El auto era hermoso, un Roll Royce de pintura negra totalmente brillante, su interior olía bien. La señorita Daisy se sentó detrás mientras que Robert se dirigía a cerrarle la puerta
- Esperé- le indicó ella
- ¿Sucede algo malo?- preguntó Robert intranquilo
- No- le respondió sonriendo- pero quiero que su perro viaje conmigo en el asiento trasero
- Está bien- asintió Robert sonriendo- vamos Compañero viaja con nuestra posible jefa
- No es necesario que me digas así- rió ella
- Yo creo que si- le respondió él apenado
- ¿El perro se llama Compañero?- le preguntó la señorita Daisy viendo como el can subía al auto
- Si- le respondió Robert cerrando la puerta- lo llame así porque sería mi compañero hasta que uno de los dos partiera
Mientras la puerta se cerraba una mirada compasiva surgía del rostro de la señorita Daisy.
Robert se sentó en el asiento del conductor y vio por vez primera, desde que se embarco a Estados Unidos, un volante enfrente suyo.
Los nervios comenzaron a atacarlo, no sabía si debía huir o continuar. Luego recordó sus sueños por lo que puso en marcha el motor, al menos conduciría o moriría intentándolo.
El auto comenzó a ronronear. Con muchos nervios puso la marcha trasera y comenzó a mover el auto. Sus nervios gritaban que él saliera corriendo de allí, aun así tuvo el coraje para poder sacar la primera y poner la segunda marcha.
Entonces el auto dejó de ir para atrás solo para comenzar a ir adelante. Se dirigió a donde estaba la calle y miró a los costados por las ventanas, después vio por el espejo retro visor si algún auto estaba cerca. Al no haber ninguno entonces movió el volante poniendo el auto en dirección correcta hacia el frente.
“tengo dos vidas a mi cargo nuevamente” pensó asustado; pero luego sonrió pensando “entonces debo enmendar mi error”.
El auto se dirigió a donde estaba Central Park, después logró salir de la zona dirigiéndose a la autopista, siempre siguiendo las normas de transito perfectamente bien
- ¡Sabía que podías conducir este coche Robert!- lo felicitó la señorita Daisy desde el asiento trasero
- ¿Adónde se dirige señorita Daisy?- le preguntó sonriendo Robert mientras continuaba viendo el camino
- Te lo diré cuando lleguemos, de momento quiero pasear por la ciudad- le respondió la señorita Daisy sonriendo- ¿es un problema eso Robert?
- Para nada señorita Daisy- rió Robert totalmente feliz- todo lo contrario de echo
Entonces pasearon por la ciudad. Robert recobro mucha confianza al conducir ese hermoso coche, luego reía pensando
“todo saldrá bien, llevo dos vidas conmigo y están a salvo” continuó conduciendo por la ciudad sin un rumbo definitivo; pero siempre siguiendo los consejos de Daisy. Para cuando la tarde comenzaba a caer él ya era un hombre nuevo. Sentía que todo ese dolor junto con toda esa miseria estaba atrás, era feliz tras el volante, incluso pensaba en como poder mejorar el motor de ese auto. luego de un tiempo tras el volante Daisy le dijo
- Hora de volver a casa Robert
- Si señorita, solo dígame donde queda y yo la llevare
- Vamos por donde se encuentra la puesta de sol, la mansión queda yendo por allí- le respondió con un tono suave y cariñoso
- Ahora mismo señorita
Compañero ladró de felicidad al ver a su amigo de ese modo. Totalmente ilusionado como si de un niño se tratase.
Entonces Robert condujo hacia el ocaso que se ponía en el horizonte el cual era perfecto, como lo sería su vida de ahí en más.
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