¡BANG!… ¡BANG!… ¡BANG!
Se escuchaban explosiones alrededor de la ciudad de Iskyla, era aquel centinela enviado a derribar el escudo.
─Excelente, el escudo caerá en cualquier momento, mi señor ─dijo Sared, otro centinela obscuro, que se encontraba junto al emperador. El primero tenía cabellos largos verdosos, también su armadura era negra y emanaba un aura de obscuridad, su elemento era el veneno. Helios le ordenó que atacara la zona norte de la ciudad.
El ejército de Iskyla ya estaba en posición, esperando a que entrara el enemigo. Finalmente, el escudo se desvaneció…
La lluvia caía sobre la ciudad. La verdadera pelea inició, se escuchaban gritos de guerra, espadas golpeándose entre ellas, flechas volando por los cielos, dragones destruyendo soldados y edificios. Temblores causados por aquellos que podían usar kivet de tierra, grandes ventiscas por kivet de aire, gases tóxicos gracias a kivet de veneno, incendios causados por kivet de fuego; ambos bandos tenían sanadores con kivet herbal, era un caos total.
El encuentro parecía no tener fin, los dos ejércitos habían sufrido grandes pérdidas. Por el lado de las llanuras, Rasmus logró detener al enemigo, sometió a Sared, los soldados imperiales restantes perdieron fuerzas sin su líder.
─Hasta aquí llegaron, no harán más daño ─Rasmus ataba los brazos del derrotado centinela por su espalda.
─Jajaja, no importa que me hayas detenido, ustedes no entienden los grandiosos planes del emperador Helios, jajaja ─reía como demente.
─No podrán conquistar este reino.
─Ves como tengo razón. El objetivo no es derrocar esta ciudad, sino quien no verá un mañana.
<< Hmmn, su majestad o el príncipe…>> pensó el general. Entregó al centinela a uno de sus capitanes, ordenándole que lo encerrara en una celda; luego se dirigió hacia donde el rey.
En el centro de la ciudad se encontraba Nero combatiendo contra Raynard, a pesar de que el centinela tenía una supuesta ventaja sobre el monarca al controlar la electricidad, le era muy difícil acertar sus ataques.
─Vaya que le hace honor a su título, su alteza ─mostraba señales de cansancio el soldado obscuro.
─ ¿Crees que es la primera vez que enfrento a alguien con tus poderes?
─Seré el último, ¡dame todo tu poder, Vitesse! ─Raynard activó su habilidad kivet de invocación, era un leopardo eléctrico de tres metros apareció a su lado.
Hay dos tipos de habilidades kivet, solamente aquellos que han sido elegidos por las diosas, pueden usarlas. Una de ellas es la invocación, que consiste en llamar a un animal espiritual protector de gran tamaño, y la segunda una armadura; ambas incrementan notablemente sus poderes, aunque consumen mucha energía del individuo que las utilice. Si el activador pierde la habilidad abruptamente, perderá gran cantidad de vigor, como si la hubiera utilizado por días.
Complicando las cosas, numerosas fuerzas imperiales rodeaban al Rey Nero, un ataque simultáneo se dirigía hacia él. ─Bríndame de tu fuerza y protección en esta batalla, Sumammus ─también activó su invocación, una tortuga marina de mayor tamaño que el felino.
Con su gran caparazón protegió al rey de los soldados, lo único que le costaba detener eran los truenos del otro animal; al mismo tiempo, Nero interrumpía los ataques de sus oponentes con bombas de agua. No obstante el gran tamaño de su criatura, llamó la atención de los dragones restantes.
─No tiene escapatoria… su alteza ─Raynard corría en dirección de su oponente para atacarle con sus katares (1). Su embestida fue neutralizada por un muro de tierra que se elevó enfrente de él, un aliado del Rey apareció.
─ ¡Rasmus! ─exclamó Nero.
─Mi lord, el norte está bajo control, esta área parece ser la más concurrida por el enemigo.
─En efecto, pero… el emperador no está aquí.
