"¿Cómo puedo extrañar a una persona que ni siquiera conozco? No era precisamente por tener tiempo de vernos de forma casual, tampoco había sido por una mera atracción física ¿Amor a primera vista tal vez? De lo que si estaba segura era de que necesitaba saber que ese alguien pasaría de esta noche ¿Y si nunca nos volvemos a ver?"
A mitad de la noche la tormenta calmó convirtiéndose en una lluvia tranquila, aceptando que no podría conciliar el sueño, la joven se levantó de la cama, se vistió y salió camino al lugar dónde sucedieron las cosas esa tarde.
Esta vez, tomó su bicicleta para llegar más rápido, al llegar a la orilla del río, miró alrededor, esperando encontrar al menos al gato que vivía en el árbol. Para su sorpresa, al rodear el árbol, vio que alguien estaba sentado como intentando proteger algo entre sus brazos, luchando por no recargarlo a su pecho y salvarlo al mismo tiempo.
- ¿Sigues aquí? ¿Por qué? - Le preguntó ella con una curiosidad que denotaba preocupación.
La persona se puso de pie, descubriendo que lo que tenía entre sus brazos era lo que quedaba del cuaderno que Miila llevaba en la tarde.
-Toma-. Se lo entregó. -Esto es tuyo, lo saqué del agua, aunque no pude hacer mucho para salvar todas las páginas-.
La chica tomó el cuaderno y antes de poder decir algo, la persona comenzó a toser nuevamente presionándose el pecho, el cual estaba completamente ensangrentado.
-¿¡Cómo puedes estar aquí con semejante herida!?- Le dijo asustada. – ¡Necesitas atención médica urgente! -. Añadió en un tono muy preocupado.
-Te estaba esperando, tenía esperanza de que regresaras para buscarme-. Le sonrió. -¿Ves que si querías verme de nuevo? -.
Miila hizo una pausa, incrédula de lo que estaba viendo.
- ¡No es momento de bromear, hay que curarte! - Respondió Miila colocando el cuaderno bajo su brazo para sujetar a la persona y evitar que se cayera.
Cuando dieron un paso, Miila se detuvo de golpe.
-Si me acerco a un hospital, me preguntarán mi identidad... y esta herida es demasiado grave para ir con el farmacéutico del pueblo- Se dijo a sí misma.
-No necesito un hospital, además, me sorprende que no sepas que este condado es muy pequeño, el hospital más cercano está en la próxima ciudad-. Le respondió, pues la chica había murmurado su pensamiento sin darse cuenta. -Voy a estar bien, sólo necesito recostarme un rato-. Dijo con un tono de voz débil.
Se acercaron con lentitud a la bicicleta. Miila le pidió recargarse en un lado del manubrio mientras ella equilibraba el peso sujetando el otro lado tras colocar su cuaderno en la canasta de la bicicleta.
La lluvia seguía cayendo sutilmente, pero a diferencia de la chica, la otra persona estaba completamente mojada pues tenía toda la tarde bajo la tormenta. Al no poder acudir a un hospital, Miila decidió acompañarle a su departamento para asegurarse de que llegaría a salvo.
-Eres muy descuidada, caminando sola de madrugada junto a alguien que no conoces-. Le dijo intentando bromear a pesar de estar notablemente débil.
-Tú no eres muy diferente. Déjame recordarte que fuiste tú quien me salvó ya en 2 ocasiones-. Le replicó la chica. -No hables, podría hacerte daño en tu condición-.
Luego de caminar un rato, llegaron al edificio donde estaba el departamento, deteniéndose en la entrada, Miila agradeció nuevamente la ayuda y aun con preocupación le expuso que no podía quedarse más tiempo porque se había escapado de casa y su abuela lo notaría.
-Puedo llegar a mí departamento por mi cuenta, descuida. De todas formas, probablemente no pase de esta noche-. Murmuró la persona soltando el manubrio de la bicicleta y dirigiéndose a la puerta. - ¿Puedo al menos saber el nombre de la chica que salvé 2 veces? -.
Miila se le quedó viendo, poniendo atención a sus movimientos lentos. -Mi nombre es Miila. ¿Cuál es el tuyo? -. Le preguntó en respuesta.
-Fue un placer conocerte, Miila-. Le dijo sonriendo. -Mi nombre es Yedaky-.
-No hables como si te estuvieras despidiendo. Si ya llevas todo el día con esa herida y tienes ánimos de estar bromeando-. Sé cruzo de brazos. -Estoy segura de que seguirás aquí para mañana-.
Sé quedaron viendo un rato, Miila con el ceño fruncido y Yedaky con una sonrisa.
-Deberías quedarte, no moriré en paz con la idea de que estás caminando sola a estas horas-.
-No te vas a morir! De hecho, hasta estoy pensando que esa sangre es falsa-. Dijo alzando un poco la voz. -Seguro tenías la intención de hacerme una broma por el golpe que te dí y terminaste asustando a Arsen-. Añadió dirigiéndose a su bicicleta. -No te preocupes por mí, muérete en paz como has dicho-. Concluyó subiéndose y empezando a pedalear.
-Qué cambio tan drástico, Miila. Hace nada estabas preocupada-. Le dijo.
Miila se acercó montada en la bicicleta. -Es obvio que estás jugando conmigo-. Le reclamó la chica. -Si mañana sigues con vida todo habrá sido una broma. Es imposible que puedas vivir estando así-.
Su momento de mal humor, le hizo abandonar el lugar, pedaleando a toda prisa para regresar a su casa y evitar que su abuela se diera cuenta de que estuvo afuera. Ya había recuperado algo de su libro y necesitaba revisar lo que se había salvado.
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