“Yedaky era un alma libre, al menos eso era lo que se percibía al momento de escuchar cómo se expresaba, su confianza y egocentrismo eran características irritantes y al mismo tiempo encantadoras, sin embargo, todo apuntaba a que los momentos que habíamos compartido no representaban lo mismo que habían significado para mi”
Luego de que Miila y Arsen salieron en calma del departamento de Yedaky, en silencio comenzó a limpiar nuevamente la habitación.
-¿Quién era ese tipo Arsen? Es el mismo que la estaba persiguiendo en el lago- Se preguntaba mientras ordenaba las cosas de un estante –Yo no tengo nada que ver con su relación, creo que fue lo mejor quitarme a esos dos de encima-
Luego de ordenar la habitación y tomar un baño, Yedaky se dispuso a dormir, convenciéndose de que había hecho lo correcto.
“Esa chica es mía” Podía escuchar a Arsen gritarlo en sus pensamientos una y otra vez.
Tras dormir de manera incómoda, Yedaky se despertó con una sensación extraña, la herida en su pecho palpitaba. Ignorando esto, se alistó para ir a la escuela.
El pequeño pueblo permitía recorrerlo a pie, el área donde estaba la escuela era céntrica y se podía llegar con facilidad en un tiempo promedio desde casi cualquier punto.
-No veo a Miila por ningún lado, ¿Habrá faltado a clases?-
A pesar de haberse decidido en dejar atrás a Miila, algo le inquietaba, necesitaba al menos verla, sin embargo, luego de buscarla por toda la escuela y no encontrarla no le quedó más remedio que preguntar por ella. Para su sorpresa, nadie sabía quién era.
-¿Nadie conoce a Miila? Pero es lógico que al menos sepan quién es, todos rondamos la misma edad y este pueblo es muy pequeño-
Antes de rendirse, se dirigió a los campos donde el equipo practicaba soccer, mirando fijamente a Arsen se acercó para apaciguar su curiosidad de preguntarle qué había sucedido con la chica.
-¡Yedaky, estás aquí!- Le salió al paso una chica vestida de porrista que se abalanzó sobre su cuello. Antes de que Yedaky le pudiera responder, la joven le dio un beso.
-No respondiste a mis mensajes, no creas que te vas a escapar esta noche- Le dijo en un tono sugerente.
-¿Ah? Disculpa, ¿Quién…?- Intentó responderle Yedaky que nuevamente no pudo terminar de hablar por otro beso de la chica.
-El juego de perder la memoria, tú siempre me sorprendes con tus ocurrencias, ¿nos vemos hoy para…cenar?-
-Farah…- Murmuró Yedaky mirando fijamente a los ojos de ella. Mientras permanecía cerca pudo sentir como la herida en su pecho palpitaba y el ardor desaparecía –Si, nos vemos- Le respondió dejándose llevar por la sensación placentera que le provocaba su tacto.
Dejando ir a Farah, que lentamente soltó su mano mientras se alejaba, Yedaky volteó a ver nuevamente a donde estaba Arsen, para su sorpresa, ya no estaba ahí.
-Nadie sabe quién es Miila… Y ese tipo no está aquí- Se dijo Yedaky frotándose la frente como dudando de lo que había sucedido –Si por un momento me olvidé de Farah y ahora nadie sabe sobre Miila, tal vez todo fue un truco de mi imaginación, esta herida me está haciendo creerme ilusiones absurdas-
Luego de las clases, hizo una parada en una cafetería, después en el parque y finalmente en el árbol a un lado del río, teniendo como compañía a su guitarra y al gato, estuvo un buen rato esperando a que, tal vez, Miila llegara de pronto.
Estaba empezando a caer la noche, habiendo perdido la esperanza y convenciéndose cada vez más de que todo había sido un mal sueño, Yedaky se dirigió de vuelta a su departamento. Cuando apenas se había quitado el uniforme, alguien tocó la puerta.
-¿Miila?- Dijo sin pensarlo mientras escuchaba que alguien llamaba.
Al abrir la puerta, la misma chica de la escuela se abalanzó de nuevo para saludarle con un beso.
-¿Qué pasó? No te has cambiado… ¿Será que quieres pasar a lo siguiente sin tener una cita al menos?-
-No, yo… sólo acabo de llegar, Farah, bienvenida- Le respondió.
La chica entró al departamento y poniéndose cómoda se quitó los zapatos y se dejó caer sobre la cama –No dejas de sorprenderme, hasta limpiaste la habitación, nunca has sido la persona más ordenada, pero sabes bien como mantenerme interesada-
Yedaky cerró la puerta y acercándose intentó iniciar una conversación, pero la chica estiró su mano para tumbarse sobre la cama.
-Me hiciste esperar mucho, ahora tendrás que ponerte a cuentas- Le dijo Farah de forma juguetona. Sin pensarlo, Yedaky pareció recordar esa sensación y dejándose llevar empezó a corresponder a sus besos y caricias.
-No había visto que tienes golpes en la cara, ¿Estuviste detrás de una chica con novio?- Le preguntó ella riendo.
Yedaky hizo una pausa –Farah… ¿Qué es el amor para ti?-
La chica soltó una carcajada, colocándose encima de Yedaky le acarició la mejilla -¿Por qué lo preguntas? ¿Te enamoraste de mí?- Le dijo entre besos –Lo siento, sabemos muy bien el tipo de relación que tenemos y personalmente estoy bien así- Añadió mientras entrelazaban los dedos de sus manos.
Yedaky bajó la mirada, no podía recordar con claridad la vida que llevaba antes de intentar suicidarse. Con tristeza, se disculpó con Farah y se incorporó, quedando ella sentada sobre su pelvis.
-¿Qué pasa?- Insistió la chica abriéndole la camisa -¿Qué es esto, te lastimaste?-
-Fue por la pelea de anoche, creo que no me siento bien hoy, perdóname- Le respondió Yedaky.
Farah se levantó de la cama y colocándose los zapatos recogió su bolso para dirigirse a la puerta.
-En ese caso, no hay razón para quedarme aquí, descansa y recupera tus fuerzas para la próxima ocasión- Dijo para despedirse lanzándole un beso en el aire.
Sin levantarse de la cama, Yedaky escuchó la puerta cerrarse, su mente estaba confundida ante la reacción de Farah, su pecho palpitaba, pero ahora dolía, a pesar de lo ocurrido, no podía dejar de pensar en Miila.
-Tengo que saber cómo está al menos, pero… ese tipo dijo que era suya y si intento acercarme podría ponerla en peligro-
Reflexionando en todo lo que había pasado, sin tener en claro todavía siquiera si Miila existía o había sido su imaginación, se vistió y salió al balcón para despejar la mente en ese momento, una brisa fresca le hizo meter las manos a los bolsillos de su chaqueta, sacando un pedazo de papel.
-Esto es…- Murmuró mirando con sorpresa el pedazo de papel que tenía un texto incompleto escrito a mano –Esto es de Miila…- Se quedó observándolo unos momentos como asimilando las cosas
-Miila ¡ella es real!- Exclamó en voz alta para convencerse de lo que había dicho.
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