Caída la noche, para terminar de humillar al príncipe adolescente, después de darle una paliza en la fortaleza; un soldado lo regresó a la posada “Claro de luna” arrastrándolo por los suelos. Lo dejó tumbado en el pórtico, Rozen y los niños pequeños jugaban a “la traes”, Isaac y Leo tostaban comida en la fogata; todos se detuvieron un momento cuando vieron como regresaban a Raen.
─Líder, es el Niño Dragón… ─murmuró uno de los niños.
─ ¿Y ustedes qué están mirando? ─ajeró el soldado.
Todos los muchachos se quedaron callados y regresaron a sus actividades. Viktor e Ingrid auxiliaron al chico que estaba inconsciente en el suelo.
A la mañana siguiente, Raen despertó en su alcoba, tenía moretones, rasguños por todo el cuerpo y la cara hinchada. Por suerte, ninguna de sus heridas previas se abrió. La chica se dirigió a él y le dio una bofetada.
¡Paff!
─Ouch, ¿Por qué fue eso?
─Lo que hiciste ayer fue muy estúpido, pudieron haberte matado.
─Pero no lo hicieron, no eran tan fuertes, hmph.
Hubo un momento de silencio, en la puerta apareció Rozen.
─ ¿Puedo hablar a solas con él?
─ ¿Mmmn? No veo por qué no ─Ingrid salió.
─ ¿Vienes a burlarte de mí, de nuevo?
─Toma, ahora te pertenecen ─le entregó ropa usada, no estaba en perfectas condiciones, pero las que llevaba el día anterior habían quedado inservibles.
─Oh... gracias.
─Sabes que lo que dijo Ingrid es cierto, eres un idiota.
─Hmph ─le molestó el comentario ─ ¿Qué debía hacer?… ¡¿Nada?!… quedarme con los brazos cruzados y ¿dejar que se divirtieran con ella?
─Entiendo cómo te sientes, si odio algo de este mundo, es al maldito imperio y la forma en que nos tratan; pero si quieres sobrevivir en este lugar te aconsejo mantener la cabeza gacha. Es muy difícil al principio, pero te acostumbrarás.
Rozen dejó la habitación, Raen se volvió a acostar, estaba deprimido, las cosas le estaban saliendo mal. Para rematar, parecía que había perdido sus poderes kivet; tuvo las piedras en sus manos pero no las pudo usar. No bajó a desayunar, ni a comer.
Horas más tarde Viktor subió a ver al príncipe. Knock knock, la puerta emparejada del cuarto se abrió.
─Quería agradecerte por defender ayer a mi sobrina, fue muy valiente de tu parte.
─No me agradezca, era lo correcto.
El sanador notó el tono triste del chico ─ ¿Quieres contarme qué más pasó?
Raen se sentó a la orilla de la cama, Don Viktor comenzó la sesión curativa.
─Me llevaron por el pueblo, luego con el General Yago… ─su expresión se tornó aún más deprimente ─. Me hicieron la prueba de las kivets… ninguna… se activó.
─ ¡¿Cómo ninguna?!
─ ¡Exacto!, por años he podido controlar dos de ellas y ayer que las necesitaba más que nunca… yo… ¡No pude usarlas! ─lágrimas comenzaron a salir de sus ojos ─. ¿Qué hice para merecer esto? sniff… quiero despertar de esta horrible pesadilla, uugh… ¡Odio este lugar!… ¡yo no pertenezco a aquí! ─soltó en llanto, Viktor le abrazó y le dio unas palmaditas en la espalda ─. Quie-e-ewo estar con mi fa-famiwia… en mi c-casa ─le abrazó también fuertemente.
─Lo sé… lo sé… <<yo también desearía que fuera una pesadilla, su alteza; y que todo fuera como antes>>. Una vez que dejó de llorar, Viktor acarició su cabeza ─. Ya es tarde y no has comido nada, que te parece si limpias tu cara mientras yo te preparo algo, ¿humn?
─Mmn ─asintió, lavó su cara, aprovechó para probarse su nueva vestimenta, le quedaba ligeramente grande, respiró profundo y bajó al comedor.
─ ¿y esa ropa?
─Rozen me la regaló, ¿Si es ropa de hombre… cierto?
─Sí son, que buen gesto de su parte ─Don Vik reía y le entregaba el platillo que había preparado.
─Gracias ─miró a sus alrededores ─. ¿Ingrid no está?
─No, es día libre en el pueblo, hoy nadie es obligado a trabajar en las minas, ella suele pasar días como éste con sus amigas.
─ ¿Tampoco vienen pacientes con usted?
─Atiendo a unos pocos durante las mañanas.
─ ¿Qué le gusta hacer el resto del día?
─Pues… siempre termino recibiendo invitaciones a reuniones por las tardes, así que asisto a algunas de ellas. Por cierto, Mmmn… ¿Cuántos años tienes Raen?
