La mañana siguiente, el camión del señor Gary, que se encontraba lejos del lugar donde estaba la tienda de flores, se estacionó en el jardín de la mansión que había mencionado. La dueña de la casa salió a recibirlo para ver las nuevas flores que había traído de la tienda donde trabajaban Miila y su abuela.
-Me alegra que haya encontrado más flores, son hermosas y crecen muy rápido en este jardín. Poco a poco va tomando más vida esta casa-. Le dijo la mujer al jardinero, mientras le ayudaba a bajar las macetas del camión.
El señor Gary pensó en contarle acerca de Miila, pero se detuvo y solo se limitó a escucharla hablar mientras preparaba el jardín para sembrar las nuevas flores.
-Antes de que usted llegara-. Sé acerco la mujer para tocar una rosa. -Ninguna planta había crecido en este jardín. Cada intento se secaba luego de poco. Fue una sorpresa que por fin pudiera ver esta casa llena de colores como me contaron mis abuelos.
-No tenía idea de eso. Parece que la tierra es selectiva con las flores que crecen aquí-. Le respondió. -Pero no se preocupe que dejaremos tapizado este jardín con flores de diferentes colores y formas para que usted las disfrute-.
La mujer se sentó en una pequeña banca para observar el avance que llevaba en el jardín. -Cuando era niña solía jugar aquí. Pero siempre tuve el sueño de ver esto-. Dijo hablando en voz baja, como hablando consigo misma.
-Sólo puede significar una cosa... Ha llegado el tiempo-.
En la casa de Miila, su abuela se dirigió a su habitación para despertarla, inesperadamente la chica parecía no haber dormido nada.
- ¿Que te sucede, Miila? ¿No pudiste dormir anoche? -.
La joven se incorporó y se quedó sentada en la cama tallándose los ojos. -No del todo, pero me levantaré de una vez. Hoy vienen varios clientes a recoger medicinas que aún no preparo-.
Miila bajó las escaleras y atendió la florería como de costumbre, era domingo así que no iría a la escuela. Luego de que los clientes fueran a recoger sus medicinas. Decidió cerrar unos minutos para preparar una medicina especial.
Cuando su abuela le preguntó lo que hacía, ella le respondió que uno de los medicamentos incluía entrega a domicilio. La anciana, confiando en sus palabras le dio permiso de salir de la tienda e ir a entregarla. Guardando la medicina en un frasco, la colocó en una mochila pequeña y tomando su bicicleta salió luego de despedirse de la señora.
Discutiendo consigo misma todo el camino de si estaba haciendo lo correcto o solo cayendo en la broma de Yedaky, se dirigió a su departamento, pues en el fondo tenía la curiosidad de saber que le habría sucedido durante la noche.
Luego de llegar al edificio, preguntó a los vecinos si conocían a Yedaky, los vecinos no sabían quién era, Miila se orientó por la indicación de que había una persona joven recientemente en el edificio y supo que se referían a la misma persona por algunas características físicas que le describieron, de esa forma, supo en qué departamento se encontraba quien estaba buscando.
Primero tocó en varias ocasiones, al no recibir respuesta, pensó lo peor y por impulso colocó su mano en la perilla de la puerta que para su sorpresa no tenía puesto el seguro.
Pidiendo permiso, pero aun sin recibir respuesta, la chica entró lentamente al departamento. Viendo un completo desorden en el recibidor y la sala como primer escenario.
El lugar estaba en completo silencio, dándole un mal presentimiento. Llevada por la curiosidad, siguió recorriendo el departamento, llegando a la puerta de lo que parecía ser la habitación.
-¿Yedaky? Esto no es divertido, ¿estás aquí? - Dijo apoyando su oreja en la puerta. -Tu departamento estaba abierto, así que entré, espero no te moleste-. Pero no recibió respuesta.
Esperando que sucediera lo mismo que con la puerta principal, la chica intentó abrir la puerta de la habitación, la cual tampoco tenía puesto el seguro.
Miila abrió la puerta y entró cuidando de no hacer ruido, en su mente se estaba imaginando lo peor ante el silencio del lugar. Mirando a su alrededor, vio más desorden, ropa tirada y lo que le sorprendió fue un arma en el suelo además de algunas manchas de sangre.
Al voltear a la cama, Yedaky estaba aparentemente durmiendo, su cambio de ropa estaba tirado en el suelo a un lado de la cama, como si hubiese llegado a tomar un baño y recostarse a dormir.
Luego de observarle detenidamente unos segundos, se acercó y acomodándole el cabello que le cubría la cara, intentó despertarle. El color de la piel de Yedaky era pálido y su temperatura estaba un poco baja, Miila decidió insistir alzando un poco más la voz, esta vez acariciando levemente su mejilla.
