y se disponía a seguir sus órdenes. Era el consejero del rey, llevaba más de seis décadas sirviendo a la familia Lundberg. Vestía una túnica verde grisácea que le cubría hasta los pies, portaba una cabellera canosa larga, cejas pobladas, barba y bigote blancos.
Los domos eran búnker subterráneos, podían refugiar a la gran mayoría de los habitantes de la ciudad, las entradas se encontraban al final de pasadizos dentro del castillo.
─También… ─volvió a dirigirse a su hombre de avanzada edad ─. Quiero que mis hijos estén contigo hasta que todo esto termine ─Lewellen asintió una vez más ─. Que te ayuden a pedir asistencia de nuestros aliados en caso necesario.
─Como usted ordene su majestad.
─Y tú ─enfocó su mirada hacia el soldado miedoso.
─ ¡Eeh! ¡¿Yo?! ─se señalaba a sí mismo y volteaba hacia ambos lados, veía si el rey se estaba dirigiendo hacia otra persona que no fuera él.
─Claro que te habla a ti ─dijo en tono burlesco el joven príncipe ─. Eres el único en la habitación que no ha recibido indicaciones ─soltó una carcajada.
Con una sonrisa compasiva habló ─Necesito que te dirijas con la comandante Karalee en la academia (2), auxilien a los ciudadanos a evacuar rápidamente y que los aprendices novatos resguarden los domos; serán la última línea de defensa para los civiles ─con cada palabra que emitía el rey, la expresión del soldado se petrificaba más y más ─. Y te quedas ahí con ellos, ¿entendido?
─E-e en… entendido ¡su majestad! ─hizo una reverencia.
El consejero y el soldado se marchaban por la misma dirección. Con movimientos tiesos y robóticos, el muchacho giró hacia la izquierda del pasillo por donde caminaban.
─ Ehem, la comandante Karalee se encuentra hacia el lado contrario ─habló el consejero.
─ ¡Ah! ─al darse cuenta de su error, el soldado dio media vuelta y se echó a correr para cumplir con su misión ─. Gracias señor.
El resto del grupo solo observaba al soldado miedoso, mientras ellos se dirigían a sus puestos. ─Seguro se graduó con honores, jejeje ─dijo Raidha de nuevo en tono de burla.
─Su primera batalla, ¿tal vez? ─Rasmus replicó.
─Ahora tu eres valiente y fuerte, pero recuerdo que no hace mucho tiempo te la pasabas llorando, nadie podía separarte de mi pierna ─ahora era Nero quien soltaba una carcajada ─. “Uwuaah, nu mu dewes sowito, tenwo miewo” ─imitaba a su hermano, al mismo tiempo que se aprensaba a él.
─Hmph, Yo no recuerdo nada de eso, fue hace muuuuchos años ─sonrojado negaba el joven, aguantándose la risa. Nero, Rasmus y Heimon soltaron un par de carcajadas ─. ¡Oye!, tú no te rías de mí ─con una sonrisa volteó a ver a su guardaespaldas.
─Bien, yo activaré el escudo de la ciudad. Estén listos, los veo en el patio central ─dijo por último el rey. Al unísono respondieron afirmativamente los otros tres.
El patio central no era nada más que el punto en donde, todo el ejército se juntaba para seguir las indicaciones de la estrategia militar, repartir los batallones y la artillería pesada; para así cada quien poder tomar sus lugares de combate.
---
(1) Ónix: no, no se refiere al pokémon ni al automóvil, sino a la piedra preciosa negra, que se relaciona con la perseverancia y a no darse por vencido hasta lograr el objetivo.
(2) Academia de la Orden de las Caravanas: lugar donde se entrenaban a las personas que querían enfrentar al imperio, se les enseñaba combate uno a uno, manejo de armas, controlar y potenciar los poderes kivet.
Comments (0)
See all