El frió había llegado antes que la nieve. Con el paso de los días la ciudad de Nueva York comenzó a adquirir un blanco invernal. Los peatones iban bien abrigados caminando hacia sus casas o hacia sus trabajos; pero Robert Goldenstein tiritaba de frio en un callejón comiendo un pedazo de zanahoria que logro robar de una verdulería. Era una chiquita y el dueño no estaba mirando, quizás debió ser su quinto intento, ya que los cuatro anteriores fueron fracasos muy grandes. Los dueños podían ver lo que hacía y le gritaban o acababa siendo golpeado.
Por fortuna él podía correr velozmente y no ser atrapado, o quedar atrapado, antes de que la policía llegase.
Comiendo esa Zanahoria pequeña, que había partido en dos para compartirla con Compañero, fue que pudo notar los adornos navideños y a las personas caminando con regalos en la mano.
Robert rió un poco al recordar que existía la navidad. Compañero ladro a su lado como si le estuviese preguntando qué era lo que sucedía
Últimamente Robert podía comunicarse con su amigo de un modo especial, quizás no hablase como en las caricaturas pero tenía un estilo de comunicación que el propio Robert pudo descifrar.
- Que es navidad Compañero- le respondió Robert- una festividad cristiana que busca recordar el nacimiento de un profeta llamado Jesús, mi familia no es de festejarla, nosotros tenemos una festividad propia llamada Hannuka
Compañero volvió a ladrar en señal de pregunta a lo que era la festividad misma.
- Es complicado de explicar amigo- le respondió Robert- pero tiene que ver con un candelabro de siete velas que simboliza la fe en el señor. Como el fuego de siete velas no se extinguió durante un conflicto severo que hubo muchas eras atrás
Compañero le miraba algo extrañado; pero Robert solo se limito a reír mientras le contestaba:
- Quizás la navidad sea algo más fácil de entender para ti mi buen amigo que el Hannuka
Entonces pensó en festejar una fiesta propia. Si podía hacer algo similar al Hannuka y compararlo con algunas cosas que a él no le desagradaban de la navidad cristiana entonces podría ser un buen modo de iniciar una nueva vida.
Pero primero debía encontrar un árbol navideño que fuese usado o que lo tirasen a la basura.
Recorrió varias partes de los suburbios con algo de temor a que le atacasen o peor, que la policía apareciera de un momento a otro. Buscando en los tachos de basura fue que encontró el árbol perfecto, era un pino seco chiquito y muy mediocre, sonrió al verlo; pero cuando pudo notar a las familias festejando dentro de las casas esa sonrisa se desdibujo para dar paso a una expresión de pena. Al ver a una señora mayor hablando por teléfono fue que su rostro adopto una expresión de miedo.
- Ya tenemos el árbol Compañero- le dijo Robert asustado- ahora larguémonos de aquí
Tomo el árbol y se largaron cuanto antes.
Lo que debía conseguir ahora era una vela, no un candelabro sino una vela común y corriente.
Esa era la parte más difícil, porque una vela no se encontraba en tachos de basura ni se exponían en puestos de verduras
Era de noche, la tienda se encontraba cerrada y, posiblemente, tuviese más de un candado; pero el candelabro de una pieza, con una vela como muestra, se encontraba en la vitrina de la tienda de antigüedades. Robert sabía que no tenía mucho tiempo para actuar, para su fortuna el vidrio no tenia rejas o algo por el estilo. Tomó un tacho de basura y lo tiro a donde estaba la ventana. Pudo romperla y con gran rapidez tomó el candelabro con la vela para salir huyendo.
La cena de estas fiestas sin nombre era una pequeña rata muerta asada. Robert miro lo que tenia y se lamento un poco al saber que en otra época podía comer dignamente durante los festejos de Hannuka, ahora estaba inventando una fiesta en base a robos, mendigar y ratas muertas.
Pero eso ya no le importaba. Todos hablaban de las fiestas, como una época de paz y amor; pero él tenía que pasarlas en la hambruna absoluta. Aquello le enfureció por lo que decidió que si iba a tener una festividad entonces seria a su manera, no como otros les indicaban.
Tomó la vela y la acerco a donde estaba el tacho de basura ardiendo. Al hacerlo recito unas palabras en hebreo, para luego colocar el candelabro en el piso. Compañero se acerco a donde él estaba sentándose y Robert partió la carne de la rata muerta para dársela a su amigo.
- Felices fiestas Compañero- le saludó Robert sonriendo- creo que el único regalo que tengo en este momento es tu compañía y tu amistad
El perro ladro moviendo la cola, pudo notar que aquel perro negro le sonreía y abría la boca sacando la lengua.
- Si yo también te quiero- le respondió Robert pensando en su deseo de esas fiestas luego dijo en voz alta- me gustaría haber tenido mi propio taller; pero creo que eso no podrá cumplirse amigo mío
El perro le miro con expresión de confusión
- Es que lo dije en voz alta- le susurró Robert riéndose- nunca se cumplen si lo dices en voz alta
Luego comenzó a reír mientras la nieve dejaba de caer dejando el cielo despejado aquella hermosa noche buena de 1940.
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