Las semanas pasaban rápido y Zett avanzaba a un ritmo impresionante su aprendizaje. Ya leía y escribía con fluidez, por lo que empezó su adiestramiento en magia.
- Maestra, ¿A dónde vamos?- se preguntaba el niño mientras seguía a la encapuchada por la escapada colina.
No hubo respuesta. Al llegar a la cima, lo hizo sentarse y le dio un libro muy gastado. Él se lo leyó muy interesado.
- Siempre tienes que recordar que para nosotros lo más importante es el conocimiento. Cuanto más sepas, más poderoso serás. En cuanto tengas oportunidad y tengas libros cerca, léelos, absorbe el conocimiento.- le decía mientras se sentaba unas cuantas rocas más allá de él.
Pasó un rato antes de que Zett acabara de asimilar lo leído. Y estaba listo para la habitual ronda de preguntas que siempre le hacia la maestra tras acabar de leer.
- Maestra, ahora tengo más dudas que respuestas- protestó señalando el libro.
- Entonces eso significa que ha hecho su función.- se aclaró la voz- primera pregunta: ¿Qué eres?
- Según el libro, un Magus. ¿Tú también eres un Magus, Maestra?- siempre habituaba a responder usando al final otra pregunta.
- Sí y no. Magus es una palabra que inventaron los humanos para referirse a los niños que nacían con poderes, pero yo ya he cruzado al otro lado.
- “Cruzar al otro lado” ¿Es un fantasma?
Ante aquella inocente frase la maestra solo puso soltar una alegre carcajada.
- No- se cubrió la boca con la mano- Lo que pasa es que entré en el círculo y dejé a tras mi humanidad. Nací Magus como tú, pero ya no soy humana.
- ¿Me pasará lo mismo?
- Solo si tú quieres. Nadie está obligado a venir a este lado. Aunque cuando crezcas mi Aquelarre estará encantado de recibirte.- estiró la mano para parar otra posible pregunta por parte de Zett- Siguiente pregunta: ¿Qué dice el libro sobre la magia que usamos?
- Nada se crea ni se destruye, solo se transforma. Si quiero algo, tengo que dar algo de igual valor. Pero ¿eso no significa que todos usamos magia?
- ¿Qué quieres decir?- se sorprendió.
- Todo el mundo puede encender un fuego, y eso según uno de los libros que me dio para leer se debe a que le damos madera y aire junto a nuestra energía para que el fuego aparezca. Das algo para recibir otra cosa a cambio.
- Vaya- no salía de su asombro- Esa es una visión muy interesante. Pero los humanos fuerzan esas transformaciones. Los Magus usan los “nombres” para crear.
- ¿Pero no hay que dar algo a cambio?
- Sí, pero no necesitas nada específico. Según tu ejemplo los humanos necesitan, energía, madera y aire para encender un fuego. Nosotros podemos hacerlo simplemente chasqueando los dedos.- dijo mientras encendía una llamas en la punta de su dedo.- Basta con saber el nombre real de lo que deseas. Como lo que hiciste para conseguir manzanas. Sabias el nombre del árbol por lo que le ordenaste que te diera sus frutos.
- ¿Pero qué intercambio hiciste? Yo no le di nada al árbol.- se preocupó.
- Para crear esta llama he usado el chasquido de mis dedos. No estoy haciendo un incendio, es solo una llama, por lo que no necesita algo muy grande a cambio. Por otro lado, el árbol a cambio de las manzanas te pide que le des unas palmaditas ¿Nunca te diste cuenta de ese gesto que haces inconscientemente? – su voz sonaba alegre- por regla general, las plantas se conforman con muy poca cosa. Por lo que recomiendo usar plantas o agua. Aunque creo que el viento te tiene mucho cariño, seguramente sería capaz de hacer cosas gratis.- bromeaba ante la atenta mirada de su estudiante.
- Según el libro lo más peligroso es la curación.
- Exactamente. Aléjate de usar esa magia si estas solo. Las heridas de un ser vivo no pueden desaparecer de la nada. El precio es pasar la herida del herido al sanador. El precio de magia relacionada con seres vivos es muy cara. No se puede revivir a los muertos, ni modificar los órganos de otros…- giró un momento la cabeza preguntándose si necesitaba decirle según qué cosas a un niño tan joven.
- Todos, seres vivos o no, tienen un nombre secreto. ¿Es el nombre que se tiene que saber para hacer magia?
- Así es. Para los Magus, las palabras y nombres que los humanos usan son efímeros. Los importantes son los nombres reales y secretos de las cosas. Al nacer todos recibimos uno, pero necesitan que alguien nos lo diga. Ese es un proceso muy importante para un Magus. Ya que ese nombre está ligado a ti y no se lo puedes decir a nadie.
- ¿Por qué?
- Si alguien con poderes sabe tu nombre real puede hacerte daño, maldecirte u ordenarte a hacer cosas contra tu voluntad y tú no podrás negarte. Por esa razón una de las leyes de los Magus prohíbe que nos peleemos unos contra otros. Debemos alejarnos de las disputas de los humanos- decía mientras rebuscaba en su capa algo.
- Y ¿Cuándo sabré mi nombre?
- Tendrás que esperar un poco más. Es un evento importante e íntimo, se han de preparar algunas cosas antes. – encendió una larga pipa de madera y metal. Exhaló un poco de humo antes de proseguir.- Pronto tendrás que regresar, ¿Alguna duda del libro? Solo responderé a dos.
- Aquelarre, ¿Qué son realmente?
- Hum, se podía decir que cuando cruzas hacia el círculo puedes elegir unirte a un Aquelarre, que sería como un grupo. O puedes crear uno tú, si eres lo suficientemente fuerte. Actualmente hay unos cuantos. Mi intención es que entres en el mío, pero eres libre de elegir. Pero evita el Caos, son muy peligrosos, siembran errores en los humanos para que todo sea un caos. El oráculo de nuestro Aquelarre ha pronosticado que el próximo rey será un humano capaz de traer la paz, pero el Aquelarre de Caos está planeando algo para evitarlo.- murmuraba para ella misma.- Como sea, ¿siguiente pregunta?- limpió su pipa antes de volver a encenderla.
- Maestra, ¿Cuánto viven los Magus?
Ante aquella sincera pregunta la encapuchada empezó a reír.
- Que ocurre pequeño, ¿Ya le temes a la muerte? ¿Quieres vivir mucho, ser inmortal?- esbozó una sonrisa.
- No, no quiero ser inmortal, ¿para qué voy a querer vivir para siempre si la gente que aprecio moriría antes que yo? Me quedaría solo todo el rato.
- Vaya- se sorprendió tanto por aquella respuesta que no sabía si responderle.- Bueno, por ahora no temas, un Magus humano vive lo mismo que los mortales. Pero cuando dejes tu humanidad y cruces hacia el Aquelarre cosas como esas dejaran de importarte, porque hallarás otros como tú en el círculo. Solo es cuestión de tiempo, así que disfruta.- dijo mientras le lanzaba una bocanada de humo a la cara a Zett produciéndole una leve tos.
Cuando puedo volver a abrir los ojos estaba en el bosque al lado de su pueblo.
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