Robert estaba muy callado durante el trayecto. No deseaba hablar de mas con la señorita Daisy por temor a impacientarla o, peor aún, de terminar descubriéndose el mismo como un Judío inmigrante ilegal, por esa razón no pronunció palabra alguna durante gran parte del trayecto hasta que la misma señorita Caroline Daisy le habló.
- ¿Cómo dormiste anoche Robert?- preguntó con cariño Caroline Daisy
- Dormí lo bastante bien por suerte, nuevamente lamento no haberme despertado antes prometo que no volverá a pasar- le respondió Robert esperando impresionarla; pero su rostro se endureció y con una voz fría a la vez que directa dijo
- Nunca hagas promesas que no sabes si podrás cumplir Robert- le respondió la señorita Daisy en ese momento tomando una actitud demasiado seria y hasta algo autoritaria- una promesa se da cuando uno sabe que la cumplirá, cuando se está seguro que no pasara de nuevo, caso contrario solo estás haciendo un juramento vacio y sin sentido
- Tiene razón señorita Daisy- le respondió Robert quien recordaba haber estado cerca de prometerse a sí mismo de dejar de soñar y morir en las calles de la ciudad- lo lamento mucho
- No tienes que lamentarlo Robert- le consoló la señorita Daisy con un tono más dulce e inclusive maternal- sé que hay muchas personas que dicen eso entre otras cosas, es como un decir Robert; pero aun así no me gustan los juramentos vacios
- ¿Desea que ponga la radio señorita Caroline?- preguntó Robert
- No- le respondió ella con una sonrisa traviesa- en realidad deseo hablar contigo durante el trayecto
- ¡Vaya!- murmuró Robert asustado
- Espero que no haya ningún problema con ello Robert- le dijo Caroline aun manteniendo ese tono calmo junto con aquella sonrisa traviesa
- No, ninguno en realidad- le respondió Robert consternado- ¿que desea hablar al respecto señorita Daisy?
- De la guerra en Europa- le respondió ella con un tono casi de interrogatorio
- En las calles no se habla mucho de eso- le respondió Robert un poco triste
- No- dijo ella con un tono más serio- eso es verdad
- ¿Cuáles son las ultimas noticias señorita Caroline?- preguntó nervioso Robert
- Que Alemania ya tiene casi todo el control de Europa e incluso se cree que podría llegar a donde están los Rusos- le contestó ella con un tono de tristeza
- Yo no sé qué podría decirle señorita Daisy, incluso en las calles hay quienes defienden a los Alemanes o quienes les odian
- ¿Y usted?- le preguntó Daisy con un tono no solo serio sino verdaderamente aterrador, como si estuviese delante de alguien que podía saber lo que pensaba o peor ,saber quién era él en realidad
- Los odio- dijo con verdadera ira Robert- antes de estar en las calles alcancé a oír lo que los Nazis le hacían a otras personas solo por ser distintas a ellos, buscando cicatrices en donde no las hay y creyéndose superiores a los demás en lugar de sentirse sus iguales, ¡nadie es superior a nadie!
- Eso es verdad- asintió la señorita Caroline Daisy sonriendo- nadie tiene poder sobre nadie y el poderoso nunca debería actuar como un cretino al mostrar una prepotencia tiránica, el verdadero poderoso es el que ayuda a los demás sin importarle quien sea o de donde venga
- Cuánta razón tiene señorita Caroline - dijo sonriendo Robert
- Es un viejo dicho familiar- le respondió ella con un tono de voz dulce e incluso amistoso
En ese momento llegaron al banco central. Robert estacionó el auto para abrir la puerta del conductor e ir a donde se encontraba la puerta del asiento de atrás para abrirla
- Llegamos a destino señorita Daisy- le dijo Robert sonriendo
- Gracias Robert- le respondió ella bajándose del auto- volveré dentro de unos treinta o veinticinco minutos, puedes esperarme aquí mientras lees el periódico
- Eso haré- aseguró Robert cerrando la puerta y buscando el periódico en el asiento de al lado del conductor- suerte señorita Daisy
- Gracias Robert- le respondió ella sonriendo, sus ojos verdes brillaban de emoción debajo de ese sombrero
Ella se retiro al banco mientras que Robert comenzaba a leer el periódico tratando de informarse lo que pudiese del mundo.
En su interior comenzaba a querer mucho a la señorita Caroline Daisy; pero a la vez le aterraba un poco porque era alguien especial y posiblemente más intuitiva de lo que parecía.
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