>Yo
-La Muerta
-Está bien que escribas lo de “yo, la muerta” para que tus lectores te entiendan que es un diálogo conmigo, pero la verdad que me parece de muy mal gusto que me sigas llamando “La Muerta” a secas, primero porque ya habíamos dicho mi nombre, o cómo me gusta que me llamen, segundo, porque ya deberían saber que la muerta sos vos.
>Lo tomo como crítica. Pero quienes leen saben muy poco de nuestra relación todavía.
-Lo sé, para mi gusto deberías empezar por contarles que estás mucho mejor con tu tratamiento, que te mudaste y rendiste un examen súper importante, y que por eso no escribiste el lunes pasado.
>Voy a omitir la parte del tratamiento. Pero si, estimada alma del otro lado de la pantalla, quiero decirte que tuve que mudarme de apuro, en medio del invierno, con lluvia y nieve. Por otra parte, hace dos días rendí un examen de alemán (nivel B1), que parecerá lo más sencillo del mundo, pero me vengo preparando muy duro. No sólo que aprender alemán es muy difícil, sino que debo contemplar algunas cosas: era la segunda vez que cursaba el mismo nivel, la primera vez lo había hecho en medio del tratamiento, en uno de los peores momentos. Podía estar muy pocas horas despierta, los dolores de cabeza y en el cuerpo eran comunes, me solía dibujar cosas en el cuerpo con un cuchillo y por si fuera poco, mi amiga imaginaria me gritaba.
-Hey, eso fue hiriente. ¿Cómo que amiga imaginaria? Y te gritaba, precisamente, para que no te lastimes.
>Como sea, en condiciones como esa, no pude aprender nada. Sumando, además que los exámenes ponen a prueba mis nervios, básicamente tuve un comienzo de febrero de locos.
-Ayy… excusas… excusas… en fin ¿qué parte divertida de tu distorsionada realidad vas a relatar hoy?
>La verdad ni idea, no estuve teniendo visiones, ni sueños, ni nada parecido. Sólo quizás, pueda llegar a decir, que fue muy curioso despertar un día, no me acuerdo ya cual y ver que la botella de agua que siempre tengo en mi mesa de noche, parecía una lámpara de aceite, de esas que tiraban olor si no las limpiabas bien y que la luz muchas veces no era suficiente.
Otro día, pasó que estaba un poco mareada, y recordé cuando solía viajar en barco.
-¿Cuándo viajaste en barco? ¿Cómo no me enteré?
-Viajé en barco, pero nunca dormí en ellos. Al menos no en esta vida.
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