El señor Gary estaba colocando la última maceta en su camión para dirigirse a la mansión y seguir trabajando, en ese momento, él y la abuela de Miila observaron que el cielo estaba lleno de nubes de lluvia.
Parece que el pronóstico de tormenta si se va a cumplir después de todo-. Dijo el señor mirando hacia arriba. -Miila se fue caminando, necesitará quien la traiga de vuelta si empieza a llover-.
La anciana empezó a ordenar las cosas para cerrar la tienda. -Si, ni siquiera se ha llevado paraguas, no parecía que fuera a llover hoy-.
Ambos concluyeron que esperarían un rato para llamar a la chica y decirle que pasarían a recogerla, mientras tanto entraron a la casa a esperar.
-Tu profesor de segunda no vendrá hoy... ¿No sabías que salió de la ciudad? - Le dijo el chico acercándose -Pero no te preocupes, yo seré quien te dé una lección hoy-.
Arsen la había visto rondar la escuela cuando estaba terminando sus prácticas de soccer, sabiendo que el profesor no estaba, decidió aprovechar que estarían a solas.
- ¿Qué estás haciendo aquí!? Aléjate de mí antes de que...- Le dijo Miila interrumpiendo su amenaza.
-Antes de que ¿qué? Si gritas y alguien viene, descubrirá que estas tomando clases a escondidas. Y no sólo el profesor podría ser despedido, si alguien sabe quién eres, te alejarán de tu querida abuela-. Le susurró Arsen acorralándola y luego recostándola en el suelo lentamente mientras se aferraba a sus muñecas para mantenerla inmóvil y colocarse encima de ella.
Miila entendió que estaba en desventaja y se mantuvo relajada. -Entiendo lo que dices. No tengo intención de gritar-. Le dijo volteando su rostro para no verlo de frente.
Arsen se quedó sorprendido, pues la chica siempre se mostraba más agresiva y solía rechazarlo.
-No voy a pedir ayuda, puedes hacer lo que quieras-. Dijo Miila en voz baja. -Pero...- Añadió mirando sus muñecas aprisionadas por las manos de Arsen. -Si esta será mi primera vez, no quiero que sea de esta manera... no quiero que me fuerces, voy a responderte-.
Arsen se convenció de sus palabras, pues Miila parecía resignada, poco a poco liberó sus muñecas llevado por su deseo de que la chica lo aceptara por cuenta propia.
En el momento que sus manos fueron liberadas, la chica rodeó el cuello de Arsen con delicadeza para hacerlo entrar en confianza. El hombre cometió el error de colocarse sobre una de las piernas de Miila, cosa que ella aprovecho para sujetarse de su cuello y tomar todo el impulso posible para golpearlo en la entrepierna con la rodilla al mismo tiempo que empujaba su quijada con el codo, logrando quitárselo de encima dejó unos segundos para ponerse de pie y salir corriendo. Justo en ese momento por impulso retrocedió para intentar recoger su cuaderno.
Arsen, adolorido y ahora furioso, tomo el otro extremo del cuaderno, pero estaba tan aturdido que no pudo hacer fuerza para detenerla. De tanto coraje, el muchacho se puso de pie y corrió tras de Miila. Ella no era veloz así que en poco tiempo logró verla a lo lejos, saliendo de la escuela.
Miila se detuvo de golpe en la puerta. Estaba lloviendo, en ese momento recordó que había pronóstico de tormenta.
-No... ¿Por qué? -. Dijo mirando la constante lluvia. -Mi libro...-
-¡¡Miila!!-. Sé escucho el grito furioso de Arsen acercándose a ella.
No había ninguna opción, la chica salió corriendo, intentando cubrir el libro con su cuerpo.
Al poco rato, comenzó a cansarse, intentando mantener el ritmo con esfuerzo, Arsen estaba acercándose a ella.
"Aquí estaré mañana a esta hora" vino esa frase a su mente. "Quieres verme de nuevo, ¿Verdad?"
Con todas sus fuerzas, Miila siguió corriendo en dirección al árbol que estaba al lado del río. Con la esperanza de que quien la había ayudado el día anterior. Sé encontrará esperándola.
-Dijo que estaría aquí... Estoy segura de que podrá ayudarm...!-. En ese momento Arsen se lanzó sobre ella por la espalda cayendo los dos hasta la orilla del río, quedando ambos en el suelo junto al árbol.
Adolorida por los golpes de las volteretas que dio junto a Arsen, Miila sólo pensó en seguir protegiendo su libro de la lluvia, pero en el momento que lo ubicó con la vista y extendió el brazo para recuperarlo, el muchacho lo pateó lanzándolo al cauce del río.
- ¡Estoy harto de tus tonterías! - Gritó. - ¡Deja de sentirte especial, no eres más que una delincuente! - Le dijo alzándola del suelo tomándola de la parte posterior de su camiseta. -Ya basta de tus juegos, esta vez no vas a ir a ningún lado-.