─Quince.
<< ¡¿Quince?! Y lloró como un niño chiquito>> el señor trataba de no hacer gestos ─. No lo parece. Tú también deberías salir y hacer amigos, hay muchos chicos de tu rango de edad.
─Mnnn, aquí solo me dicen que soy tonto y me golpean, no gracias.
─Aww Raen, tuviste un mal día; no todos serán así ─acarició la cabeza del llorón.
─Ummn… Don Viktor… podría no mencionarle a nadie lo que pasó, ni nada de lo que le dije en la habitación ─pidió apenado.
─Claro, mis labios están sellados.
Raen siguió deprimido por una semana, aunque hacía sus quehaceres cada vez mejor. Sus lesiones no le permitían trabajar en las minas aun, por lo que asistía a don Viktor en las sanaciones. Los pacientes que ayudaba ya le tomaban afecto; pero, no quería salir al pueblo. En sus ratos libres contemplaba la luna en el patio trasero de la posada; hasta que Ingrid y su tío encontraron la forma de forzarlo a salir.
─Use este ungüento por tres días y la herida debe sanar por completo.
─ ¡Ah muchas gracias Don Vik! así será.
Viktor se despidió de su paciente, luego pasó a la sala de espera, Ingrid y Raen estaban ahí poniendo orden y proporcionando brebajes curativos para agilizar el trabajo del curandero. Tío y sobrina se vieron fijamente y asintieron.
<< Es ahora o nunca tío, dígale>>.
<< Bien, llegó el momento>>.
─Raen, ven conmigo un segundo ─se llevó al chico a la habitación donde almacenaban material médico en el sótano.
─ ¿Sucede algo don Viktor?
─Sí, necesito que vayas a la plaza y recojas un pedido de suministros, mira este cuarto, estamos casi vacíos.
─ ¡Eh! ¿A la plaza?… tal vez sea mejor que vaya Ingrid, yo no sé con quién hay que ir.
─Oh, no, no, no, la sala está atiborrada de pacientes; necesito que ella se quede aquí ayudándome.
─Mnnn… pe-pero hay soldados en la plaza.
─Son muchas cosas pesadas, tú eres un chico fuerte.
─Realmente no quiero ir don Viktor.
─Solo pregunta por Frank, aquí está la lista de todo lo que te entregará.
─Amn… <<esta conversación solo va hacia un lado>>.
Viktor tomó por los hombros al muchacho y salieron hacia el vestíbulo del lugar ─Ten, con esto le pagas, deben sobrar algunas monedas. Cómprate algo si quieres.
En eso entró Rozen, saludó a ambos, pero aún miraba con cierto descontento al príncipe. Ingrid se unió al grupo.
─ ¡Oh vas de salida!, perfecto, ¿puedes comprar pan con Floralia, por favor? ─le entregó unas monedas.
─ ¡¿irás con Flor?! Yo te acompaño.
─Pero de qué hablas Rozen, tienes a consulta. Toma asiento acá, él puede ir solo ─dijo ella.
─ ¿Quién es Floralia?
─ ¿Ves? no tiene idea de quién es, yo te acompaño amigui Raen.
<< ¿Qué mosco le pico a éste?, me saludó con desprecio hace unos segundos>>.
─No, tú te vas con tío Vik ─empujó a Rozen con el sanador, quien se lo llevaba a la sala de espera ─. Y tú, no podrás entrar hasta que cumplas con tu encomienda, adiós.
─¡¡Eeeh!! ─Ingrid echó al muchacho y le cerró la puerta en la cara ─. Unm, no tienes que ser tan violenta ─sin más remedio, guardó en sus bolsillos las monedas y la lista, Raen se disponía a cumplir con su tarea.
Fuera de la posada se encontraban unos niños pequeños jugando.
─ ¿Juegas con nosotros Niño Dragón?
─Por favor deja de decirme así, me llamo Raen.
─Ok Raen… ¡la traes! ─tocó al muchacho y todos los niños corrieron en dirección opuesta.
─ ¡¿Qué?! No… ugh ─miró a los alrededores, ningún soldado o adulto le observaba…
Pues sí, eso que piensas, exacto, mmn-hum, ¡el niño se puso a jugar con el resto de los chiquillos! Unos minutos después, un guardia llegó a la escena.
─Oye tú, niño grandote ¿No deberías estar trabajando?
─Ah… eso hago, don Viktor me mandó por unas cosas.
─ ¿con estos esquincles? ─preguntó escéptico levantando una ceja.
─Quería preguntarles ¿dónde encuentro a Frank?
─Frank está en la plaza, no aquí ─le señaló la dirección ─. Ahora esfúmate.
<<No digas nada innecesario o te irá peor>> Se repetía a sí mismo ─Muchas gracias ─le sonrió al imperial y se marchó.
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