─ ¡Bravo su alteza! ─reía el centinela ─. Lamento informarle que usted no será su contrincante el día de hoy ─levantó su mano hacia el cielo, hizo un chasquido, al instante el leopardo se convirtió en una nube de polvo paralizador. Tanto soldados del imperio como los pocos de Iskyla situados alrededor del centinela no podían moverse, la invocación del Rey desapareció ─. ¡Oh! por favor rey Nero, no me mire con tanto enojo ─se recargó sobre escombros ─. Yo solo hago mi trabajo.
─Demorarnos.
─ ¡Correcto!, mientras el gran emperador Helios ejecuta a su engreído hermanito.
<<Tengo que liberarme de esto cuanto antes>>
─El… príncipe Raidha… es muy fuerte y no… ─forcejeaba Rasmus, tratando de zafarse de la parálisis.
─Shhh, no me interesan tus palabras, calladito te ves más bonito ─selló los labios del general.
En la zona costera Raidha y Heimon defendían sin problemas, dominaban a las fuerzas del imperio; hasta que llegó el mismísimo emperador.
─Al fin decidiste dar la cara ─dijo lleno de confianza el príncipe.
─Estaba disfrutando del espectáculo ─aplaudía mientras se acercaba al joven ─. Te has vuelto muy fuerte, Raidha ─un aura obscura comenzó a rodear a Helios ─. Aunque no eres el único ─dejó salir una carcajada.
En un parpadeo, su enemigo apareció justo enfrente de él, golpeándolo fuertemente en el estómago, lanzándolo por los suelos varios metros hacia atrás. Ni Heimon, ni el príncipe tuvieron la oportunidad de reaccionar ante el ataque veloz de Helios.
─Tsk, ¿qué rayos? derritió mi armadura de un golpe ─tosiendo, se quejaba el adolorido príncipe y se quitaba los restos de metal fundidos.
El guardaespaldas se abalanzó contra el adversario, dando tiempo al muchacho para que activara una de sus habilidades kivet, su armadura de hielo. Ésta asemejaba la figura de un delfín. La pelea continuó, ningún ataque que hacían al emperador tenía efecto, todo era detenido antes de llegar a él o lo contrarrestaba. Refuerzos Iskylianos llegaron a la zona tratando de ayudar al príncipe.
─ ¡No! retírense, no son oponentes para él ─Raidha estaba luchando con todas sus energías, no le había causado ninguna herida de gravedad, solo había logrado romper las kivets de los guanteletes y algunas de la corona de su enemigo. Por supuesto Helios venció fácilmente a los soldados antes de que pudieran huir. <<Rayos, no puedo permitir que acabe con mi gente de esta manera >> Pensaba el joven, quien estaba alcanzando su límite.
─Bien, es hora de terminar esto ─en ambas manos, el emperador, empezó a generar unas bolas de energía obscura, apuntó una hacia Raidha, la otra hacia el soldado gigante y disparó.
Los dos aunque se protegieron, salieron proyectados con gran fuerza, sus armaduras se quebraron. El más pequeño cayó en el mar, y el otro sobre rocas en la costa.
En el centro de la ciudad, Nero y Rasmus aún intentaban liberarse de la parálisis. El centinela parecía aburrido, cuando de pronto llegaron refuerzos de Iskyla.
─Adelante, traten de salvar a su manda más ─dijo bostezando sin moverse de su lugar. Todo aquel que entraba a la zona de neblina eléctrica sufría los efectos de ésta ─. Vamos, vamos, sigan acercándose.
Un ligero temblor debajo de Raynard llamó su atención, unas raíces comenzaron a brotar del piso ─ ¿Hmmn? ¿Pero qué demo…? ─le atraparon, ahora era él quien forcejeaba ─. ¡Guuugh! aahg ─comenzó a sentirse más y más débil, le estaban drenando su energía.
La neblina se disipó, el general recuperó su movilidad, no perdió ni un segundo para noquear al enemigo; el rey también liberado derribó a los dragones que acechaban la zona.
─ ¿Se encuentran bien? ─preguntó Arleene.
─Sí, muchas gracias por liberarnos, su majestad.
─Un poco aturdido pero bien, gracias a ti ─abría y cerraba sus manos ─. Debemos pedir refuerzos, Helios busca la cabeza de Rai.