Miila lo ignoró pues estaba más preocupada buscando su libro, su mirada estaba buscando en el río. Era un hecho que estaba mojado, pero tenía esperanza de verlo completo en alguna parte.
Arsen la estiró hasta tenerla cerca y giró su rostro para verla de frente a muy corta distancia. La chica se dio cuenta de que esta vez no iba a poder huir, pues el joven la tenía bien sujeta de la cintura.
En ese momento, un maullido los interrumpió. Cada vez se escuchaba más fuerte. De detrás del árbol, salió el mismo gato que había jugado con Miila la tarde anterior. Parecía alterado, el pelo de su espalda y su cola se encontraba erizado y sus ojos se clavaron en Arsen.
- ¿Qué le pasa a ese maldito gato!?-. Exclamó Arsen con algo de desconcierto.
Miila reconoció al animal. Era el mismo gato que la hizo subir al árbol. Pero ahora parecía estar muy molesto. El gato se erizó completamente abriendo los ojos, causando inquietud en el chico. Que a pesar de todo seguía sujetando a Miila con fuerza.
Cuando Arsen estaba por decir algo más, una voz se adelantó y le arrebató la palabra.
-Suéltala, por favor-. Se escuchó a alguien decir saliendo detrás del árbol y caminando lentamente hacia ellos.
- ¿Que dijiste? ¡Yo no estoy haciendo nada! - Le replicó estirando a Miila hacía su pecho, pero sólo lo hizo para impulsarla y arrojarla a los pies de esa persona que le pedía la dejara ir. - ¡Por mí, quédate con ella! - Le gritó en el momento que la arrojó al suelo.
Miila cayó de rodillas y se detuvo con sus manos. Volteando a ver el rostro de quien le había ayudado se dio cuenta de que se trataba de la persona que había bromeado con ella cuando cayó del árbol. Sin embargo, ahora parecía diferente, sus palabras carecían de emociones y su mirada parecía perdida, con un semblante relajado y sin expresión.
- ¿Creíste que la iba a dejar tan fácil?, esa chica es mía. No te atrevas a intentar quitármela-. Exclamó Arsen acercándose de nuevo con la intención de sujetarla otra vez.
La persona caminó hasta quedar a un lado de ella, como interponiéndose. -Vete-. Le dijo seriamente al chico.
-¿Ya te viste? Ni siquiera soportarías una pelea conmigo. ¡No me provoques que no quiero lastimarte! -. Le respondió Arsen con un tono de burla.
-No me importa si me lastimas, pero no permitiré que te acerques a esta chica. Te aseguro que no puedes hacerme más daño a menos que quieras llevar mi vida en tu consciencia-. Le dijo la persona abriendo su chaqueta para mostrarle su playera blanca completamente manchada de sangre a la altura del pecho.
Arsen se asustó al ver la sangre aun brotando. - ¡¿Estás demente?! ¿¡Cómo puedes estar de pie!? ¡No me importa! ¡Volveré a buscar a Miila cuando te mueras! -. Le gritó dándole la espalda para salir corriendo.
Miila se quedó sorprendida por la manera en la que reaccionó Arsen, asustada se alejó un poco y luego volteó a ver a quien le había salvado, que de pronto comenzó a toser abruptamente cayendo sobre su rodilla y llevando su mano al pecho.
La chica se levantó de inmediato, pero en ese momento la bocina del camión del señor Gary se escuchó arriba subiendo el lecho del río. Cuando Miila volteó a ver nuevamente hacia adelante, la persona ya no estaba, la lluvia había limpiado ya el rastro de sangre que podía haber dejado al retirarse. Y ante la insistencia de su abuela por subir al camión, ella decidió irse con ellos de vuelta a casa.
-Menos mal que venimos por ti, estas completamente mojada, hija- Le dijo la anciana acomodando el fleco de la joven. -Dónde está tu mochila? - Añadió luego de ver que no la llevaba puesta.
Miila se quedó callada unos segundos.
-El profesor se la quedó para revisar mi libro, descuida. - Le respondió sonriendo y en el tono más natural posible.
-Te estuvimos llamando, pero no entraba la llamada. Así que decidimos venir a buscarte-. Se escuchó decir al señor Gary que iba conduciendo.
-Sí, lo siento... Seguramente se terminó la batería-. Le expresó Miila como evidenciando su falta de atención.
La tormenta no parecía cesar, la lluvia golpeaba la ventana del cuarto de Miila. Ella no podía relajarse a pesar de haber tomado una ducha tibia, la idea de cómo reaccionó Arsen ante la persona que la salvó y el momento en que observó sangre en el suelo no dejaban en paz sus pensamientos.
-No debí regresar, tal vez esa persona me necesitaba-. Murmuró la chica mientras se secaba el cabello con una toalla.
Miila estaba preocupada y triste por la pérdida de su libro, ya había llorado bajo la regadera un buen rato, sin embargo, lo que estaba más presente en su cabeza era la idea de que pudo haber sucedido con esa persona.
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