Las heridas le dolían mucho, al punto de que apenas si podía apoyarse en la pared. Sin saber que hacer Robert intento buscar algo con que reflejarse, el vidrio de un auto o la vidriera de un negocio. No importaba lo que fuese, solo necesitaba verse por un momento nada más.
Encontró un auto estacionado en un callejón y se dirigió a él para poder ver sus heridas. Con cautela se acerco al coche mientras se quitaba el saco. Era un coche muy hermoso; pero algo sucio, era de la marca Ford. Caminando, casi en puntillas, pudo acercarse al espejo retrovisor, se levanto la camisa sucia que tenia para poder ver sus heridas, no le gusto lo que vio.
Había perdido mucha sangre, la cual ya no salía por suerte; pero las heridas podían correr riesgo de gangrenarse si no eran atendidas de inmediato.
Suspiro mientras veía aquel hermoso coche y le dijo en voz baja
- Si me diesen la oportunidad podría arreglarte, dejarte en perfecto estado; pero me parece que nunca podre hacerlo
Después se retiro del lugar.
Sabía que no podía ir a un hospital. Allí lo descubrirían fácilmente, tenía que sacarse esas heridas él solo de algún modo.
Luego vio un pedazo de vidrio en el suelo y tuvo una alocada idea.
Había un tarro con fuego cerca de los muelles de la ciudad. Compañero le seguía ladrando de felicidad
- Si, sé que es una locura Compañero; pero si no lo hago entonces yo seré el que deje de estar a tu lado y no sé lo que tu pienses; pero a mí no me gusta la idea de irme tan pronto- le habló con verdadera preocupación Robert
Se acerco con el filo al fuego para calentarlo un poco, solo un poco, podía ser que este explotara; pero no importaba, mejor que explote fuera antes que dentro.
Se puso el vidrio que se encontraba casi al rojo vivo, quemando sus manos, en la piel para comenzar la operación que por desgracia tendría que ser a ciegas.
Sintió un dolor agonizante al clavarse ese filo caliente en la espalda; pero continuo escarbando en su piel, quemándola, hasta que sintió el acero del proyectil, luego con un grito de dolor se saco ese sucio metal del cuerpo.
- Una … menos- gimió Robert con una sonrisa, Compañero le ladraba de preocupación- falta… una mas
Después reinicio ese doloroso trabajo en donde se encontraba la otra herida de bala, el ardor del vidrio en su mano y en su cuerpo fue mayor esta vez. Estuvo a nada de desmayarse; pero continuaría o moriría en el intento.
Escarbo hasta que encontró el otro proyectil, después, con otro grito de dolor, se la saco del cuerpo. Compañero ya no ladraba, ahora aullaba al ver como su amigo agonizaba por esa locura que estaba cometiendo.
- Solo… tengo … que quemarme… las heridas- le dijo algo perdido Robert a Compañero
Esta vez tomo un palo de madera y la calentó hasta que estuvo en llamas. Respirando de forma agitada se puso la madera en las heridas las cuales cicatrizaron de inmediato.
Robert dio un alarido para después soltar la madera y trató de no caerse; pero no tuvo éxito, cayó al suelo. Escuchaba de lejos las sirenas de la policía, eso era mala señal, sobre todo si un policía era el causante de este problema. Con gran esfuerzo se levanto, como pudo, y comenzó a huir, escapo nuevamente con un dolor agónico mientras las sirenas se oían más cerca. Sin saber cómo salir de esta situación decidió tirarse al agua y esconderse en el puerto, Compañero salto a su lado para nadar a donde él estaba escondido. Estuvieron en silencio por varios minutos hasta que las sirenas volvieron a sonar y se alejaron de donde estaban.
- Creo… que… se… Han… ido- gimió Robert sujetándose de uno de los postes de madera del muelle cuando perdió el conocimiento y se hundió en el mar.
Entonces tuvo la visión más horrible que pudo contemplar en su vida.
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