─Ummn… no se puede, querido ─con una cara llena de preocupación dijo la reina ─. Taralia y Aceres (2) también están siendo atacadas en estos momentos, ellos…
─Solicitaron ayuda… ¡Maldición! ─ella solo asintió, el rey cerró los ojos, suspiró; miró a sus alrededores, los enemigos seguían llegando por doquier ─Ustedes ─se dirigió a un grupo grande de soldados ─. Auxilien a Taralia.
─ ¡A la orden!
Nero se dirigió a tres soldados más ─Ustedes, vayan al norte de aquí, reagrupen con quien pueda seguir peleando y apoyen a Aceres ─los soldados obedecieron ─. Amor, tú y Rasmus encárguense de cuidar esta zona, se extra cuidadosa ─frotó el vientre de su reina.
─ ¿Irás con Raidha?
─Lo traeré hacia acá, así seremos más contra el emperador, solo espero que no sea muy tarde.
Tambaleándose salía del agua el joven príncipe, al levantar la vista, miró como Helios estaba cargando otro de sus ataques apuntando hacia su guardaespaldas quien yacía inmóvil entra las rocas.
─ ¡No! ¡¡¡Heimon!!! ─desesperado lanzó una gran ola hacia su adversario.
─Nada mal, mocoso ─esquivó el ataque, alejándose de su presa.
─ ¡Despierta Heimon! ─le dio unas palmadas a su amigo en sus mejillas, notó que en una de sus manos, tenía la bengala que le había entregado su hermano.
Le costaba admitirlo, pero no podía vencer a su rival él solo; estaba agotado además muy mal herido. Tomó la bengala, iba a encenderla pero Helios se dio cuenta de lo que planeaba y le atacó. De alguna forma logró esquivarlo, el objeto cayó de su mano, su vista se tornó borrosa, sintió un fuerte dolor y entumecimiento en su pecho, le costaba trabajo respirar, se arrodilló en el suelo… Una espada le atravesaba el cuerpo, alcanzó a rozarle el rostro del lado izquierdo, podía sentir como la sangre caliente abandonaba su ser.
─ ¿Es este el chico que le causaba tantos problemas, mi lord? ─un nuevo centinela obscuro apareció en la escena.
─No te pedí que intervinieras.
─ ¡Eek! pe…perdóneme por favor, mi lord ─sacó su espada de aquel cuerpo que cayó al suelo e hizo una reverencia.
El adolescente alcanzó a ver la cara del sujeto que le atacó por la espalda, quedó sorprendido al reconocer a su agresor ─Tu… e… eres…
De una patada, Helios volteó el cuerpo del príncipe moribundo, le quitó la espada a su ayudante. ─Siempre has sido una maldita molestia, ¡muere! ─le dio un par de estocadas más a lo que quedaba de su oponente, en las piernas, en el abdomen, en los brazos ─. Te gustan los tiburones, ¿eh? ─el príncipe tenía tatuados un tiburón tribal en cada brazo ─. Veamos si tú les gustas a ellos.
Con sus poderes kivet de aire, Helios envolvió a Raidha con un remolino y lo lanzó a lo lejos y profundo del mar.
─Ahí nadie te encontrará.
─Descansa en paz joven príncipe ─añadió el centinela.
─ ¡Robert! Avisa a los demás que la misión está cumplida, se pueden retirar ─el soberano abrió un portal hacia sus aposentos y se marchó.
─ ¡como ordene su majestad!
Todas las tropas imperiales se retiraban de las tres ciudades atacadas.
Nero llegó a la costa demasiado tarde, el panorama que encontró era devastador. Sangre mezclada con la arena, estragos causados por una complicada batalla y cuerpos sin vida regados en los alrededores de ambos ejércitos. A pesar de que el reino de Iskyla no fue doblegado, las numerosas pérdidas de valientes soldados y un querido miembro de la familia real, hacía que no se sintiera como una victoria en absoluto.
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(1) Katares: es un tipo de arma, consiste en una daga de hoja ancha con una empuñadura en forma de H.
(2) Taralia y Aceres: son las ciudades aliadas de Iskyla, la primera regida por Wilhem el hermano menor de Arleene y la segunda dirigida por Bao, el segundo hermano Lundberg.
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