-Yedaky, despierta...-
Yedaky abrió los ojos, pero se notaba muy débil. - ¿Tu? -. Sonrío al verla. -No creí que tuvieras tanto interés en mí-.
Miila frunció el ceño y entrecerró los ojos. -Deberías mirarte, tu piel está muy pálida y ni siquiera tienes fuerza para mantenerte consciente-. Con cuidado le quitó la sabana que le cubría para ver que aún la playera de resaque que Yedaky tenía puesta, estaba manchada de sangre.
-No caeré en tu juego dos veces, deja de bromear conmigo-. Le reclamó la chica colocando la palma de su mano sobre la mancha. Sintiendo brotar más sangre de lo que parecía ser una herida real.
Asustada, Miila retiró su mano, quedando también manchada por completo. -Esto es real! ¿Cómo es posible que sigas con vida luego de esto? -.
-Eso mismo quisiera saber yo-. Le respondió Yedaky en voz baja. -La herida duele, pero no demasiado, sólo me siento con cansancio y algo de sueño-.
Ya más tranquila, Miila sacó la medicina que había preparado. Le pidió a Yedaky descubrir la herida y con cuidado la examinó. Era una herida abierta, que seguía sangrando, pero en menor cantidad que el día anterior.
-Tal vez te duela ahora, voy a revisarte, aunque parece que ha mejorado desde ayer- Le dijo mientras retiraba el torpe vendaje que Yedaky se había hecho. Luego de eso, sacó de su mochila lo necesario para improvisar una curación.
-Gracias por ayudarme... Y perdóname por dudar de ti. Creí que todo se trataba de una broma-. Le dijo Miila mientras empezaba a limpiar la herida con una gasa.
La actitud bromista de Yedaky dio lugar a un silencio prolongado mientras la chica le atendía. Tenía pena de mostrar su torso desnudo y le parecía muy curiosa la naturalidad con la que Miila actuaba. Reaccionando levemente a sus toques, parecía más bien estar pensando en algo.
- ¿Fuiste tú quien te hiciste está herida? -. Le preguntó Miila sin voltear a verle la cara. -tienes un arma en el suelo y hay manchas de sangre en toda la habitación-. Añadió manteniendo su vista en la herida que estaba curando.
Yedaky no le respondió, se mantuvo en completa seriedad y silencio hasta que Miila terminó de vendar su herida.
-La medicina te ayudará a controlar la hemorragia, pero necesitas ir a un hospital para que saquen la bala...-
Yedaky sacó algo de debajo de la sábana -Anoche estuve hurgando hasta que la saqué de mi pecho, era incomodo sentirla y dolía un poco-.
Miila se quedó sorprendida aguantando su reacción y tomó la bala en su mano. La miró unos segundos y la puso encima de una repisa que estaba cerca. -Tienes un desastre aquí. Saldré a traer algunas cosas de la tienda para hacer algo de comer-.
- ¿No crees que ya estás mostrando demasiada confianza de estar aquí conmigo a solas? Te ayudé, pero no me conoces. Algo podría intentar hacerte-. Dijo Yedaky usando un tono sugerente mientras intentaba sentarse en la cama.
-No digas tonterías, apenas puedes moverte. Además, ya comencé, no soy capaz de dejarte aquí en ayunas e irme como si nada. -Sé levantó de la cama y se dirigió a la puerta. -No vayas a levantarte, cualquier esfuerzo hará que comiences a sangrar nuevamente-. Le respondió con un tono imperativo y salió de la habitación.
Yedaky intento ponerse de nuevo la camiseta, pero estaba manchada, volteó alrededor pensando en lo que Miila le había dicho acerca del desorden que tenía en su departamento. Suspirando arrojó la camiseta al suelo para luego dejarse caer en la cama.
-No entiendo que está sucediendo. No debería seguir con vida-. Dijo sintiendo la herida abierta en su pecho, debajo de los vendajes.
Cerrando los ojos, comenzó a recordar el momento en el que disparó el arma contra su pecho, como luego una sensación de ahogo, perdió el conocimiento, pero luego, abrió los ojos con una sensación de aturdimiento. Despertando en un charco de sangre.
-Pude haber hecho cualquier cosa, pero en cuanto vi la hora, lo único que pensé fue en ver a Miila nuevamente-. Murmuró volteando a ver la medicina que estaba al lado de su cama y con la cual Miila le había atendido la herida. -Todo esto es tan extraño... Aunque. Creo que no me incomoda el hecho de que alguien se preocupe por mí-. Finalizó relajándose en la cama al grado de dormir nuevamente.
