Las danzas continuaban en el salón del trono. Un lugar tan grande, tan apoteósico y faraónico donde los bailarines intentaban contentar al, ya envejecido, faraón quien miraba la función con una sonrisa benévola. Sentado en su trono, con la imagen de Set detrás de él tallada en la misma pared, el Faraón al ver como las puertas se abrían para que entrase su hijo Renseth, fue que, con un gesto de su mano, las danzas se terminaron para dar lugar a las reverencias. Caminando delante suyo aquel muchacho con una sonrisa demasiado maliciosa saludo a su padre luego se arrodilló delante de él.
- He venido a cumplir los deseos de mi padre, heme aquí, Renseth a tu servicio- le dijo aquel muchacho con un tono tan servicial y agradable que hizo sonreír de orgullo a su padre
- Levántate hijo mío- le dijo su padre, el Faraón, con una voz paternal
- ¿Que deseas que haga padre?- le preguntó Renseth sonriente
- Lo que debo decirte, debe ser en privado, acompáñame por favor- le dijo su padre después le dijo a los demás presentes- continúen, no tardare nada
levantándose de su trono llevó a su hijo a un lugar solitario donde poder hablar tranquilamente.
Cuando se alejaron lo suficiente fue que su padre le dijo
- Renseth, he oído rumores hijo
- ¿Sobre qué padre?- le pregunto Renseth un poco intranquilo
- Es tu modo de ser hijo, es tu forma de querer alabar la guerra, he oído que hablas de ella con gran amor y pasión- contestó su padre con un tono de preocupación
- En efecto padre, siento deseos de pelear, de expandir las fronteras de Set Ren’Thar
- Aun no has estado en una guerra hijo, eso es lo que me preocupa, en las noches he ido a ver si estás bien; pero noto que tienes sueños extraños donde parecieras disfrutar de ciertas cosas que me inquietan pensar- le contó el Faraón asustado- incluso en una oportunidad te oi auto proclamarte Señor De La Guerra en sueños
- Solo han sido sueños, fantasías de un joven como yo que desea ir a combatir- le dijo Renseth sonriente
- Temía que me dijeses eso- le respondió el Faraón luego, con un suspiro, dijo- si deseas ir a la guerra, entonces no me opondré, hay algo que necesito que hagas, se trata de un grupo de adoradores a Horus, estos se esconden en el desierto, al parecer el retorno de la guerra es inminente hijo
- ¿Deseas que vaya a atacar a esos adoradores, padre?- le preguntó Renseth sonriente, debido a que por fin tendría su primer misión militar… en la vigía
- Si- dijo con pesar el Faraón- mi viejo amigo, el general Tipher será quien te guie hijo, los adoradores a Horus se encuentran a una gran distancia
- ¿Qué tan lejana, padre?- pregunto sorprendido Renseth
- Lo suficientemente lejana como para no estar seguros si es un hecho o un rumor, cerca de las fronteras con Nubia
- Ya veo, iré gustosamente padre- luego golpeando su pecho, en señal de saludo, Renseth dijo- será un honor para mí pelear en esta batalla por ti y por Set Ren’Thar
- Ve con cuidado hijo- le rogó su padre para luego añadir- tu nunca estuviste en la guerra, nunca supiste lo que el combate significaba, sabes pelear; pero no sabes cómo pelear
Sin embargo Renseth no lo escuchaba, se estaba retirando con una gran sonrisa pensando que por fin, podría mostrar de lo que estaba hecho en batalla.
Alejándose en la parte más sombreada del palacio real, fue que Renseth comenzó a danzar nuevamente debido a la felicidad, el viejo Tipher siempre escuchaba sus sugerencias, siempre consentía sus caprichos, pronto les demostraría a los adoradores de Horus de lo que él estaba hecho.
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