Era una mujer muy bella, su sombrero de sol redondo le daba un toque demasiado aristocrático, al punto de parecer, delante de él, una mujer de familia noble. Robert decidió levantarse antes de que ella le pidiese que lo hiciera.
- No, espere- le dijo aquella bella mujer que se sentaba al lado suyo y le sujetaba con la mano su brazo- quería hablar con usted
- ¿En serio?- preguntó Robert sentándose nuevamente
- Si- le respondió con una sonrisa- quería saber si el perro estaba bien
- Lo está- le dijo sonriendo Robert- por suerte solo fue un susto pero nada mas
- Lamento lo de mi chofer- se disculpo la señora con pesar- es una buena persona; pero necesita que lo enderecen un poco
- No se preocupe señorita…
- Caroline Daisy- le respondió ella con una sonrisa tierna- soy la señora Caroline Daisy
- Bueno, señora Caroline, no se tiene que preocupar. Él está bien, le agradezco su preocupación; pero ambos estamos bien en este momento- dijo Robert tomando su gorra y levantándola luego agrego – ahora, si me disculpa, debo volver a mi callejón para ver si no nos quitaron las colchas
- En realidad venia a verle no solo para saber si el perro estaba bien- le informó con un tono serio Daisy
- ¿Ah no?- preguntó sorprendido Robert
- También deseaba saber si tenía algún trabajo o algo con que ocupar su tiempo libre- le respondió ella con una pequeña sonrisa elegante
- Nada de momento- le dijo él encogiéndose de hombros
- Entonces ¿no le gustaría trabajar para mí?
- No creo que sería un buen mayordomo señora Caroline
- Puede decirme Señorita Caroline Daisy- le respondió ella con un tono algo aristocrático; pero divertido a la vez- y no sería como mi mayordomo, él es un buen hombre que hace bien su trabajo
- ¿Entonces qué puesto querría darme?- le preguntó riendo Robert
- El de chofer- le respondió Daisy con un tono serio
- ¡Usted debe estar bromeando!- exclamó Robert asombrado- usted no sabe si se manejar o no y ¿qué fue lo que le sucedió a su chofer?
- Renuncio- le respondió Daisy con un tono de tristeza- ya le dije que es un buen muchacho pero necesitan que le enderecen un poco, al regañarle por su actitud él decidió renunciar, espero que encuentre su lugar en la vida y sea feliz
- Pero no sabe si se conducir o no- señaló con obviedad Robert
- Si puede cargar a ese pequeño perrito sin problema alguno además de poder ignorar a alguien cuando le insultan, entonces eso quiere decir que tiene la fuerza suficiente para sujetar un volante y la destreza emocional para poder estar atento a lo que sucede a su alrededor
- Eso no quiere decir que sepa manejar
- Supongo que lo descubriremos cuando se ponga al volante ¿o desea seguir viviendo en la calle toda su vida?- le cuestionó Daisy mientras se levantaba del banco
- Está bien- suspiró Robert algo molesto- veamos si puedo hacerlo
- ¿Por cierto cual es su nombre?- le preguntó la señorita Daisy
Robert se quedo pálido al tener que pensar en decirle su nombre. Tenía que hacerlo; pero ¿debía ser completo?, ¿nombre y apellido también? Supuso que si por lo que debió pensar en que nombre usar o en que apellido usar. Luego tuvo una buena idea, quizás no fuera a funcionar; pero al menos valía la pena intentarlo.
- Mi nombre es Robert Golden
Ella le miro por un momento, con una expresión de intriga, para luego tomar una sonrisa casi maternal y decirle
- Pues llévame a casa Robert Golden
- Si señora- asintió con una sonrisa Robert
- Y no te preocupes por el transito- le dijo Caroline Daisy con un tono aristocrático absoluto- no llevo prisa
Entonces ambos se dirigieron a donde estaba la limusina de la señorita Caroline Daisy.
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