La mansión era hermosa, podía verla desde distancia, de un aspecto casi greco romano aquel lugar parecía una especie de mezcla entre el Partenón y la Capilla Sixtina en su exterior. Incluso Robert se preguntaba si habría pinturas en las paredes en el interior de ese lugar.
- Linda casa señorita Caroline- la halagó Robert mientras conducía hacia el portón de la misma, la cual era de un negro completo con unas rejas con puntas doradas, en la parte superior de la misma había una R dorada que le llamo bastante la atención. Era una simple letra; pero parecía indicarle algo, posiblemente porque esa R era como la primer letra de su nombre, Robert
- Mi esposo es un aficionado al arte Greco Romano y al arte renacentista- le contestó ella sonriendo- él mismo ideo esta mansión para honrar a ambos imperios, ¿ve la R que se encuentra en la punta del portón?
- Si- le contestó Robert emocionado a la vez que detenía el coche delante del mismo- es un lindo adorno
- Es por la letra inicial del nombre de Roma, el imperio más poderoso de occidente
- Eso es muy interesante- reflexionó Robert tocando la bocina del Roll Royce- ¿hay algún portero en su mansión señorita Caroline?
- Si lo hay- le respondió ella con una mirada tranquila- es mi esposo
En ese momento el portón se abrió y un hombre de unos posibles cincuenta años o cincuenta y cuatro años les abrió el portón. Robert lo vio para luego sentir algo de pena por ese hombre. Su cabello era canoso; pero también largo, su rostro se veía un poco avejentado con una barba canosa, sin embargo su aspecto físico era demasiado imponente. Parecía que estuviese delante de un Rey mítico como el Rey Arturo.
Aquel hombre sonrió al verlos y les hizo una señal para que pasasen, Robert se levantó la gorra en señal de saludo como también de gratitud para después continuar conduciendo.
Cuando llegaron a la mansión fue que, con rapidez, Robert se bajó del auto para poder abrir la puerta del asiento trasero del coche. La señorita Caroline se bajó en ese momento con una sonrisa en sus labios mientras que Compañero también bajaba del mismo coche para ir a donde estaba Robert.
Él lo abrazó y su fiel amigo comenzó a lavarle el rostro, Robert reía debido a que Compañero le pasaba la lengua en su cara.
- Hola querida- la saludó aquel hombre con un acento bastante extraño, posiblemente era extranjero pero no podía adivinar de que país- ¿qué le sucedió a Charlie?
- Renuncio amor- le respondió Daisy con algo de pesar- él es nuestro nuevo chofer, mejor dicho mi nuevo chofer, su nombre es Robert Golden
- Un gusto conocerle señor Golden- le saludó aquel hombre estrechándole la mano, la cual para sorpresa de Robert era demasiado suave y blanda- tendrá que disculparme en este momento; pero debó hablar con mi esposa ahora sobre unas cosas de mi trabajo
- No hay problema- le respondió Robert sonriendo
- Señor Golden- le dijo Caroline Daisy con un tono agradable; pero estricto- le indicare donde serán sus aposentos, por supuesto que si desea dormir todas las noches donde solía hacerlo, yo no veo inconveniente en ello
- En realidad me gustaría volver a vestir bien y dormir en una cama cómoda señorita Daisy- le agradeció Robert con una sonrisa, sus ojos estaban lagrimosos
- Entonces acompáñeme por favor- le Pidió Daisy para luego decirle a su marido- después hablamos cielo
El asintió sonriendo.
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