Cuando Miila regresó, Yedaky se había dormido. Intentando ignorar el desorden que había en la cocina, no pudo evitarlo y empezó a limpiar, mientras limpiaba, pensaba en que diría al regresar a su casa y peor aún, como explicaría a su maestro lo que sucedió con su libro al día siguiente. Estaba tan metida en sus pensamientos que para cuando volvió en sí, la cocina estaba completamente limpia.
Antes de empezar a cocinar, la chica se asomó a la habitación con la intención de preguntarle a Yedaky sus gustos en la manera de preparar los alimentos, al ver que dormía profundamente, cerró la puerta y decidió cocinar lo que ella creía conveniente luego de que Yedaky había perdido tanta sangre.
Miila estaba preocupada, pero no podía permanecer más tiempo en el departamento, luego de hacer un poco de limpieza y preparar la comida, era tiempo de regresar a su casa, ya debía pensar en algo para justificar su tardanza, pues había pasado toda la tarde con Yedaky.
Cuando se dirigía a la puerta, recordó haber visto un arma en la habitación. Sin pensarlo, se dio la vuelta y volvió a entrar para verificar que siguiera en el suelo.
- ¿Sigues aquí? - Le dijo Yedaky abriendo los ojos cuando Miila entró de nuevo a la habitación
-No te preocupes, ya me iba, pero hay algo que debo hacer antes-. Le respondió en un tono molesto dirigiéndose hacia donde estaba el arma con la cual Yedaky se había disparado. Sacando un pañuelo de su bolsa, la envolvió y la puso dentro de la mochila que llevaba puesta.
- ¿Qué haces? - Le insistió Yedaky viendo lo que hacía Miila.
-No voy a arriesgarme a que vuelvas a intentarlo-. Le dijo ella en un tono muy molesto y alzando un poco la voz. -No me importa lo que opines o pienses al respecto. No volverás a ver esto- Añadió la chica señalando su bolsa. -Ahora come y descansa. Mañana vendré y traeré más medicina para curarte-.
Yedaky se quedó en silencio y siguió a Miila con la mirada hasta que llegó a la puerta nuevamente, al seguirla, se percató que a un lado de su cama estaba un plato de sopa y varios complementos que ella le había preparado sobre una bandeja.
Sin decir una palabra. Miila salió de la habitación y después del departamento quedándose Yedaky a solas otra vez.
-Esa chica está loca...- Murmuró Yedaky mirando hacia la puerta. -Aunque es extraño...-. Mencionó poniendo la mano sobre el vendaje en su pecho. -Me agrada un poco-. Concluyó incorporándose para tomar la bandeja y comer lentamente luego de ponerla en sus piernas.
En su camino de regreso, Miila se encontró con Arsen, que la había seguido cuando salió de la tienda, luego de comprar los ingredientes de la comida que le preparó a Yedaky. El chico aprovechó un momento en el que Miila detuvo su bicicleta en una esquina para abordarla.
- ¿Tienes una mascota? ¿Un conejo tal vez? - Le dijo poniendo la mano sobre la mano de la chica, en el manubrio de la bicicleta - ¿A dónde ibas con tantas verduras y hierbas aromáticas?
Miila lo ignoró y no le respondió. Enojado, el muchacho jaló la bicicleta haciéndola perder el equilibrio -Nadie te va a salvar esta vez! ¡Así que más vale que empieces a respetar a tu futuro esposo! -
Al estar en un lugar más a la vista, las personas alrededor voltearon a verlos, haciendo que Arsen bajara el tono de su voz sin soltar el manubrio.
Miila lo empujó alejándolo unos pasos de la bici, pedaleando a prisa para alejarse de él.
Al llegar a su casa, la chica entró dirigiéndose directamente hacia las escaleras, rumbo a su habitación. Su abuela le gritó que ya estaba lista la cena, pero Miila le respondió que no tenía hambre, cosa que extrañó un poco a la mujer, pero no al grado de insistirle. En lugar de eso, caminó para seguirla hasta la mitad de las escaleras.
-Miila, ¿está todo bien? Es muy raro que no quieras cenar conmigo-
-No es eso, abuela. Sólo me siento algo cansada y preferiría dormir temprano hoy- Le respondió ella desde el interior de su habitación.
-El cliente al que llevaste la medicina, ¿estaba muy enfermo? Tardaste mucho en regresar. ¿Al menos se siente mejor? -. Añadió la señora.
Miila suspiró trayendo a su mente a Yedaky.
-Sí, creo que se siente mejor-. Le dijo en respuesta
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